Medicina veterinaria y salud humana

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Cuando abrimos una heladera, la función de la medicina veterinaria grita presente: en la leche, en la manteca, en un huevo, en el jamón, en el pollo, en la merluza o en el churrasco que habremos de consumir. Todos esos recursos debieron pasar por las manos de la veterinaria y ella debió certificar la inocuidad de esos productos.

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La medicina veterinaria es un acúmulo de ciencias que conforman un todo. En ella se condicionan sus objetivos: la lucha contra el hambre en el mundo; propender a la sanidad animal en los hogares, en la producción y en los ecosistemas; la lucha contra las zoonosis, las enfermedades vectoriales y las transmitidas por alimentos; la vigilancia de la calidad y la inocuidad de los alimentos; la investigación biomédica; la protección del medio ambiente y de la diversidad biológica. Con todo ello se posiciona como protagonista del bienestar animal y del humano; ese es su fin primigenio.

Hay tres grandes grupos de enfermedades en donde la medicina veterinaria debe dar respuestas a la comunidad que la sustenta. Son aquellas que causan mermas en la producción animal, las que laceran la salud de nuestros animales de compañía y aquellas que pueden traer consecuencias en la salud humana. El 26% de las muertes humanas a nivel mundial ocurren por enfermedades transmisibles; de ellas, aproximadamente el 85% están en los rubros de zoonóticas, vectoriales o transmitidas por alimentos. La primera barrera en salud humana para estas enfermedades, cerca de 300, debe ser la medicina veterinaria. Por ello, el mundo camina hacia otra forma de ver la salud en los tiempos que corren. A nivel mundial se viene planteando un cambio de paradigma repensando las estrategias para alcanzar salud.

Romper barreras. Para esto hay que romper las barreras que generamos en el manejo del desarrollo político de la salud. Son límites que los patógenos (virus, bacterias, incluso hongos, clamidias, priones y todo agente capaz de causar patologías infecciosas) los desconocen. Ellos a la diferencia de ingresar a un huésped humano o animal no les adjudican demasiada importancia. En cambio, a nuestros ancestrales paradigmas de profesiones compartimentados todavía sí. Por ello, las sociedades deben caminar hacia la salud de una manera transdisciplinaria; nadie tiene derecho a ignorar esta nueva forma de manejar la salud en el mundo de las enfermedades transmisibles.

Pero, ¿qué factores que hicieron cambiar los paradigmas de salud?

  1. Sociales y económicos: empobrecimiento, hambruna, guerras civiles, demografía no planificada, migraciones, deterioro urbanístico.
  2. Relativos a la atención médica: trasplante de órganos y tejidos, drogas inmunosupresoras, uso indiscriminado de antibióticos.
  3. Producción de alimentos: globalización de su suministro, cambios en la industria alimentaria.
  4. Cambios en el comportamiento del hombre: conducta sexual, uso de drogas, viajes, dietas, recreación, guarderías y hogares de ancianos.
  5. Ambientales: deforestación/reforestación, variación en los ecosistemas hídricos, sequías e inundaciones, calentamiento global.
  6. Sistemas de salud: programas que no alcanzan a cubrir las necesidades, vigilancia epidemiológica inadecuada o incompleta, despersonalización del paciente.
  7. Adaptación y cambio de los microorganismos: incremento en la virulencia, producción de toxinas, desarrollo de resistencia natural y adquirida. Y los antibióticos que no corren a la misma velocidad.

Todo esto genera un aumento del contacto del hombre con patógenos tradicionales, con nuevos y con viejos que mutan y se asientan las bases de las enfermedades emergentes y reemergentes.

La Organización Internacional de Sanidad Animal informa los casos anuales de enfermedades zoonóticas, vectoriales y transmitidas por alimentos en humanos. Procesamos los números por enfermedad en el quinquenio 2005 – 2010. En la Argentina hubo: 2.073 casos de leptospirosis; 1.431 de brucelosis; 2.595 de triquinellosis; 1.378 de leishmaniasis; 443 de clamidiosis; 14.915 de tuberculosis producida por micobacterium bovis; 169 de salmonelosis; 1.748 de hidatidosis.

Podríamos seguir hablando de clostridiales, de campilobacter, de enfermedades virales, de ascaridiosis y de otras. Pero no hace falta para que los números anteriores nos hablen. Y si además actuamos con el pensamiento lateralizado, descubriremos la lectura médica que reconoceremos como elemental: los casos que se registran son solo algunos de los que suceden; el efecto iceberg en esta realidad es indiscutido.

¿Cuántos positivos de estas enfermedades habrán sido registrados con otros diagnósticos clínicos por lo menos ambiguos? Es muy difícil diagnosticar algo que no ingresa en el inconsciente colectivo de los diagnósticos diferenciales.

Muchos despiertos se dieron cuenta que desde la medicina veterinaria se lograrían entender y estudiar con antelación las enfermedades que afectarían al hombre. Dicen que en su lecho de muerte, Don Louis Pasteur dijo: “Si volviera a nacer sería veterinario”.

Desde un aporte transdisciplinario, la epidemiología veterinaria será una ciencia fundamental en los próximos años en pos de la salud humana, pero no sólo para estudiar el caso ocurrido, sino para buscar episodios que serán factores de riesgo e intentar disminuir los predisponentes y determinantes.

Fuente: http://www.lavoz.com.ar/suplementos/salud/medicina-veterinaria-salud-humana

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