Perspectivas por sectores principales. Cereales: se necesitan mil millones de toneladas más. En los años noventa, se apreció una disminución en el crecimiento del consumo mundial de cereales. Esto no fue debido a limitaciones de la capacidad de producción, sino más bien a un crecimiento más lento de la demanda causado por factores excepcionales y en su mayoría transitorios.
Volverá a crecer el consumo, lo que dará lugar a una dependencia creciente de las importaciones de los países en desarrollo. Existe el potencial para que exportadores nuevos y tradicionales remedien este desequilibrio, pero será necesario resolver problemas de seguridad alimentaria y de degradación medioambiental.
Los cereales siguen siendo con gran diferencia la fuente de alimentos más importante del mundo, tanto para el consumo humano directo como, de una manera indirecta, para los insumos de la producción pecuaria. Por tanto, lo que ocurra en el sector de los cereales será crucial para los suministros mundiales de alimentos.
Desde mediados de los años sesenta, el mundo ha conseguido aumentar la producción de cereales en casi mil millones de toneladas. A lo largo de los próximos treinta años tendrá que repetir la hazaña. ¿Está la tarea dentro de sus posibilidades?
El crecimiento de la demanda de cereales disminuye
La tasa de crecimiento de la demanda mundial de cereales disminuyó hasta un 1 por ciento anual en los años noventa, desde un 1,9 por ciento en los ochenta y un 2,5 por ciento en los setenta. El consumo mundial anual de cereales per cápita (incluidos los piensos) alcanzó su nivel máximo a mediados de los años ochenta en 334 kg y desde entonces ha descendido a 317 kg (media del período 1997-99).
Algunos pensaron que esta rápida disminución era el heraldo de una nueva crisis alimentaria mundial. Se interpretó como un síntoma de que el mundo estaba alcanzando los límites de su capacidad de producción de alimentos y que la seguridad alimentaria pronto sufriría serias amenazas.
De hecho, el consumo medio de cereales per cápita en los países en desarrollo ha ido aumentando continuamente a lo largo de los cuatro últimos decenios. La disminución del crecimiento del consumo mundial no fue debida a limitaciones de producción, sino a una serie de factores que limitaron la demanda. Entre estos factores, algunos siguen influyendo y están muy difundidos:
El crecimiento de la población mundial ha ido disminuyendo.
Muchos países muy poblados, especialmente China, están alcanzando niveles de consumo entre medios y altos, por lo que los aumentos futuros serán mucho menos rápidos que en el pasado.
Una pobreza persistente ha impedido que centenares de millones de personas satisfagan sus necesidades de alimentos.
Sin embargo, otros factores son en gran medida transitorios. Estos incluyen los siguientes:
Una disminución de la demanda en las economías en transición. Este fue el factor más acusado durante los años noventa, cuando tanto el consumo como las importaciones en estos países cayeron desde los niveles muy altos que habían alcanzado anteriormente.
El uso de cereales como piensos en la Unión Europea disminuyó hasta comienzos de los años noventa, ya que los elevados precios nacionales favorecieron el uso de sustitutivos de cereales, en gran medida importados. El crecimiento del uso en piensos se reanudó después de que las reformas políticas de la UE hicieran bajar los precios nacionales.
El consumo creció más lentamente en los países exportadores de petróleo después de disiparse el efecto de la explosión inicial de los precios del petróleo sobre los ingresos y las importaciones de cereales.
La demanda creció más lentamente en la segunda mitad de los años noventa en las economías del Asia oriental, que sufrieron los efectos de una crisis económica.
La influencia de estos factores transitorios ya está comenzando a desaparecer. A lo largo de los próximos quince años, dejarán gradualmente de deprimir el crecimiento de la demanda de cereales, cuya recuperación está prevista que crezca hasta alcanzar una tasa anual del 1,4 por ciento en el año 2015.
Mirando hacia un futuro a largo plazo, el menor crecimiento de la población y la estabilización del consumo de alimentos en muchos países seguirá frenando la demanda, cuyo crecimiento se espera que se reduzca al 1,2 por ciento anual a lo largo del período 2015 a 2030. No obstante, la tarea de producción que tiene ante sí la agricultura mundial es impresionante. Para el año 2030, se necesitarán cada año mil millones de toneladas más de cereales. Naturalmente, algunos sucesos imprevisibles como fuertes aumentos del precio del petróleo y espectaculares crisis o rachas de crecimiento pueden modificar la demanda efectiva durante breves períodos pero no cambiarán mucho el panorama total.
Los países en desarrollo se harán más dependientes de las importaciones
En los países en desarrollo, la demanda de cereales ha crecido con mucha mayor rapidez que la producción. Las importaciones netas de cereales de estos países aumentaron desde 39 millones de toneladas anuales a mediados de los años setenta hasta 103 millones de toneladas en 1997-99, lo que representó pasar del 4 por ciento de su consumo de cereales al 9 por ciento. En los próximos años, es probable que aumente esta dependencia de las importaciones. En el año 2030, los países en desarrollo podrían importar anualmente 265 millones de toneladas de cereales, es decir, el 14 por ciento de su consumo.
Aunque este incremento pueda parecer espectacular, representa una tasa de crecimiento más pequeña en los tres próximos decenios que desde mediados de los años setenta. Si no aumentan los precios reales de los alimentos, y la industria y los servicios crecen como lo han hecho anteriormente, la mayoría de los países podrán importar cereales para satisfacer sus necesidades. Sin embargo, los países más pobres con la peor seguridad alimentaria también tienden a ser los menos capaces de pagar sus importaciones.
Los exportadores pueden remediar el desequilibrio
Los países en desarrollo se harán cada vez más dependientes de las importaciones de cereales. En el año 2030, podrían estar produciendo sólo el 86 por ciento de sus propias necesidades, siendo sus importaciones netas del orden de 265 millones de toneladas anuales, lo que representa casi tres veces los niveles actuales.
¿Puede el resto del mundo producir los excedentes para la exportación necesarios para remediar el desequilibrio? Vale la pena examinar la experiencia del último cuarto de siglo. Entre mediados de los años setenta y 1997-99, las importaciones anuales netas de todos los países importadores de cereales casi se duplicaron, pasando de 89 millones de toneladas a 167 millones.
Los exportadores de cereales hicieron frente perfectamente al aumento de la demanda duplicando su nivel de exportaciones. Los exportadores tradicionales como América del Norte, Australia, Argentina y Uruguay desempeñaron bien su papel. Estos países tienen el potencial necesario para seguir haciéndolo. Pero la mitad aproximadamente del aumento total de las exportaciones provino de un nuevo participante, la UE. De ser un importador neto de 21 millones de toneladas de grano anuales a mediados de los años setenta, la UE pasó a ser un exportador neto de 24 millones de toneladas anuales en 1997-99. Inicialmente, una gran parte de este cambio fue el resultado de fuertes políticas proteccionistas y de apoyo a los precios. Diversas reformas políticas de la UE han hecho, desde entonces, que los precios internos se pongan en general al nivel de los precios internacionales, pero es probable que la UE siga siendo un exportador neto importante, incluso si se incrementa el grado de liberalización de su comercio.
Los países en transición se convirtieron en grandes importadores netos de cereales a lo largo de dos decenios hasta comienzos de los años noventa. Desde entonces se ha invertido esta tendencia y podrían ser exportadores netos de 10 millones de toneladas anuales en 2015 y de 25 millones de toneladas en 2030.
Perspectivas para los cultivos principales
Alimentos básicos
Trigo. El cultivo del cereal más importante del mundo representó el 31 por ciento del consumo mundial de cereales en 1997-99. En los países industriales, se utiliza para piensos una proporción creciente de trigo (el 45 por ciento del consumo total en la UE). El consumo de trigo per cápita en los países en desarrollo, en su inmensa mayoría para alimentos, ha seguido creciendo y la mayoría de estos países dependen cada vez más de las importaciones. Entre los importadores netos se encuentran algunos de los principales productores de trigo como el Brasil, Egipto, Irán y México . En los próximos años, se espera que aumente el consumo de trigo en todas las regiones, incluidos los países en transición, a medida que se reanime su consumo. En varios de los países consumidores de arroz, los aumentos en el consumo de trigo van de la mano con un consumo de arroz constante o en disminución. La dependencia de las importaciones de los países en desarrollo (excluidos los exportadores como Argentina y Uruguay) debe continuar creciendo, y se espera que las importaciones netas de trigo aumenten de 72 millones de toneladas anuales en 1997-99 a 160 millones de toneladas en el año 2030.
Arroz. Este cultivo se utiliza en su inmensa mayoría para consumo humano directo y representó el 21 por ciento del consumo mundial de cereales en peso en 1997-99. El consumo medio de arroz per cápita en los países en desarrollo se ha ido estabilizando desde mediados de los años ochenta, lo que evidencia el desarrollo económico y el crecimiento de la renta en los principales países de Asia oriental. Sin embargo, ha estado creciendo en algunas regiones, incluida Asia meridional, donde el consumo sigue siendo bajo. Se espera que el consumo crezca más lentamente en el futuro de lo que ha crecido en el pasado. De hecho, el consumo medio per cápita en los países en desarrollo puede muy bien comenzar a disminuir durante el período comprendido entre 2015 y 2030. Esto reducirá las presiones sobre la producción, pero dado el lento crecimiento del rendimiento de los últimos años, el mantenimiento de incrementos de producción, aunque sean modestos, será un difícil reto para la política de investigación y de regadíos.
Cereales secundarios. Éstos incluyen el maíz, el sorgo, la cebada, el centeno, la avena, el mijo y algunos granos de importancia regional como el tef (Etiopía) o la quinua (Bolivia y Ecuador). Aproximadamente, tres quintas partes del consumo mundial de cereales secundarios se utiliza para piensos pero en los lugares donde la inseguridad alimentaria es alta estos cultivos siguen siendo muy importantes para el consumo humano directo: en el África subsahariana, el 80 por ciento de la cosecha de grano se utiliza de esta manera. El consumo de cereales secundarios ha estado creciendo rápidamente, impulsado sobre todo por el uso creciente como piensos en los países en desarrollo. En el futuro, su consumo puede crecer con mayor rapidez que el del arroz o el trigo, en línea con el crecimiento del sector pecuario. Los países en desarrollo representarán una proporción en aumento de la producción mundial, pasando desde menos de la mitad en la actualidad hasta casi tres quintas partes en 2030.
Cultivos oleaginosos. Este sector ha sido uno de los más dinámicos en los últimos decenios, ha crecido casi dos veces más rápido que la agricultura mundial considerada en su conjunto. Abarca una amplia gama de cultivos que se utilizan no sólo como aceite, sino también para consumo directo, piensos y diversos usos industriales. El aceite de palma, de soja, de girasol y de colza representaron casi las tres cuartas partes de la producción mundial de semillas oleaginosas, si bien el aceite de oliva, de maní, de sésamo y de coco son también importantes. El rápido desarrollo de la producción ha supuesto que los cultivos oleaginosos representen una gran parte de la expansión de la tierra agrícola mundial, con un aumento neto de 75 millones de ha entre 1974-76 y 1997-99 (momento en el que las zonas destinadas a cultivos de cereales se redujeron a 28 millones de ha).
Dado su alto contenido energético, los cultivos oleaginosos desempeñan una función fundamental en la mejora de los suministros energéticos alimentarios de los países en desarrollo. En los dos últimos decenios, poco más de una de cada cinco kcal añadidas al consumo en los países en desarrollo pertenecían a este grupo de productos. Esta tendencia parece que continuará y, de hecho, se intensificará: en el período comprendido hasta el año 2030, 45 de cada 100 kcal adicionales pueden proceder de semillas oleaginosas. El rápido crecimiento del consumo en los últimos decenios ha ido acompañado de la aparición de varios países en desarrollo como principales importadores netos crecientes de aceites vegetales (entre ellos, China, India, México y Pakistán). Esto ha tenido como resultado que el excedente tradicional del complejo aceites vegetales/semillas oleaginosas de la balanza de pagos de los países en desarrollo se ha convertido en los últimos años en déficit. Esto se ha debido al espectacular aumento de las exportaciones de algunos países en desarrollo que han pasado a dominar la escena mundial de las exportaciones, a saber, Indonesia y Malasia para el aceite de palma, y Argentina y Brasil para el aceite de soja. En la mayoría de los países en desarrollo restantes se espera que continúe la tendencia al aumento de las importaciones.
Raíces, tubérculos y plátanos. El consumo mundial de estos cultivos como alimento humano ha estado disminuyendo, pero para 19 países (todos ellos africanos) sigue representando más de una quinta parte, y en ocasiones hasta la mitad, de toda la energía proporcionada por los alimentos. En el África central y occidental húmeda, en República Unida de Tanzania y Madagascar predomina la mandioca, mientras que en Rwanda son más importantes los plátanos y en África occidental y Burundi la mandioca y la batata. Dado que la mayoría de estos países tienen un consumo global de alimentos bajo (menos de 2 200 kcal/día) estos cultivos desempeñan un papel crucial en la seguridad alimentaria. En el período hasta 1997-99, Ghana y Nigeria hicieron avances considerables con respecto a la seguridad alimentaria mediante el incremento de la producción de esos cultivos, pero en la mayoría de los 17 países restantes el consumo per cápita se estancó o disminuyó. La disminución en el consumo mundial de raíces y tubérculos tradicionales ha ido acompañada de una desviación gradual hacia la patata en algunas zonas. Una gran parte de esta tendencia se explica por China, donde millones de agricultores y consumidores han cambiado el consumo de batata por patata.
Se prevé que la demanda media de raíces, tubérculos y plátanos aumente de nuevo en los países en desarrollo, en los que la batata y la patata adquirirán una importancia especial como piensos. En los años noventa, el uso como pienso de mandioca importada en la UE se disparó a consecuencia de los altos precios nacionales para los cereales, pero disminuyó tan pronto como la reforma de la Política Agrícola Común hizo bajar los precios de los cereales. La producción de mandioca para su exportación como pienso ha sido un factor importante para el aumento de la superficie cultivada en países como Tailandia, tendencia que se asocia con frecuencia a la deforestación.
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