El cobre es un metal de transición en la tabla periódica. Su capacidad de donar o recibir electrónicamente es la fuente de muchas de sus propiedades útiles, incluyendo la conductividad térmica, eléctrica y las propiedades antimicrobianas. Su forma oxidada se indica como Cu+2 Su forma reducida, se indica como Cu+1. Se trata de un microelemento necesario para casi todos los organismos vivos, incluidos los humanos, contribuyendo con numerosos procesos metabólicos. Sin embargo, los iones de cobre en niveles elevados son tóxicos para la mayoría de los organismos.
El más antiguo uso médico ya registrado se menciona en el Smith Papyrus. Este texto médico egipcio escrito entre 2.600 y 2.200 Antes de Cristo, describe la aplicación del mismo para esterilizar heridas torácicas y agua potable. Griegos, romanos, aztecas y otros pueblos trataban dolores de cabeza, enfermedades pulmonares, quemaduras, gusanos intestinales e infecciones en el oído. Su uso se difundió en la medicina a partir del siglo XIX y su uso como agente antimicrobiano continuó hasta la disponibilidad de antibióticos a escala comercial en 1932.
El estudio de las propiedades antimicrobianas de las superficies metálicas de metal es relativamente reciente y destacó cuando el organismo norteamericano Environmental Protection Agency (EPA) registró casi 300 aleaciones distintas de cobre como antimicrobianas en 2008. Antes de eso, una serie de estudios demostraron el efecto del cobre y sus aleaciones contra cinco cepas de bacterias probadas de acuerdo con los protocolos de la EPA: El cobre es el primer metal que ha reconocido tal estado.
El registro permite la comercialización con el argumento de que el cobre “elimina el 99,9% de las bacterias dentro de dos horas”. Su uso fue autorizado para la fabricación de productos para ambientes comerciales, residenciales y de salud. La agencia aclara que las aleaciones de cobre deben utilizarse como complemento y no para la sustitución de las prácticas estándar de limpieza y desinfección de las superficies. Añade que estos productos no representan ningún riesgo para la salud pública. A pesar de la antigüedad de su descubrimiento y utilización, el cobre tiene sus propiedades aún poco exploradas y sus aplicaciones están lejos de ser agotadas.