El avance de la biotecnología: nuevos pasos de la ciencia del siglo XXI

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Ya no se discute que la biotecnología vino a cambiar el mundo. Lo que hace falta es tomar plena conciencia de su significado y de las consecuencias que tendrá para la producción de alimentos.

Valga una medida de la velocidad de este fenómeno en el que participa como un elemento central el exacto conocimiento del ADN de cualquier ser vivo.

Once años atrás obtener la secuencia completa del genoma humano, compuesta por unos 23.000 genes, costó US$ 3000 millones, y casi diez años del trabajo de 1000 científicos. Ahora el mismo trabajo cuesta 1000 dólares y ocho horas de un técnico y se calcula que a fines de año costará sólo US$ 600 y 9 minutos de labor.

Un gran hallazgo de la humanidad convertido en un commoditie en muy pocos años. Al momento ya se tiene la más completa información de la secuencia o el mapa de casi 4000 genomas de distintos animales, plantas y microorganismos como levaduras o bacterias lácticas.

Con toda esta información y el conocimiento de las primeras relaciones del funcionamiento de estos genes no es difícil apostar a que todavía no hemos visto nada de lo que las ciencias de la vida son capaces de generar.

Ya no basta con pensar en cultivos que rindan más y vengan blindados a los ataques de insectos y enfermedades. Lo que saldrá de los laboratorios atenderá a dos cuestiones cruciales. En primer lugar, cantidades crecientes de alimentos funcionales para resolver o prevenir problemas de salud. El mercado de la alimentación funcional ya representa en los países desarrollados ventas por 30.000 millones de dólares y en los últimos diez años sostuvo una tasa anual de crecimiento del 14 por ciento.

Y en segundo orden ya no quedarán residuos agrícolas sin ser convertidos en productos, algunos de alto valor como el hilo para cirugía o en su defecto envases de plástico. Habrá mas alternativas para reciclar la paja de trigo, el suero de quesería, los restos grasos de los frigoríficos o los aceites de fritura. Así que nada mejor para tomar el verdadero pulso de lo que está ocurriendo con la última avanzada en biotecnología que la visita que organizó a la empresa Biopolis (www.biopolis.es) en Valencia, España, el Centro Argentino de Ingenieros Agrónomos (Cadia).

Desde allí se transmitió un seminario vía Internet que también tuvo la participación de referentes en la materia en Buenos Aires, Córdoba, Indianápolis (Estados Unidos) y Braunshchweig (Alemania). Contó también con un debate sobre la necesidad de no perder el tren en la investigación biotecnológica, en el que participaron Rolando Meninato, de Dow, el investigador Guillermo Acuña y analistas económicos y políticos como Jorge Castro, Javier González Fraga, Julio Bárbaro y los diputados nacionales Oscar Aguad y Cornelia Schmidt Liebermann.

La investigación apunta a lograr más alimentos funcionales para los consumidores. Foto: Shutterstock

OPORTUNIDADES

En un viaje anterior, el presidente del Cadia, Carlos Cadoppi, había detectado el valor que tenía Biopolis como caso testigo para el desarrollo del agro argentino. No se equivocó. Daniel Ramón Vidal, el verdadero motor de esta empresa biotecnológica, explicó de forma clara, comprometida y sin eufemismos tanto las oportunidades que se abren en la actividad como las amenazas existentes.

La empresa se encuentra en el parque científico de la Universidad de Valencia y comparte instalaciones y el ambiente universitario y de investigación con otros emprendimientos con base tecnológica. Además del lanzamiento y producción de distintos probióticos, se encuentra entre los éxitos de Biopolis el desarrollo de una leche en polvo con una bacteria para los celíacos que salió al mercado con la marca Proceliac, de la empresa láctea Central Asturiana, que aparte de ser accionista de Biopolis es líder en el mercado de leche fluida.

“Biopolis es una empresa que desarrolla soluciones biotecnológicas a medida para los problemas de nuestros clientes. Ofertamos investigación y desarrollo del gen al genoma, de la búsqueda del producto a su validación, de la idea original a la comercialización”, expresó el investigador Daniel Ramón Vidal.

Hay que decir que en el inicio de la historia de Biopolis, el accionista mayoritario, con el 40% del paquete, fue el CSIC, un equivalente a nuestro Conicet, con 126 institutos de investigación. “Nuestros investigadores, que incluye a biólogos, biotecnólogos, farmacéuticos, informáticos, ingenieros agrónomos, químicos y tecnólogos de alimentos, no buscan ganar premios Nobel, ni publicar en revistas científicas, sino encontrar soluciones concretas de nuestras empresas clientes”, agregó.

Ramón Vidal alerta sobre los peligros de tener una investigación estatal que viva en una especie de limbo totalmente incontaminada de las necesidades del sector privado. También critica la poca inversión en investigación y desarrollo que realizan las empresas privadas españolas.

“Que todo el mundo se llene la boca con la palabra innovación no significa que realmente se crea que la investigación y el desarrollo serán su factor decisivo para su competitividad y para obtener beneficios”, indicó.

Este experto aprendió las diferencias entre los intereses del mundo científico universitario y la cruel y competitiva realidad con que se manejan las empresas privadas en un laboratorio de una farmacéutica multinacional.

Le dijeron: “Oye chaval, cuando tengas una investigación que veas que no va a llegar a nada, no dudes en publicar un paper con ella. Pero si crees que esta línea de investigación la puede tener la competencia o que puede tardar algunos años para saber si puede funcionar, paténtala inmediatamente. Ahora bien, si realmente crees que tu investigación obtendrá un hallazgo, será lo que se dice un gol, guarda el secreto todo lo que puedas y paténtalo si no tienes más remedio”.

Al final, es como diría Pasteur: “No hay ciencia básica y aplicada, hay una sola ciencia. De la buena salen aplicaciones, en cambio de la mala no sale nada”.

En voz alta

“Que todo el mundo se llene la boca con la palabra innovación no significa que realmente se crea que la investigación y el desarrollo serán su factor decisivo para la competitividad”


Daniel R. Vidal
Investigador de Biopolis
“Con este seminario estamos convencidos de que la Argentina puede realizarse en materia científica, tecnológica y productiva. El límite sólo lo marca la imaginación de la mente”
Carlos Cadoppi
Presidente del Cadia
“La biotecnología es en estos momentos la manifestación más avanzada del conocimiento científico y tecnológico. La Argentina está dotada para esta carrera”
Jorge Castro
Analista
Felix Sanmartino
La Nación