En las últimas décadas, uno de los problemas ambientales que más ha atraído la atención de las sociedades y los gobiernos de todo el mundo es el cambio sin precedente en el clima global. Los científicos reportan el incremento de la temperatura terrestre y marina, el cambio en los patrones temporales y espaciales de la precipitación, el ascenso del nivel del mar, la reducción de la superficie de los casquetes polares y el aumento en la frecuencia e intensidad de los eventos de El Niño, por citar sólo los más importantes.
El ciudadano común ha percibido este problema en forma de veranos secos y calientes cada vez más comunes, en inundaciones y desbordamientos de ríos, así como en frecuentes huracanes y tifones de gran intensidad y en la mortalidad masiva de corales alrededor del mundo.
El origen del cambio climático (antropogénico versus natural) estuvo en debate durante muchos años, sin embargo, actualmente se reconoce que las actividades humanas han tenido gran influencia en este fenómeno. Los principales factores asociados han sido el constante incremento de las concentraciones de gases de efecto invernadero (cuyo nivel es actualmente 35% mayor que el de la época preindustrial), derivado fundamentalmente de la combustión de los combustibles fósiles y el cambio de uso del suelo en el planeta.
Sin embargo, el cambio climático no sólo ha alterado el clima del mundo, sino también ha tenido importantes consecuencias sobre su biodiversidad. El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) con base en 44 estudios publicados (los cuales incluían cerca de 500 taxa) pudieron concluir que el cambio climático ha afectado la biodiversidad por:
Cambios en los eventos biológicos (fenología). Entre estos destacan modificaciones en las épocas de emergencia, crecimiento, reproducción y migración de invertebrados, anfibios, aves e insectos, así como también en los tiempos de floración y crecimiento en plantas.
Cambios en la morfología, fisiología y conducta. En algunas especies se han observado alteraciones de los tamaños y la edad a la madurez sexual: mientras que en algunos reptiles el tamaño es mayor y la madurez sexual se alcanza tempranamente en periodos de años calientes, en algunos mamíferos la tendencia es opuesta. Por otro lado, la conducta reproductiva de algunos anfibios es susceptible a la temperatura: en años calientes las hembras de algunas especies de anfibios atraen más tempranamente con su canto a los machos, lo cual puede influir notablemente en el éxito de su progenie.
Expansión o contracción de las áreas geográficas de distribución. Cambios en la distribución y abundancia de especies animales asociadas al cambio en el clima han sido observados en todos los continentes en insectos, anfibios, aves y mamíferos. Como ejemplo: un estudio con 35 especies de mariposas europeas no migratorias señaló que 60% de ellas cambiaron su área de distribución entre 35 y 240 kilómetros hacia el norte durante el siglo XX como consecuencia del cambio en el clima.
Cambios en la cantidad y calidad de los servicios ambientales que ofrecen los ecosistemas. Las alteraciones en el ciclo hidrológico (e. g., en la fecha de deshielo, duración de la época de sequía y en la frecuencia y distribución de la lluvia) han afectado la calidad de los servicios ambientales que ofrecen ríos, lagos, lagunas y humedales en muchas partes del mundo. En muchas de las zonas áridas y semiáridas del mundo, los lagos y otros reservorios se han secado permanentemente o sufren de profundas variaciones en su capacidad de almacenamiento, lo cual ha tenido importantes consecuencias sobre las especies de fauna que dependen de ellos.
Eventos de blanqueamiento en los arrecifes de coral. Las crecientes temperaturas del agua superficial del mar han provocado importantes, aunque en algunas ocasiones reversibles, eventos de blanqueamiento del coral, predominantemente durante los eventos de El Niño. El episodio más notable ocurrió entre 1997 y 1998, cuando importantes zonas coralinas fueron afectadas en todo el mundo.
Las predicciones para el futuro destacan un aumento en la temperatura de la superficie terrestre de entre 1.4 y 5.8°C para finales del siglo XXI, así como un ascenso en el nivel del mar de entre 9 y 88 centímetros. Por su parte, la precipitación es probable que se incremente en las latitudes altas y en el ecuador, y que a su vez disminuya en las zonas subtropicales del planeta. Bajo estas condiciones, es probable que la distribución de muchas especies y ecosistemas cambie en el futuro, migrando hacia otras latitudes y/o altitudes a través de paisajes fragmentados por las actividades humanas. La composición de los ecosistemas actuales cambiará, en virtud de que muchas especies serán incapaces de migrar y superar los cambios ambientales, sobre todo aquellas consideradas como vulnerables. En este sentido, el riesgo de extinción se incrementará para aquellas especies con requerimientos climáticos específicos o pequeñas poblaciones, tales como las especies de las zonas montañosas o las restringidas a islas, penínsulas o ambientes costeros (e.g., manglares, humedales costeros o arrecifes coralinos). La magnitud del impacto no dependerá exclusivamente de los cambios en la temperatura o en los patrones de precipitación, sino también en su interacción y sinergia con otros factores, tales como la pérdida, fragmentación y degradación de los hábitats y la introducción de especies invasoras.
México es un país vulnerable al cambio climático. Se pronostican para el futuro modificaciones del régimen y la distribución espacial y temporal de las precipitaciones, cambios en la humedad de suelos y aire, con alteraciones de los procesos de evapotranspiración y recarga de acuíferos, agudización de las sequías, la desertificación del territorio, mayor incidencia de incendios forestales, lo que profundizará la deforestación, la erosión y la liberación de carbono. Así mismo, es probable la alteración de la dinámica de las cuencas hidrológicas, así como del régimen y distribución de los escurrimientos superficiales e inundaciones. Con este ambiente como marco, se predice que los tipos de vegetación mayormente afectados por el cambio climático serán los bosques templados, las selvas y los bosques mesófilos de montaña, lamentablemente algunos de los ecosistemas más diversos en especies del país.
Fuente: http://app1.semarnat.gob.mx/dgeia/informe_04/04_biodiversidad/recuadros/c_rec3_04.htm