Examen mundial de la pesca y la acuicultura

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La producción mundial de la pesca de captura y la acuicultura y el suministro de pescado para la alimentación son actualmente los mayores jamás registrados y siguen siendo muy importantes para la seguridad alimentaria mundial, ya que proporcionan más del 15 por ciento del suministro total de proteínas animales.

El estado de los recursos pesqueros: tendencias de la producción, aprovechamiento y comercio

Panorama General

La producción mundial de la pesca de captura y la acuicultura y el suministro de pescado para la alimentación son actualmente los mayores jamás registrados y siguen siendo muy importantes para la seguridad alimentaria mundial, ya que proporcionan más del 15 por ciento del suministro total de proteínas animales.

China continúa siendo con mucho el mayor productor, ya que su producción pesquera declarada fue de 41,6 millones de toneladas en 2000 (17 millones de toneladas procedentes de la pesca de captura y 24,6 millones de la acuicultura), lo que se estima proporciona un suministro de 25 kg de alimentos per cápita. Sin embargo, hay cada vez más indicaciones de que las estadísticas de la producción de la pesca de captura y acuicultura de China son demasiado elevadas, problema que se ha acentuado desde comienzos de los años noventa. Debido a la importancia de China y a la incertidumbre de sus estadísticas de producción, se suele tratar a este país por separado del resto del mundo

Aparte de China, la población mundial ha crecido con mayor rapidez que el suministro total de pescado para la alimentación que proporciona la producción, lo que se traduce en una reducción del suministro mundial de pescado per cápita de 14,6 kg en 1987 a 13,1 kg en 2000 (Figura 2). Esta disminución se ha distribuido de forma desigual. En algunos países y regiones ha disminuido el consumo de pescado, mientras que en otros se ha mantenido relativamente estable o ha aumentado ligeramente.

En 2000, la producción mundial declarada de la pesca de captura, con exclusión de la de China, volvió al nivel de comienzos de los años noventa, ya que totalizó entre 77 y 78 millones de toneladas. Este resultado siguió a las oscilaciones del período 1994-1998 debidas a la influencia de El Niño en las capturas de anchoveta del Perú. Se han registrado recientemente algunos incrementos relativos en otras regiones, sobre todo en aguas continentales de Asia, el océano Índico y el Pacífico centro-oeste. En algunas zonas, se han registrado descensos con respecto a las cifras de 1998, especialmente en el Pacífico norte.

Esta estabilidad general de la situación de las capturas mundiales oculta diferencias regionales. En el Pacífico noroeste, las capturas totales declaradas se han duplicado pasando de unos 12 millones de toneladas en 1970 a 23 millones en 2000. A comienzos de los años setenta correspondía a China un 20 por ciento aproximadamente de este total, pero en 2000 su parte ha aumentado a más del 60 por ciento. El rápido crecimiento de la producción declarada de China, especialmente el aumento de dos veces y media de sus capturas a casi 17 millones de toneladas desde 1990, contrasta netamente con la reducción a casi la mitad de las capturas de otros países de la región, que disminuyeron a menos de 9 millones de toneladas durante el mismo período.

A diferencia de la pesca de captura, la producción de la acuicultura ha seguido creciendo sensiblemente. Con exclusión de China, la producción acuícola mundial (sin incluir las plantas acuáticas) registró una tasa de crecimiento medio anual algo menor (5,3 por ciento) en los años noventa que en los ochenta (7,1 por ciento). Se cree que la acuicultura continúa teniendo potencial en muchas zonas y en relación con muchas especies.

El empleo en los sectores de la producción primaria de pesca de captura y acuicultura se ha mantenido relativamente estable desde 1995, y se calcula que trabajaban en ellos unos 35 millones de personas en 2000. De ese total, el 65 por ciento correspondía a la pesca de captura marina, el 15 por ciento a la pesca de captura continental y el 20 por ciento a la acuicultura.

El comercio internacional de productos pesqueros ha vuelto a alcanzar una nueva cota máxima en valor ascendiendo a 55 200 millones de dólares EE.UU., lo que representa la continuación de la tasa de crecimiento anual del 4 por ciento registrada en el pasado decenio. El comercio neto de exportación de los países en desarrollo aumentó de 10 000 millones de dólares en 1990 a 18 000 en 2000, lo que equivale a un crecimiento real (corregido respecto de la inflación) del 45 por ciento.

Los pronósticos mundiales relativos a los límites máximos de la pesca de captura, que se habían realizado desde comienzos de los años setenta, se están confirmando cada vez más con las pruebas obtenidas en los últimos años. Persiste la preocupación mundial sobre la fiabilidad de las estadísticas (véase el Recuadro 1 y Estadísticas fiables: base esencial para la ordenación pesquera eficaz, Parte 2), así como por el hecho de que el avance y la orientación de la investigación pesquera y los sistemas de información en que se basa no alcanzan a satisfacer la necesidad de comprender las relaciones entre la pesca y el medio ambiente y entre la ordenación y el desarrollo pesqueros. Como se reconoce que la sobrecapacidad de pesca y el alcance mundial de las operaciones pesqueras continúan ejerciendo efectos nocivos en las poblaciones ícticas, resulta cada vez más evidente la necesidad de que, en la ordenación pesquera a largo plazo y en las inversiones, se tengan en cuenta el medio ambiente y las fluctuaciones climáticas naturales a largo plazo (véase La pesca y la variabilidad climática a largo plazo, Parte 3), así como fenómenos episódicos como El Niño. Aunque se están realizando investigaciones sobre algunas de estas cuestiones, incluida la naturaleza y dimensiones de los efectos inducidos por los seres humanos en el clima, sigue habiendo muchos motivos de preocupación que exigen nuevos compromisos y metodologías. Por ejemplo, la frecuente falta de datos básicos sobre la pesca de subsistencia y en pequeña escala, como ocurre en muchas aguas continentales, contribuye a fracasos en la ordenación y en la adopción de políticas encaminadas a evitar la sobreexplotación, la reducción de las poblaciones y el aumento de la inseguridad alimentaria y la pobreza rurales.

Se está empezando a actuar en lo relativo a la gestión de la pesca marina y a la mejora de la ordenación pesquera, a medida que en un mayor número de zonas oceánicas la actividad pesquera está sometida a la autoridad de las organizaciones regionales de ordenación pesquera (OROP) y la comunidad internacional obliga a éstas a una mayor rendición de cuentas. Sin embargo, los progresos han sido escasos en algunas regiones y en muchas jurisdicciones nacionales. En aguas continentales, importantes pesquerías en grandes ríos y lagos adolecen frecuentemente de una gestión ineficaz. Los órganos regionales de pesca continental, cuando existen, tienden a tener un carácter sobre todo consultivo y no gozan de poder de gestión. La mayoría de las pesquerías continentales están sujetas sólo a la jurisdicción nacional, especialmente las de zonas tropicales donde mayor es la presión del crecimiento demográfico, lo que se traduce en un aumento del esfuerzo de pesca. Parece probable que, a largo plazo, la oferta de pescado podrá satisfacer la demanda mundial sólo si suben ligeramente los precios reales del pescado. Esto supone que la acuicultura seguirá creciendo, lo que implica que deberán afrontarse las preocupaciones ambientales que plantea.

Fuente: http://www.fao.org/docrep/005/y7300s/y7300s04.htm