El total de inversiones en la tecnología agrícola de avanzada aumentó en el mundo más de 40% en 2018, y alcanzó los 17.000 millones de dólares, la mitad en Estados Unidos, 30% en la República Popular China y el resto en distintas partes del sistema global. Significa que la inversión high tech agroalimentaria ha crecido más de 8 veces en los últimos 6 años.
Llegaron el año pasado a 1.442 con un crecimiento de 11% anual. Prácticamente la totalidad ocurrieron en Estados Unidos y China.
Lo que está sucediendo en el mercado global, especialmente en las dos superpotencias –EE.UU. y la República Popular- es una tentativa sistemática de reinventar el sistema mundial de producción de alimentos, un proceso de extraordinario dinamismo que recién se encuentra en su fase inicial. A la cabeza de esta transformación tecnológica sistémica se halla la ingeniería genética, que es la punta de lanza del conocimiento biotecnológico de la época.
La edición de genes –mezcla artificial de material genético- comenzó en 1973 con la tecnología de la combinación de ADN, y dio origen a las semillas genéticamente modificadas (GM) que transformaron a la agricultura mundial.
Ahora la clave es la incorporación de genes específicos en las distintas producciones agroalimentarias, con el objeto de hacerlas resistentes a determinadas enfermedades, o a cambios climatológicos previamente ubicados temporal y espacialmente.
La producción de salmón con tecnología genética ya ha sido adoptada en Canadá, lo que implica el libre consumo de esta innovación fundamental en el mercado canadiense.
Consiste en agregar –“editar”- dos genes específicos provenientes de otras variedades ictícolas en el “Salmón Atlántico”, que es el más valioso, con el objeto de tornarlo más grande y de más rápido crecimiento, con ganancias de productividad de más de 30%. Esta producción es comerciable en Canadá desde 2017.
La ingeniería genética se ha volcado en Gran Bretaña a la “edición” de carne avícola, centrada en la creación de aves resistentes a diversas enfermedades, a través de la eliminación de virus específicos como los de la “gripe” o “influenza”, que es la raíz de periódicas pandemias.
La cuestión ahora es la “edición” de proteínas humanas en huevos avícolas para prevenir enfermedades humanas de distinto tipo. Se estima que esas nuevas variedades estarán disponibles en el mercado en los próximos 2 o 3 años.
Lo decisivo en este momento en materia de ingeniería genética es lo que se refiere a la producción de cerdos genéticamente modificados que sean resistentes al virus que ocasiona el “Síndrome Respiratorio y Reproductivo” (PRRS), que está diezmando la población porcina de la República Popular, con la pérdida de más de un tercio de su ganadería (150 millones de cabezas), lo que está transformando el mercado mundial de carnes.
Este es el mayor desafío de la ingeniería genética en este momento de su historia. Allí se pone en juego toda la capacidad de innovación y descubrimiento del sector de avanzada de la revolución biotecnológica mundial.