El mundo enfrenta una nueva amenaza para la seguridad alimentaria y nutricional, debido a que la nueva enfermedad generada por el virus zoonótico SARS-CoV-2 (COVID-19), declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS), está teniendo profundas consecuencias en términos sanitarios, sociales y económicos. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), alerta que ya está generando repercusiones en los sistemas alimentarios del mundo, por la interrupción de la producción agrícola y de las rutas de suministro de alimentos, amenazando a los países más vulnerables con un incremento del hambre y la pobreza (FAO, 2020a).
El reciente Informe Global sobre Crisis Alimentarias 2020[1] (GRFC, por sus siglas en inglés) de la Red de Información de Seguridad Alimentaria (FSIN, por sus siglas en inglés), estima que en este 2020, aumentará considerablemente el número de personas con inseguridad alimentaria y nutricional aguda[2] (IPC/CH Fase 3 o superior)[3], con respecto a los 135 millones[4] en 55 países (16 por ciento de la población mundial) que ya padecían esta situación en 2019. Esto significa que se encontraban en una situación extrema dentro del espectro del hambre debido a conmociones o crisis preexistentes, que ahora, en el contexto del COVID-19, podría profundizarse aún más y aumentar su grado de vulnerabilidad (FSIN, 2020).
Sin embargo, los efectos de esta pandemia sobre los sistemas alimentarios del mundo en el corto plazo, no debería distraernos de la crisis climática, que permanecerá con nosotros por mucho más tiempo y con impactos catastróficos aún mayores. Según Roubini (2020), los fenómenos climáticos, llevan mucho tiempo dejando a la deriva diversos riesgos socioeconómicos y ambientales, y a medida que se suman los riesgos generados por el COVID-19 a diferentes escalas, podrían desencadenarse consecuencias devastadoras sobre los sistemas alimentarios. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) (2020a), advierte que la atención dirigida al combate de la enfermedad, no debe desviar la necesidad de combatir el cambio climático, que, según el informe de la FSIN (2020), fue uno de los factores claves[5] que impulsó a 34 millones de personas a la inseguridad alimentaria en 2019. LEER. MÁS …https://bit.ly/2XSqIQg