Las salchichas no crecen de los árboles

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La ganadería industrial, un motor que impulsa deforestación y cultivos transgénicos. Una paradoja: La producción de carne genera hambre.
Un problema con salida ¿La solución? ¿No comer carne? No, no tenemos por qué decir adiós a la proteína animal, pero sí es necesario que reduzcamos sustancialmente el consumo, especialmente de la carne barata de ganadería industrial y apostar por un modelo de ganadería respetuoso con el medio ambiente y las personas, que no esquilme los recursos del planeta, que no maltrate animales y que garantice nuestra salud. La ganadería local y respetuosa con el entorno es clave para afrontar los problemas ambientales y sociales que vivimos. Es urgente promover una ganadería donde los animales se alimenten de pastos y otros alimentos producidos localmente, que necesite menos energía y genere menos residuos, dotando a los suelos de materia orgánica y regenerándolos de forma natural, lo que a su vez retiene agua y combate el cambio climático. A su vez, este modelo nos permite obtener una carne de mejor calidad, con menos grasa.

Una pulguita de jamón a media mañana, una hamburguesa para comer, salchichas en la cena; al día siguiente, una pulguita de jamón, una pechuga de pollo en la comida, bacon para cenar, y así un día tras otro. Un día, puede pasar, dos, pero repetir está dinámica, tres días, cuatro días, cinco días a la semana, es aquí donde tenemos el problema.

En España consumimos una media de 51 kilos de carne por persona al año. Si tenemos en cuenta que somos 46 millones de habitantes, estamos hablando de 2,3 millones de toneladas de carne, el equivalente a 7 edificios como el Empire State. Para proveernos de toda la carne que comemos, dedicamos prácticamente la mitad de todos los recursos hídricos y agrícolas utilizados a nivel mundial.

La ganadería industrial, un motor que impulsa deforestación y cultivos transgénicos

Esta demanda de recursos para alimentar al ganado, y que así en Europa y EE.UU. podamos comer carne a diario, también ha situado a la ganadería industrial como la principal causa del cambio climático. Según la FAO, el 70% de la deforestación en América Latina se debe a la ganadería. Los cultivos de soja y maíz transgénico siguen ganando espacio a la superficie selvática del Amazonas. A pesar de la insistencia científica en conservar los bosques: los pulmones del planeta adolecen de raquitismo.

Agrava los problemas hídricos

Pero qué más hay detrás de la carne que comemos. Tan solo para producir un kilo de carne son necesarios 15.000 litros de agua. En España llevamos ya cinco años de sequía, sin embargo, se proyecta la construcción de varias macro-explotaciones, como la de Noviercas en Soria, con más de 20.000 vacas de leche, o las dos instalaciones que suman más de 14.000 cerdos en Toledo, y la continua expansión en Aragón. Estas explotaciones intensificarían la escasez de agua de forma alarmante en los municipios cercanos. Sin ir más lejos, tan solo con las dos macro-explotaciones en Gamonal, Toledo, se utilizarían 43 millones de litros de agua al año, es decir tanta agua como la que consumen la mitad de los habitantes de toda la provincia de Toledo, más de 340.000 personas.

Estas granjas de explotación animal dejan otro reguero de problemas en su zona de asentamiento: los purines. Los excrementos del ganado contaminan suelos y acuíferos por su alta concentración; solo en Cataluña, 142 municipios tienen problemas para acceder al agua potable por estar contaminada por nitratos.

Una paradoja: La producción de carne genera hambre

La lista de impactos no acaba. La ganadería industrial acapara el 70% de la superficie agrícola, campos de cultivo en los que se podrían producir alimentos para las personas, se dedican a alimentar el negocio de la carne barata. En un contexto global donde más de 800 millones de personas pasan hambre, es una exigencia a todos los niveles que tenga lugar reparto equitativo de los recursos. Contamos con alimentos para todo el mundo, incluso para una población en aumento.

Un problema con salida

¿La solución? ¿No comer carne? No, no tenemos por qué decir adiós a la proteína animal, pero sí es necesario que reduzcamos sustancialmente el consumo, especialmente de la carne barata de ganadería industrial y apostar por un modelo de ganadería respetuoso con el medio ambiente y las personas, que no esquilme los recursos del planeta, que no maltrate animales y que garantice nuestra salud.

La ganadería local y respetuosa con el entorno es clave para afrontar los problemas ambientales y sociales que vivimos. Es urgente promover una ganadería donde los animales se alimenten de pastos y otros alimentos producidos localmente, que necesite menos energía y genere menos residuos, dotando a los suelos de materia orgánica y regenerándolos de forma natural, lo que a su vez retiene agua y combate el cambio climático. A su vez, este modelo nos permite obtener una carne de mejor calidad, con menos grasa.

Fuente: Ecoticias