Ni una tortilla de patatas, ni un huevo frito, ni un tocino de cielo. Hay personas que no pueden probar -en muchos casos ni tocar- nada que contenga el huevo de la gallina. Te contamos por qué.
Es, junto con la de la leche, la alergia más frecuente. Su prevalencia se sitúa entre el 1% y 2% de la población, aunque la sensibilización según pruebas cutáneas y laboratorio puede alcanzar el 5%.
¿Qué es?
Es una reacción adversa causada por un mecanismo inmunológico que se produce por la ingestión y el contacto con huevo.
¿Cuáles son sus causas?
Como en todas las alergias, suele existir un primer contacto que se tolera bien, pero durante este el huevo actúa como sensibilizante (prepara a la persona para ser alérgico) y las posteriores ingestas o contacto son las que producen los síntomas. El sistema inmunitario reacciona fabricando anticuerpos específicos contra este alimento, diseñado para luchar contra el ‘invasor’. Estos anticuerpos, denominados inmunoglobulina E (IgE), desencadenan la liberación de ciertas sustancias químicas dentro del organismo, una de las cuales es la histamina. La mayoría de las reacciones se producen principalmente por ingerir la clara, ya que contiene los alérgenos mayores, aunque también se puede producir por la yema.
¿Cuáles son los principales síntomas?
Varían de una persona a otra y, por lo general, se producen después de ingerir huevos o productos que lo contengan (incluso trazas del mismo). Los más comunes son: urticaria (la más frecuente), congestión nasal, moqueo y estornudos, síntomas digestivos (cólicos, náuseas y vómitos) y signos de asma (tos, silbido al respirar o dificultad para hacerlo y opresión en el pecho). Una reacción grave puede llevar a la anafilaxia, una urgencia potencialmente mortal que requiere una inyección inmediata de epinefrina (adrenalina) y el traslado a urgencias. Sus signos son: constricción de las vías respiratorias, como inflamación de la garganta o un nudo en la misma que dificulta la respiración, dolor y cólicos abdominales, pulso acelerado, colapso vascular, arritmia cardiaca y descenso de la presión arterial con mareos o pérdida de conocimiento.
¿Cómo se diagnostica?
Si el paciente no ha sido sometido a un tratamiento de inducción a la tolerancia al huevo o no ha superado la terapia debe seguir una alimentación variada y equilibrada, para asegurar que no se produzca ningún déficit de nutrientes. Es importante que evite la leche condensada y los lácteos enriquecidos con nata, el flan, las natillas, el huevo en polvo, sucedáneos o productos que contengan huevo (mayonesa, gelatinas, merengues, ciertos helados, turrones o derivados cárnicos (salchichas comerciales, fiambres, embutidos, foie-gras, patés).
Fuente: El Confidencial