El artículo afronta un análisis sobre la sostenibilidad de las aves rurales teniendo en cuenta el contenido del Pacto Verde Europeo y de su Estrategia ‘De la Granja a la Mesa’ y la de Biodiversidad para 2030. Considerando toda la vida del producto y no solo el de base, sino todo el conjunto de bienes y servicios que las aves rurales ofrecen a la sociedad, el carácter extensivo de sus producciones, el acceso a parques con vegetación, el desarrollo en el ámbito de la agricultura familiar y su marcada orientación a los circuitos cortos de comercialización, y a la calidad, las aves rurales están en el corazón del Pacto Verde Europeo.
Las aves rurales mejoran las condiciones de vida de unos avicultores que se sienten orgullosos de sus producciones y satisfacen a los consumidores. Aportan rentas complementarias vitales para la economía familiar y para la dinamización de los territorios rurales. Y, al mismo tiempo, mejoran la competitividad del sector avícola, ya que lo hacen más rico y diverso para atraer a un mayor número de ciudadanos y consumidores.
Las aves rurales son sostenibles, sin embargo, deben lograr la influencia necesaria para que las normas legales tengan en cuenta sus particularidades, así como que garanticen un etiquetado que informe al consumidor de forma clara y honesta, preservando para ellas en exclusiva el uso de los valores que les son propios.
- INTRODUCCIÓN
Desde la publicación de la Directiva 1999/74 CE por la que se establecen normas mínimas de protección de las gallinas ponedoras, el sector avícola de puesta –europeo y español– está inmerso en una transformación en busca del bienestar animal aceptado por la ley y la sociedad del momento. Esta evolución le ha llevado de producir huevos de gallinas en jaulas casi exclusivamente, a ir aumentando poco a poco la producción de huevos de: «gallinas camperas», «gallinas criadas en suelo» y «producción ecológica». A finales de 2019, el número de explotaciones con sistemas de cría alternativos ya sumaban el 64 % del total aproximadamente, mientras que en 2009 solo eran el 40 %. Sin embargo, en España, entre todos los censos correspondientes a los sistemas de «suelo», «camperas» y «ecológicas», el total de gallinas solo alcanza el 23 %, muy lejos de la media de Europa (52 %) y más aún de los países que en esto van en cabeza, como Alemania, Holanda, Austria, Dinamarca o Suecia, donde la situación de las gallinas en jaulas es muy minoritaria. Las explotaciones avícolas dedicadas a la puesta de huevos fueron bajando hasta hacer su mínimo en 2012, con algo más de 1.000, para después ir en aumento año tras año hasta alcanzar las 1.379 en 2019 (1). Por lo tanto, las «alternativas», en general, son explotaciones con un número de aves mucho menor que las convencionales –con jaulas– y hacen que la cantidad de explotaciones y de productores aumente. Con ellas, el sector se expande.
Hoy en día, esta transformación continúa a un ritmo todavía mayor. Por tanto, podemos decir que el sector, más allá de las exigencias legales, forzado por las decisiones de la distribución y de la industria alimentaria, se ve obligado a dejar de producir huevos con gallinas enjauladas. La mayor parte de las principales distribuidoras y las más grandes empresas alimentarias han anunciado públicamente su compromiso para dejar de vender, o de utilizar en sus producciones, huevos de gallinas criadas en jaulas. Incluso, se han comprometido apoyando la iniciativa ciudadana ‘End the Cage Age’ con una carta dirigida a la Comisión Europea (2). Así pues, en unos pocos años todo el sector productor de huevos será «alternativo» (3). La jaula ya no es una opción. Considero que todo esto no sería posible si de fondo no lo impulsara el deseo de los ciudadanos y consumidores europeos de un mayor bienestar animal.
Estas nuevas granjas «sin jaulas» son producciones mucho más intensivas que las que se desarrollaron a principios del actual siglo. Aquellos productores alternativos instalaban pequeñas granjas de gallinas camperas en un solo nivel, ya que el mercado era pequeño, pero también porque el modelo estaba pensado con el objetivo de producir solo para una parte estaba pensado para producir solo a una parte reducida de los consumidores, que era exigente y que estaba predispuesta a informarse más en profundidad. Estas granjas «alternativas» iniciales se pueden mostrar abiertamente al consumidor. Se construyeron por pequeños y, en muchos casos, nuevos avicultores para una libertad y bienestar máximo de las aves muy en línea de la imagen que el consumidor tenía del modelo de producción: son visitables. Aquellos pioneros hoy ven cómo se desarrolla una intensificación sobre los valores e imágenes que ellos crearon. Esta intensificación de la producción «alternativa» que logra eficiencias en la producción con reducción de costes que las pequeñas explotaciones no pueden alcanzar, les deja sin poder competir por precio en el gran mercado donde la comunicación con el consumidor queda relegada a la etiqueta. El etiquetado obligatorio del sistema de cría de las gallinas iguala a todas las producciones «alternativas» en una sola categoría. Los pequeños productores tienen muy difícil alcanzar la competitividad si no pueden por costes, ni por necesidad de márgenes unitarios y les usurpan sus imágenes que comunican al consumidor los valores que le son propios: pequeña explotación, artesanía, libertad… Más aún, la autorización (consensuada entre el Ministerio y las comunidades autónomas) de incluir en el etiquetado la mención «libres de jaulas» facilita la pretensión de simplificar en una sola categoría todo huevo que no sea producido con jaulas, perjudicando, a mi juicio, a las producciones con acceso al aire libre y a la correcta información del consumidor. La verdad es que, si se hubiera elegido la mención «libres de campo» para los huevos producidos en jaulas, aún hubiera sido peor.
La producción alternativa de carne de ave en España –la principal será la de pollos– se ha desarrollado muy poco todavía, ya que las condiciones no han sido muy favorables hasta ahora. Un cumplimiento escaso de las exigencias legales sobre el etiquetado facultativo de los sistemas de cría y la falta de mataderos preparados para sacrificar unas aves con morfología y necesidades de procesado diferentes a los «broiler» son las razones fundamentales que han impedido el desarrollo de la actividad. Pero esta realidad está cambiando. La publicación del Decreto 1086/2020, de 9 de diciembre, hace posible la instalación de pequeños mataderos para sacrificar aves de la propia explotación, que son vendidas en pequeñas cantidades en circuitos cortos de comercialización, además de regular excepciones a la norma general para los mataderos de reducida capacidad. Si sumamos a estas medidas de flexibilización, el cumplimiento de la norma de comercialización en cuanto al etiquetado facultativo del sistema de cría (4), los problemas de calidad de la carne de pollo «broiler», la necesidad del sector de ganar margen y diferenciación frente a producciones de regiones de Europa –y otras del mundo– con menores costes de producción y, además, un creciente interés de los consumidores por el origen y la manera en la que se producen sus alimentos, así como de un mayor bienestar animal, veremos en los próximos años un aumento en el desarrollo de la avicultura alternativa de carne de ave en Europa y en España. Como en el caso de los huevos tendremos, por un lado, la producción alternativa más intensiva y exigente en capital, y por otro, a las aves rurales.
- DE LA AVICULTURA ALTERNATIVA A LAS AVES RURALES
Entendemos por aves rurales a productores y producciones muy diferentes, pero que tienen una ética y notas comunes. Desde aves vendidas en vivo para cría y consumo en el hogar, a aves listas para consumir y a huevos producidos por pequeños productores independientes o asociados en organizaciones orientadas a la calidad y diferenciación (algunos amparados por admirados sellos de calidad diferenciada como Eusko Label en el País Vasco o el Label Rouge francés) y que tienen por valores más habituales:
Explotaciones de tamaño limitado, de escala humana.
Cría con acceso al aire libre.
Mayor bienestar animal.
Utilización de estirpes de crecimiento lento y adaptadas a la cría con acceso al aire libre.
Producciones de mayor calidad y sabor.
Que se desarrollan dentro del concepto de agricultura familiar:
Arraigadas al terreno, a su cultura y tradiciones.
Contribuyen a la conservación y dinamización de los territorios.
Facilitan la incorporación de jóvenes por exigir inversiones a su alcance.
Atraen a los más jóvenes por desarrollarse con modos de producción mejor valorados por ellos y por la sociedad. Se sienten orgullosos de sus explotaciones.
Aportan rentas complementarias y permite una dedicación que facilita la conciliación.
Es una fuente de empleo femenino en el mundo rural.
Gran orientación comercial a circuitos cortos.
Por estas características comunes, las aves rurales son algo distinto de la avicultura alternativa como se está configurando hoy.
Según las estimaciones de ERPA (European Rural Poultry Association) con los datos aportados por sus asociados, las aves rurales pueden suponer aproximadamente un 5 % de la avicultura europea.
Su presencia es muy importante en algunos países y regiones de Europa, como en Francia, donde las aves Label Rouge y Bio son elegidas por los consumidores en dos de cada tres compras de canales enteras de pollo para consumo en el hogar y en un 27 % de las compras de huevos (5). O aquí, en el País Vasco donde, según los datos de 2019, los huevos con sello de calidad superior Eusko Label llegan al 6 % del total de huevos producidos en Euskadi (17 productores con 102.000 gallinas) y los pollos de Caserío Vasco Eusko Label (sistema de cría campero tradicional) suman el 15 % del total de pollo producido en la Comunidad (32 productores con 82 unidades de producción) (6). Además de estas destacadas producciones de aves rurales, ya son cientos de granjas las que se desarrollan en España aportando rentas complementarias o siendo la fuente principal de ingresos de emprendedores que desean vivir en el mundo rural, muchas veces en zonas desfavorecidas, a las que aportan dinamismo y juventud. Sobre la sostenibilidad de estas producciones hablaremos a continuación.
- LA SOSTENIBILIDAD DE LAS AVES RURALES
Las aves rurales deben celebrar la llegada del Pacto Verde Europeo y su Estrategia ‘De la Granja a la Mesa’ y la de Biodiversidad para 2030, ya que los valores que caracterizan a las aves rurales las colocan en el centro de sus objetivos y consideraciones como iremos viendo más adelante. Podemos pensar que, a mayor coincidencia, más próximas están de la sostenibilidad. Aunque, finalmente, haya que analizar cada explotación para ver su realidad y posibilidades de mejora.
Pretender el desarrollo sostenible entendido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones» (Informe Brundtland, 1987) hace que las aves rurales sean hoy más competitivas al ser valoradas por el conjunto de bienes y servicios que proveen a la sociedad y no solo por el producto de base.
El Pacto Verde Europeo, con su objetivo primario de convertir a Europa en climáticamente neutra en 2050, contiene como uno de sus elementos esenciales la Estrategia ‘De la Granja a la Mesa’ que, después de reconocer que la agricultura «es el único sistema importante del mundo que ha reducido sus emisiones de gases de efecto invernadero (GSI)», tiene en cuenta que «los sistemas alimentarios siguen siendo uno de los principales motores del cambio climático y la degradación del medioambiente» y que «existe la necesidad urgente de reducir la dependencia de plaguicidas y antimicrobianos, disminuir el exceso de fertilización, aumentar la agricultura ecológica, mejorar el bienestar de los animales y revertir la pérdida de biodiversidad». Se presenta como una oportunidad «para impulsar la economía, mejorar la salud y la calidad de vida de las personas, cuidar de la naturaleza y no dejar a nadie atrás». ARTICULO COMPLETO EN: https://avicultura.com/avicultura-alternativa-y-sostenibilidad-1a-parte/