La buena Gobernanza de los Servicios Veterinarios, factor clave para un mejor control de las Enfermedades de Origen Animal

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Las enfermedades de origen animal están suscitando una creciente preocupación en el mundo entero, ya que no sólo constituyen una amenaza para los propios animales, sino que también pueden afectar la salud del hombre. Esta alarmante situación se justifica hoy en particular, en el creciente número de enfermedades animales emergentes- comunes al animal y al hombre- que acompañan el nuevo escenario de globalización en el transporte de mercancías y el cambio climático.

El comercio internacional- tanto legal como ilegal de animales- estimado en miles de millones de dólares, crece continuamente y contribuye también a la diseminación global de nuevos patógenos y enfermedades emergentes. De ahí que, una mejor comprensión de las enfermedades presentes en la naturaleza y sus efectos sobre las diferentes especies animales y el hombre, resulte primordial para poder desplegar eficientes programas de control.

Los principios que rigen la vigilancia y el control de enfermedades de origen animal son más que claros. Por una parte, debemos contribuir de muchas maneras a evitar la desaparición de especies en riesgo, mantener la diversidad biológica, conocer mejor la situación sanitaria de todas las poblaciones animales, pero al mismo tiempo proteger a la población humana y la población de animales domésticos contra la introducción de enfermedades.

Y esta alta responsabilidad recae más que nada en los Servicios Veterinarios, requiriendo, por tanto, instituciones técnicamente competentes y con adecuados recursos que trabajen de manera eficiente, sostenible, y productiva, en cooperación con otras autoridades reglamentarias y organismos no gubernamentales en aras de superar tan difícil reto.

Ello implica, por ende, que se consagren de una voluntad política, dedicación, y transparencia en el uso de los recursos necesarios, para lograr la implementación de normas y directrices, incentivar e intensificar las investigaciones científicas. Es entonces de todo esto, que el trabajo de los Servicios Veterinarios no se puede concretar cabalmente sin mecanismos de colaboración y alianzas con todos aquellos sectores productivos, financistas, con ONG nacionales y extranjeras, cuyos lazos de relación contribuyan con el control eficaz de las enfermedades de origen animal.

  1. Los Servicios Nacionales de Salud Animal. Una mirada por dentro.

Aunque profundizar en los esquemas o estructuras de trabajo de los servicios de salud animal en los diferentes países puede resultar un tanto complejo, creo necesario establecer cierto análisis de lo que sucede entre países desarrollados y no desarrollados pues pienso que este examen nos hará considerar parte de lo que viene sucediendo hoy en lo que a prestaciones con eficacia se refiere.

Es sabido que los servicios veterinarios expanden sus ámbitos de acción en cuatro grandes frentes: servicios clínicos (tratamiento de animales enfermos y control de trastornos que limitan la producción); servicios preventivos (para evitar enfermedades epidémicas); suministro de medicamentos, vacunas y otros productos como la inseminación artificial, y la protección de la salud humana, por ejemplo, a través de la inspección de los productos derivados de animales comercializados para consumo humano.

En una mayoría de países desarrollados el cuidado clínico y preventivo de la salud animal constituyen bienes privados, ya que estos servicios incrementan el valor de los animales; por ello, son prestados por el sector privado o por el voluntario, lo mismo puede decirse de los productos farmacéuticos como la inseminación artificial. Una eficiente asignación de recursos requiere la eliminación de las subvenciones.

La principal responsabilidad del gobierno queda condicionada a actividades públicas evidentes, tales como: la vigilancia de las condiciones generales de la salud animal; la prevención de brotes de enfermedades animales contagiosas; la erradicación de enfermedades animales peligrosas para la salud humana; el control de la calidad de los insumos y los productos comercializados; el etiquetado veraz de medicamentos, vacunas y productos de consumo, así como, el entrenamiento del personal veterinario a varios niveles.

Por otra parte, en las instituciones de países con más desarrollo tienen un rol preponderante las asociaciones de productores agropecuarios, sobre todo, aquellas que aglutinan a los veterinarios y las de consumidores, pues juegan un importante rol en el debate político y contribuyen- directa e indirectamente- a la formulación de las políticas públicas, llegando a influir en el comportamiento y proyección del personal técnico gubernamental.

Los criterios bajo los cuales se producen, procesan, y mercadean los productos agropecuarios están bien establecidos y regulados por estrictas normativas, pues los controles son eficaces y la falta de cumplimiento puede resultar altamente costosa. Por lo tanto, todos los productores, de gran y pequeña escala, tienen interés en la salud de sus animales no sólo porque redunda en sus beneficios de buen negocio, sino porque el incumplimiento se puede revelar mediante controles estrictos en los centros de procesamiento (mataderos, industrias, etc.) e incluso en los mercados donde ya llega el producto final a comercializar.

Una parte considerable de estos logros constituyen el reverso en la mayoría de los países en desarrollo. La actividad pecuaria se caracteriza por el gran número de productores que no están totalmente orientados al mercado, hay muchos tipos de fallas de mercado, pobreza extrema en zonas donde la cría es la principal fuente de subsistencia y los sistemas de producción trashumante crean problemas para la eficaz prestación de los servicios. Otros problemas más complejos aún, incluyen la amenaza de brotes de enfermedades contagiosas difíciles de erradicar, la ausencia de activas asociaciones de productores pecuarios y la escasa relevancia de la práctica veterinaria privada, siendo estos elementos los que deberán ser tenidos más en cuenta al diseñar medidas de reforma.

Las reformas que precisan entonces los servicios veterinarios no distan mucho de lo que se acomete en otros servicios de orden público, ya que como premisa se gestionará mejorar la calidad y dar una mayor cobertura de aquellos servicios prestados a los productores pecuarios y el control eficaz de las enfermedades animales peligrosas para la salud humana, con la consiguiente reducción del costo de los mismos que resultan transcendentales y necesarios.

Siendo así, entonces el modelo descentralizado funcionaría mejor en las economías desarrolladas, pues en los países menos desarrollados coexisten diferentes factores, unos que proponen que las transformaciones pueden resultar igualmente exitosas, y muchos otros que aconsejan que deben ser hechas a la medida de las condiciones particulares.

Queda a merced de las circunstancias políticas y socioeconómicas reinantes en cada país el camino a desandar. Desde mi punto de vista solo quiero acotar algo: que cualquier reforma que se pretenda proponer o llevar a vías de hecho, deberá tener como eje transversal LA PARTICIPACIÓN, pero de todos los actores y no de manera selectiva, dado que en cualquier proceso de elaboración de políticas y nuevas legislaciones esta variable tiende a desconfigurar cierta dominación de poder en aquellos organismos a ser reformados.

  1. Hacia la buena gobernanza de los Sistemas Nacionales de Salud Animal y Pública.

A sabiendas que un 60% de las enfermedades humanas tienen su origen en los animales, organismos mundiales como la OIE y la FAO cooperan en la decisiva función de establecer normas que salvaguarden la protección de los animales contras las enfermedades, y la OIE con la OMS en aquellas de origen zoonóticas.

Fuente: ALA