En el sector avícola, después de que los “protectores” del bienestar de la gallina hubieran conseguido convencernos del cambio del sistema de producción del huevo, de la batería a los alternativos – llámense de suelo, camperos o ecológicos – y que mientras en algunos países europeos aquellas ya hayan desaparecido de los mercados y en España también estén en franca regresión, ahora parece que es el sector del pollo el que debe preocuparse, por tal como están yendo las cosas.
Aun no queriendo pecar de pesimistas, se nos puede argumentar que si con lo que antecede queremos advertir de un posible peligro, éste sería muy lejano pues, hasta ahora, el sector del pollo ha sabido defenderse muy bien – al menos en España -, habiendo conseguido ir elevando su consumo hasta alrededor de unos 30 kg per cápita y año – MAPA dixit, 2018 -.
Y así, salvo el desconcierto originado por la muy variada información que se divulgó. en 1999, con motivo de la crisis de las dioxinas belgas, y pese a la desafortunada traducción que se ha aireado, más de una vez, sobre la “gripe del pollo” – cuando lo correcto es llamarla “influenza aviar” –, la verdad es que, en España, este sector ha ido creciendo continuamente. Gracias a ello hemos podido disponer de una de las más valiosas fuentes de proteína animal, además asequible económicamente para todos los bolsillos.
Entonces, ¿de dónde viene nuestro temor?
Muy sencillamente, del mismo pollo … pero producido no como el “broiler” actual sino como “alternativo”, o con el nombre que sea, pero diferente de éste, el ave “industrial” que desde hace ya algo más de medio siglo comenzamos a entrar los españoles en nuestras granjas para inicia la crianza de las primeras estirpes de híbridos que nos llegaban entonces solo de Estados Unidos.
Y que conste ya para quienes piensen que para defender al actual broiler vamos a ir en contra de los otros tipos de pollos pues nada más lejos de la realidad, Pero ello no obsta para que intentemos dejar las cosas en su punto, advirtiendo de dónde vienen los tiros, al menos en esta controvertida Unión Europea a la que pertenecemos, para que nos coja desprevenidos.
Yendo al grano, nos remontaremos a mediados del año pasado cuando recibimos la noticia de que la bien conocida empresa norteamericana Kentucky Fried Chicken se había adherido al “European Chicken Commitment”, abreviadamente ECC – en castellano “Compromiso Europeo del Pollo” – para adquirir solo las aves producidas bajo sus normas a partir del año 2026 en 5 países europeos.
En sí, la noticia poco decía, al proceder de “Eurogroup for Animals”, un grupo paneuropeo defensor de los derechos de los animales, aunque indicando, además –traducimos textualmente – que “es una iniciativa que involucra a una gran coalición de grupos europeos de protección de los animales con el fin de destacar las inhumanas condiciones que prevalecen en la producción intensiva a gran escala de la carne de pollo”.
Dejando por un momento a este Grupo, añadiremos que el compromiso adquirido por Kentucky abarcaba a 6 países europeos: Alemania, Bélgica, Gran Bretaña, Irlanda, los Países Bajos y Suecia.
Y como no incluía entre ellos a España, uno de los mayores productores europeos de pollos, puestos al habla con la empresa en nuestro país, se nos ha indicado que, por el momento no se han adherido a tal compromiso, continuando con las normas de adquisición de pollos que han tenido hasta ahora.
Referencia:https://bit.ly/2ZD7OhG