Los nuevos conocimientos que hemos aprendido en 2021 sobre salud intestinal en aves al darle un enfoque holístico

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Los nuevos conocimientos que hemos aprendido en 2021 sobre salud intestinal en aves al darle un enfoque holístico

Resumen

La impresionante mejora genética del ritmo de crecimiento del broiler ha permitido a la avicultura cubrir el aumento mundial de la demanda de carne de ave de forma rentable para el ahorro de materias primas. El principal impulsor de esta mejora es un crecimiento más rápido, reduciendo la edad del pollo para un peso determinado.

Esta mejora en la ingesta de pienso sigue siendo un reto sobre la capacidad digestiva del intestino, aunque la selección genética ha prestado más atención al equilibrio del crecimiento con capacidades fisiológicas, no sólo a nivel intestinal, sino también en los sistemas respiratorio y locomotor, incluso en entornos difíciles. Sin embargo, los programas de selección no pueden simular todas las condiciones de campo y, en la práctica, los problemas de salud intestinal en los broilers se han convertido en las dos últimas décadas, desde una perspectiva global, en el factor de enfermedades más importante en cuanto a su impacto económico.

Por lo tanto, es esencial crear un intestino sano desde el momento del nacimiento y mantener unas funciones intestinales óptimas durante todo el crecimiento a fin de limitar el impacto de las enfermedades entéricas, como la coccidiosis, la enteritis vírica – como el reovirus o ARV – y la enteritis necrótica – NE -. Cualquier factor que comprometa la integridad de la mucosa intestinal y su comunidad bacteriana conducirá a una menor absorción de nutrientes. Además, la activación del sistema inmunitario y los procesos de reparación costarán valiosos nutrientes y energía que perjudicarán su utilización.

En conjunto, esta reducción de la absorción y utilización origina un ritmo de crecimiento subóptimo y un empeoramiento del índice de conversión del pienso. Una alteración del eje microbiota-intestino-cerebro – MGBA – con una retroalimentación negativa para la ingesta de pienso cuando hay un problema de salud intestinal parece conducir a una continuación de la ingesta, incluso cuando los cambios en la microbiota y el huésped podrían sugerir a los pollos reducir su ingesta para evitar una mayor interrupción de la fisiología intestinal. En conjunto, la aparición de disbiosis conduce a un círculo vicioso complejo de enteritis bacteriana – BE – en el pollo.

Debido al riesgo de resistencia a los antimicrobianos a causa de la preocupación de los consumidores por el bienestar animal y la seguridad alimentaria, la presión sobre su empleo ha favorecido las investigaciones para encontrar soluciones alternativas para el desarrollo de un sistema digestivo saludable sin el empleo de los antibióticos promotores del crecimiento. Así, para mejorar la salud intestinal y el rendimiento de los animales se han investigado cambios en el manejo y diferentes alternativas a los antibióticos, como son los probióticos, prebióticos, productos fitogénicos, ácidos orgánicos y enzimas. Lamentablemente, muchas de estas herramientas tienen dificultades para convencer en la práctica general ya que ha sido difícil entender cómo funcionan, en qué condiciones y a qué dosis, dónde se pueden esperar unos efectos aditivos y/o la sinergia entre ellos y cómo se puede maximizar el retorno de la inversión, con el crecimiento antimicrobiano aún como punto de referencia. .

El diagnóstico de la BE ha demostrado ser un verdadero reto debido a la ausencia de signos patognomónicos en la necropsia, pero un sistema de puntuación basado en signos específicos ha sido validado mediante el uso de parámetros histológicos. Ahora se está poniendo el foco en los biomarcadores – no invasivos – y se espera que esto facilite aún más la investigación sobre la BE.

Recientemente, se han desarrollado modelos para investigar la BE y se espera que estos apoyen la comprensión de los factores que influyen en la misma y, por lo tanto, faciliten una mayor sintonía entre los diagnósticos y las estrategias de mitigación.

Un enfoque holístico para la salud intestinal es mirar el conjunto, no sólo centrándose en las enfermedades entéricas, sino trabajando en todos los factores involucrados, teniendo en cuenta las complejas interacciones entre ellos: los patógenos, el pienso, la microbiota y la inmunidad del huésped.

Desarrollo de un ecosistema equilibrado de microbiota intestinal y la compleja interacción con el huésped

En el pasado, la investigación de la población bacteriana intestinal se ha hecho con técnicas de cultivo in vitro. Estas técnicas son capaces de evaluar sólo aquellas especies bacterianas que se pueden cultivar en diferentes medios en condiciones de laboratorio. Los enfoques modernos que utilizan técnicas moleculares han sido capaces de demostrar que una parte significativa de la microbiota intestinal no se evaluó adecuadamente. Cualquier conclusión sobre la composición de la microbiota intestinal y sus funciones debe sacarse con mucho cuidado. El uso de técnicas moleculares modernas ha conducido a una mejor comprensión del papel de la microbiota en la tolerancia oral y las funciones fisiológicas de un intestino sano y ha ayudado mucho a descalificar puntos de vista simplistas, como los “buenos” Lactobacillus spp. y las “malas” bacterias Clostridium spp.

Hoy en día, la microbiota se considera como una caja de herramientas genética que complementa el grupo genético del huésped. La investigación se centra en desentrañar las complejas interacciones, qué tipo de reserva genética está vinculada con una buena salud intestinal y entender cómo los genes, tanto del intestino como de su microbiota, se pueden encender y apagar con diferentes tipos de dietas, con el fin de alcanzar el mejor rendimiento: el nivel más bajo de inflamación y unas mejores propiedades digestivas y de absorción.

Lo que sabemos hasta ahora es que la composición de la microbiota intestinal está cambiando a lo largo de la vida de un individuo, volviéndose cuantitativa y cualitativamente más compleja con la edad. Además, hay factores ambientales, como la densidad de población, la composición de la dieta y la práctica de alimentación, el manejo, las condiciones del alojamiento, la carga de patógenos en el medio ambiente y el uso de antibióticos, que pueden modificar la microbiota intestinal. La retirada del pienso, especialmente durante largo tiempo, provoca una reducción en el número de especies bacterianas detectadas. Además, de un segmento del tracto gastrointestinal a otro, las poblaciones bacterianas del intestino varían significativamente. En el intestino delgado de un ave sana, los Lactobacillaceae spp. son dominantes, mientras que en los ciegos son los Clostrideaceae spp. los que prevalecen, lo que está relacionado con el pH y diferentes funciones fisiológicas de estos segmentos intestinales.

Hay algunos miembros de la comunidad microbiana asociada a la mucosa que se consideran especialmente cruciales para un estado saludable del intestino como son los Ruminococcaceae y Lachnospiraceae. Las bacterias que producen ácidos grasos de cadena corta, como el acético, el propiónico y el butírico, durante el proceso de fermentación de los carbohidratos dietéticos se consideran de apoyo para una buena salud intestinal. La producción de butirato cerca de las células epiteliales y en estrecha asociación con patógenos potencialmente invasores e histotóxicos promueve el desarrollo y recuperación de los villi, estimula la expresión de las proteínas de unión estrechas, limita la invasión patógenos potenciales como el E. coli y Salmonella spp. y promueve aún más un ecosistema microbiano beneficioso, lo que conduce a un aumento general de la salud tisular. Por el contrario, las bacterias mucina-desulfatantes y los reductores de sulfato crean sulfuro de hidrógeno, que mejora algunos patógenos y causa lesiones tisulares. Y los lipopolisacáridos – LPS – que contienen Enterobacteriaceae generalmente se consideran como relacionados con un estado de salud intestinal negativo.

A la hora de juzgar la composición del pienso, las acciones de manejo, los aditivos, las estrategias anticoccidiales, antivirales u otras que tienen como objetivo reducir el impacto de la BE, la evaluación del perfil del microbioma intestinal ahora se puede realizar más fácilmente, por ejemplo, mediante la secuenciación de la siguiente generación del 16S del ADN ribosomal. Tan importante también es la reacción del huésped a los cambios en la microbiota al poder ser investigada ahora más fácilmente, por ejemplo, mediante la evaluación de la expresión de mRNA de expresión de los genes implicados en la vía de la proteína quinasa activada por mitógenos.

El círculo vicioso de la enteritis bacteriana

Desde la prohibición de los promotores del crecimiento de antimicrobianos en Europa en 2006, los problemas de BE de los broilers han aumentado. La etiología de la BE es multifactorial. En los modernos pollos de engorde, seleccionados para un máximo crecimiento y una alta ingesta de pienso, la abundancia de nutrientes no absorbidos en los lúmenes intestinales, en ausencia de promotores de crecimiento con propiedades antibacterianas, provoca una cadena de eventos que exacerba la proliferación de algunos grupos de bacterias, originando una reacción inflamatoria de la pared intestinal. Esta reacción a su vez instiga cambios microscópicos y macroscópicos que, como en un círculo vicioso, originan un estado fisiológico más pobre y a malas funciones digestivas y absortivas, lo que conduce a la presencia de aún más nutrientes en el lúmenes intestinales y a un mayor sustrato para el crecimiento bacteriano.

Estos signos macroscópicos han dado lugar a un sistema de puntuación que tiene la ventaja de poder utilizarse en condiciones de campo con retroalimentación inmediata a los veterinarios en términos de tratamiento, en comparación con la histología que normalmente requeriría mucho tiempo para las conclusiones. Además de esto, el sistema macroscópico para la BE se puede combinar con la puntuación de lesiones de la coccidiosis. Aun así, se espera que la innovación en diagnósticos produzca en el próximo par de años unas pruebas basadas en biomarcadores que puedan apoyar y facilitar el diagnóstico en condiciones de campo.

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