El continente americano, de grandes dimensiones y diversidad étnica, sociocultural y económica, está destinado por su volumen de producción a ser uno de los principales proveedores de alimentos de origen animal para el mundo.
Las condiciones de cría, transporte y sacrificio de los animales varían entre países con características geográficas y climáticas diferentes. El presente artículo tratará de evaluar los principales factores impulsores del bienestar animal en las Américas, incluyendo normas de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), legislación, códigos de buenas prácticas, avances en materia de educación, formación, investigación y desarrollo. Se reconoce el rol fundamental que desempeña cada uno de los actores en el cambio de percepción respecto al bienestar animal, concientizando a la población y promoviendo la comunicación y la cooperación como motores de un cambio global en las Américas.
Existen iniciativas por parte de organizaciones internacionales y regionales, organismos de los sectores público y privado, academias y organizaciones no gubernamentales, con resultados alentadores. En 2009, la OIE creó el Centro Colaborador para la investigación en bienestar animal Chile-Uruguay, ahora denominado Centro Colaborador en materia de bienestar animal y sistemas de producción pecuaria con la reciente incorporación de México. El mismo trabaja en estrecha cooperación con los Delegados oficiales ante la OIE y con los puntos focales de bienestar animal de los Servicios Veterinarios.
Se adoptó la estrategia regional de la OIE relativa al bienestar animal para las Américas en 2012, bajo la coordinación de la Representación Regional de la OIE para las Américas como guía para desarrollar futuras políticas basadas en un enfoque regional. La capacitación, difusión y transferencia de conocimiento es la forma de lograr un cambio cultural que mejore el bienestar animal, la seguridad de los operarios y la rentabilidad del sector. Los resultados obtenidos demuestran que la unión de esfuerzos entre todas las instituciones y el rol activo del Centro Colaborador, así como de los programas de Educación Continua implementados a través de las Universidades, han sido muy eficaces.