Pollo ecológico y sin intermediarios

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En una ‘granja bioclimática’ los animales viven a su aire y comen a capricho
El resultado llega de Palencia: una carne de gran calidad

Esta es la historia de un emprendedor ‘ecológico’, un amante de la vida rural, de la cultura tradicional, y de la soberanía alimentaria, empeñado en ‘mover’ la vida en los pueblos.

Un hombre muy de moda, porque piensa ‘en verde’ y está convencido de que hay que reivindicar el derecho de los pueblos a controlar sus propias semillas, su tierra, su agua y la producción de alimentos, para que los consumidores tengan acceso a alimentos suficientes, variados y nutritivos.

Es Roberto Heras, natural de Velilla del Río Carrión (Palencia), aunque por circunstancias haya acabado viviendo y ‘paciendo’ al otro lado de la Montaña Palentina, en Nava de Santullán, un pueblecito del Valle de Santullán, donde ha puesto en práctica el primer pilar de su filosofía: ‘Pensar en global y actuar en local’.

Dice que empezó a meterse en el mundo de los pollos ecológicos, animado por un colega de lo ecológico, que le dijo que había demanda y faltaba oferta, aunque lo suyo hasta el momento era La Corte, una casa rural que gestiona junto a su mujer, Sonia Huesca, y su empresa de ocio, tiempo libre, educación ambiental, turismo rural y etnografía, Alaire.

Con ese mismo nombre ha bautizado su granja de pollos ecológicos, que ha echado a andar hace a penas un año, una vez levantado el gallinero dentro de una granja, por supuesto ecológica, en un entorno natural incomparable, la Montaña Palentina.

Todo muy respetuoso con el medio ambiente, el entorno y las tradiciones. Para empezar, su gallinero es ‘una bioconstrucción’ levantada con pacas de centeno, un aislante térmico muy potente, y tejado de teja, característico de la zona y acorde con la arquitectura tradicional.

En el interior se resguardan sus pollos, que han llegado a parar al norte de Palencia tras un viaje desde Reus (Tarragona). Allí, en la granja Pagés los meten en un furgón de Seur en cuanto eclosionan los huevos, para que los polluelos se despierten en su nueva casa, la que ha construido Heras para ellos, con decisión y el empujoncito de una subvención de la Diputación de Palencia para mantenimiento del empleo en el medio rural.

Ahora tiene una media de 380 pollos y cada mes saca un centenar con destino a los consumidores más exigentes. Su mercado está en la zona norte de Palencia, la provincia de Burgos y sur de Cantabria, donde sirve la carne exquisita de sus pollos y ha logrado tener «una clientela muy estable y agradecida» a la que ha llegado gracias «al boca a boca» y a su blog llamado El Pollo Ecológico.

Eso y la calidad contrastada de estas aves criadas ‘al aire’ en un enorme espacio donde campan a sus anchas, estiran las patas y las alas cuando lo desean, y se comen ‘todo lo que pillan’, las semillas de las herbáceas, las plantas que hay en el prado, hasta 46 especies entre flores y hierba, y toda la alfalfa que planta Roberto. ‘Hasta los brotes de la madreselva que planté para cubrir la valla que rodea el gallinero’, y que no llega a crecer jamás por culpa del apetito voraz de sus inquilinos, afirma.

Y eso cuando ya tienen tres meses, porque antes, de recién nacidos, se les alimenta con un pienso de arranque, cien por cien ecológico, que tiene todos los complementos vitamínicos, para llegar en perfecto estado de revista a la siguiente etapa. En ésta se alimentan con pienso de engorde, con cebada, trigo, maíz y soja y poco a poco van pasando al grano entero de trigo candeal y la cebada.

Una alimentación de primera para que sus pollos, de raza tricolor y rojo, lleguen a los cuatro o cinco kilos, con muy buena carne y poca grasa, en aproximadamente cuatro meses.

Entonces estarán preparados para ir al matadero de Amayuelas de Abajo, el único de la provincia de Palencia certificado para sacrificar pollos ecológicos.

Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2012/01/08/castillayleon/1326016828.html