Positiva sinergia empresarial entre la industria del huevo y la industria de la cerámica a favor de la economía circular

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Positiva sinergia empresarial entre la industria del huevo y la industria de la cerámica a favor de la economía circular

En 2002 verán la luz las primeras baldosas con cáscaras de huevo

En un ejemplo de libro de economía circular aplicada a la avicultura, el proyecto Lifeeggshelence verá sus primero frutos tangibles en 2022 con la puesta en el mercado de baldosas cerámicas con cáscara de huevo. Serán empresas de Castellón, gracias al ICT, las encargadas de llevar al mercado esta ambiciosa idea que permitirá la simbiosis industrial entre las empresas productoras de huevos y las empresas productoras de cerámica y azulejos para la construcción.

Las granjas de gallinas pueden convertirse en proveedores de la industria de la cerámica y los azulejos. Ese es el objetivo de un proyecto que busca convertir los residuos de las cáscaras de huevo en materia prima de los azulejos que lidera el instituto tecnológico de Castellón (ICT).  Este proyecto está cogiendo muy especialmente velocidad de crucero en Castellón, el mayor fabricante europeo de azulejos. En plena crisis por la escalada vertiginosa de las materias primas y el atasco en la cadena de suministro local, uno de los sectores industriales más exportadores de España, el azulejo, ha puesto su vista en las granjas avícolas como futura fuente de suministro de una de sus principales materias primas, el carbonato cálcico, que hasta ahora se extrae de explotaciones mineras. Una iniciativa que además ofrece una alternativa al sector productor de huevos para los problemas que generan estos residuos en grandes volúmenes.

España y en concreto Castellón tienen una muy importante industria manufacturera de cerámica y azulejos y además relativamente próxima a grandes complejos avícolas o empresas de ovoproductos. En toda Europa las empresas ovo productoras producen al año aproximadamente 150.000 toneladas de cáscaras de huevo. Un residuo del que se estima que cerca del 85% puede ser utilizado como carbonato cálcico, aunque con un origen mucho más sostenible que el extraído de las canteras de rocas calizas. Ese bio carbonato cálcico obtenido de residuos animales aporta claras ventajas tanto para los productores de huevos como para las fábricas cerámicas y por ello el Instituto de Tecnología Cerámica (ITC), que pertenece a la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunidad Valenciana (Redit) trabaja en un proyecto con el que busca empezar a producir ya en 2022 baldosas cerámicas con cáscaras de huevos.

“Para fabricar las baldosas cerámicas se consumen grandes cantidades de carbonato cálcico, entre el 10 y el 15 % en peso, junto con arcillas y arenas”, explica la doctora Francisca Quereda, responsable del proyecto en el ITC. Se estima que la industria cerámica española consume por si sola 150.000 toneladas de esa materia prima. “En España el bio-carbonato generado podría reemplazar casi un 10% del que se consume. A la vista de estos números la industria cerámica española podría absorber también el bio-carbonato generado en otros países de la UE”, explica Quereda.

Por ello, para desarrollar el proyecto, denominado Life Eggshelence, el centro tecnológico castellonense colabora con empresas y otras entidades europeas, como la Universidad de Aveiro de Portugal o el proveedor cerámico luso Adelino Duarte da Mota (ADM). También tiene como socios a las empresas castellonenses Euroatomizado, especializada en la materia prima del azulejo, y el fabricante de maquinaria cerámica Maincer. En cuanto a los productores de huevos, está presente la firma navarra Agotzaina. Además, la iniciativa cuenta con un consejo asesor que también aúna a asociaciones empresariales y compañías del mundo agroalimentario, como la Asociación Española de Industrias de Ovoproductos o Calidad Pascual, así como grandes fabricantes del mundo cerámico como Pamesa y Keraben.

Sus promotores además han conseguido el respaldo de la Unión Europea a través del Programa LIFE 2014-2020 de Medio Ambiente y Acción por el Clima. Los fondos europeos aportan el 55% del presupuesto de este proyecto de cooperación en innovación, que supera los 1,27 millones de euros, y que también cuenta con el apoyo del Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (Ivace).

“La principal ventaja que supone este proyecto para la industria azulejera es reducir el impacto ambiental asociado a la fabricación de las baldosas ya que permitirá fabricar azulejos con un menor contenido de materias primas vírgenes y con mayor contenido de material reciclado”, explica Quereda. Según la responsable del proyecto en el ITC, “cada vez existe una mayor cuota de mercado para las baldosas producidas con menor impacto ambiental respecto a las convencionales”.

Por su parte, para las firmas avícolas el principal beneficio consiste en que “se liberan de una problemática muy importante para ellas, ya que los residuos de las cáscaras de huevo, mayoritariamente llevados a vertederos, además de generar problemas de malos olores, impacto visual y quejas vecinales, tienen un coste de transporte y gestión”, apuntan desde el ITC. Según sus datos, para una empresa de huevos de tamaño medio, puede suponer entre 50.000 y 100.000 euros anuales.

Precisamente uno de los ejes fundamentales del proyecto es que los costes de utilizar la cáscara de huevos sean inferiores o similares a los que supone el proceso de extracción mineral actual. Antes de la actual escalada de los precios de las materias primas y del transporte, el coste de la tonelada de carbonato cálcico se situaba entre 30 y 35 euros por tonelada con el transporte incluido. Según las estimaciones iniciales, los consumos eléctricos del proceso de transformación de las cáscaras y el transporte hasta las cerámicas están entre 15 y 30 euros por tonelada, lo que lo convierte en una opción muy competitiva.

Desde el punto de vista técnico, para incorporar la cáscara de huevo a la composición cerámica, la principal dificultad es separar la membrana biológica que se encuentra adherida a la cáscara. Para hacerlo posible, los investigadores han diseñado junto con la empresa Maincer una máquina especial capaz de llevar a cabo ese proceso. “En este momento nos encontramos en la fase de construcción del prototipo que separará la membrana y dejará la cáscara limpia y preparada para ser reintroducida junto al resto de materias primas para fabricar el soporte de nuestros azulejos de revestimiento”. Así, Maincer se encargará de ensamblar el prototipo final, que se instalará en las instalaciones de la empresa ovo-productora Agotzaina previsiblemente en abril de 2022. La intención de los socios es que se puedan realizar las pruebas industriales entre septiembre de 2022 y junio de 2023 para demostrar que las cáscaras de huevo son una alternativa fiable. “La idea es producir al menos 4.000 metros cuadrados de azulejos con el bio-carbonato en porcentajes comprendidos entre el 5 y el 12%” explican desde el ITC.

Hay que recordar que este no es el único uso que se le puede dar a este subproducto del huevo, teniendo las mismas numerosas utilidades como esta en que se emplean cáscaras de huevo como soporte en el desarrollo de catalizadores para el tratamiento de aguas residuales. https://avicultura.com/positiva-sinergia-empresarial-entre-la-industria-del-huevo-y-la-industria-de-la-ceramica-a-favor-de-la-economia-circular/