La alimentación del rebaño reproductor se caracteriza por la alternancia de periodos de excedentes y de periodos de subalimentación.
Este hecho puede subsanarse mediante la adecuada gestión de las reservas corporales, en el caso de energía y minerales, por el contrario, la oveja dispone de escasas reservas movilizables de proteínas, siendo indispensable satisfacer siempre las necesidades proteicas.
Durante el ciclo de producción existen períodos críticos con relación a los aportes alimenticios:
- El período que precede y sigue a la monta.
- El final de la gestación.
- La etapa de lactación.
Para una adecuada gestión del sistema productivo es necesario controlar el estado corporal del animal al inicio de cada fase:
En la cubrición, haber alcanzado previamente un estado corporal medio y realizar una sobrealimentación energética, para aumentar la fecundidad.
Al final de la gestación, para evitar la subnutrición del feto y mantener un estado medio- alto pero, no excesivo, de reservas corporales.
Tras el parto, aumentar la concentración energética y proteica para favorecer la producción de leche y permitir que se alcance el equilibrio energético cuando se llegue nuevamente a la cubrición.
El manejo de la alimentación del rebaño reproductor está también influido por la evolución de la capacidad de ingestión de las ovejas a lo largo del ciclo de producción.
La ingestión permanece estable desde la cubrición hasta las 6- 3 últimas semanas de gestación, en las que disminuye entre 10- 20% hasta la víspera del parto, en la que se observa una caída importante de la capacidad de ingestión.
Tras el parto, al desaparecer la constricción del rumen producida por el volumen de los fetos y anexos, las posibilidades de ingestión aumentan rápidamente hasta alcanzar su máximo entre 5 y 6 semanas más tarde.
Aumenta en función de la producción láctea y disminuye de forma brusca con el destete de los corderos (producción de carne) o el secado de la ubre (producción de leche).