Los términos bienestar animal y sostenibilidad son conceptos que han cautivado el interés de diferentes sectores de la producción animal, del consumidor y de las autoridades. Es común escuchar que se utilizan en conjunto como si las acciones de una tuvieran una implicación directa en la otra o como sin uno no se tiene el otro. Sin embargo, a pesar de presentar una conexión se debe tener cuidado en su uso e interpretación. El objetivo de este artículo es analizar ambos conceptos, así como su relaciones e implicaciones para el futuro.
Definiciones
El término de bienestar animal no es nuevo. Sus orígenes residen varios siglos atrás e incluso uno puede remontarse hasta los tiempos de la Antigua Grecia, donde los animales fueron clasificados en un nivel jerárquico comparado con el humano, mientras que otros pensadores como Pitágoras o Seneca estaban en contra del maltrato animal. Incluso a lo largo de los años se observó este cuestionamiento sobre el cuidado que los animales deberían tener, siendo probablemente la publicación del libro de Ruth Harrison en 1965, “Animal machines”, la piedra angular para catapultar el desarrollo y percepción de bienestar animal como una ciencia. Uno de las consecuencias más notables de esta publicación es el reporte de Brambell que definió bienestar animal como un “término amplio que abarca las condiciones de bienestar físico y mental del animal” [1]. A partir de aquí surgieron varias definiciones y percepciones sobre la evaluación de bienestar animal que resaltaban no solo el cuidado animal desde un aspecto fisiológico, productivo o de salud física, sino también el de los estados mentales o afectivos (referencia a otro artículo).
Términos sin una definición aceptada universalmente
No obstante, a pesar de los muchos años del entendimiento del cuidado de los animales y el ahora llamado concepto de bienestar animal, no existe una definición aceptada universalmente del término bienestar animal [1]. De manera general, se ha convenido en la definición descrita por la Organización Mundial de la Salud Animal (OMSA) en el Capítulo Terrestre como “el estado físico y mental de un animal en relación con las condiciones que vive y muere”. Esta incluye como principio a las Cinco Libertades que describen las expectativas de la sociedad sobre las condiciones que los animales bajo el cuidado humano deben experimentar. De igual manera, el concepto de sostenibilidad se puede rastrear a antiguas civilizaciones como Antiguo Egipto, Mesopotamia, Antigua Grecia y época romana en la que se describe el impacto de civilizaciones sobre el ambiente como deforestación, salinización y pérdida de suelo para cultivos [2].
Estos impactos sobre el ambiente continuaron a nivel mundial y por varios siglos hasta la Revolución Industrial (mediados del siglo XVIII) donde resaltó el desarrollo económico y transformación de sociedades y por ende del área y forma donde vive el humano cambió drásticamente, lo que derivó en la interpretación en el mundo occidental de que modernidad es casi equivalente a progreso [2]. No es claro el momento preciso en que se consideró el impacto de las acciones humanas y sus consecuencias a futuro de manera global como actualmente lo consideramos, pero en la segunda mitad del siglo XX el término sostenibilidad y otros afines (i.e., sustainability y sustainable) aparecieron en el diccionario Oxford [2] probablemente secundario a continuas preocupaciones sobre escasez de productos e impacto en la vida moderna.
En 1987, la Comisión de Brundtland de la ONU definió sostenibilidad como “encontrar las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de que futuras generaciones conozcan sus necesidades ”. [3].Similar a la definición de bienestar animal, existen diferentes definiciones de sostenibilidad y no hay una definición universalmente aceptada.[4] En el idioma español es común encontrar el uso de “sostenibilidad” y “sustentabilidad”, así como derivados de los mismos. ARTÍCULO COMPLETO EN: https://www.porcicultura.com/destacado/bienestar-animal-y-sostenibilidad-analogia-o-sinonimia