La Política Agraria Común (PAC) se crea en 1962 con el objetivo de mejorar la productividad de la agricultura y la ganadería, asegurar el suministro de alimentos a los ciudadanos y garantizar un nivel de vida razonable para los agricultores europeos. Pero 55 años más tarde hay nuevos retos relacionados con la volatilidad de precios de combustible o abonos, el cambio climático, el medio ambiente, la despoblación del medio rural, la capacidad de producir alimentos para una población mundial en continuo crecimiento, o la competencia del comercio mundial.
Durante estos más de 50 años ha habido distintas fases. A mediados de los 80 del siglo pasado, la PAC fue víctima de su propio éxito llegando a producirse en Europa más alimentos de los necesarios, por lo que se introdujeron medidas de regulación del mercado.
En los 90, comienza el apoyo al productor mediante pagos directos, y empezando a poner el enfoque en el medio ambiente.
En los 2000, las ayudas se modifican y se destinan a la renta del productor ligadas a normas de seguridad alimentaria, medio ambiente y salud y bienestar animal. En la última fase, a partir de 2013, se toman medidas para mejorar la competitividad mediante la innovación, el apoyo al empleo y el desarrollo de las zonas rurales. Entonces, la ayuda financiera se liga al uso productivo de la tierra.