La agricultura intensiva tuvo un crecimiento productivo vertiginoso, aunque como contracara cobró un costo que hay que empezar a cuantificar y a pagar. En el marco del festejo por los 75 años de la Sociedad Rural de Las Colonias, se realizó un evento de capacitación que convocó a los especialistas que permitan hacer un diagnóstico preciso de la situación.
Según Alonso, el mayor desafío productivo hoy pasa por mantener la facturación y la producción, siendo justos en los gastos. “Las subidas del dólar dispararon los costos y los precios se han mantenido. No derrochar agua, tiempo, hacer las mejores reservas de pasto para sacar las mejor cantidad y calidad de leche. De ahí la importancia del asesoramiento profesional”.
Alerta amarillo. El edafólogo Miguel Pilatti remarcó que hay que hacer énfasis en lo que ocurre con nuestros suelos. “Si la tierra hablara diría: hagan algo por mí”, disparó en el inicio de su disertación. Y lanzó un desafío: si la tierra pierde capacidad productiva hay que cuantificar el cambio en su valor. “En los 80 no estábamos en capacidad de hacer esa cuantificación, pero ahora sí. Los mejores suelos perdieron entre el 30 y 50 % de su capacidad productiva y aumentó el riesgo de producir en más del 20 %”, analizó.
En este sentido, destacó que Santa Fe tiene su Ley de Conservación y Manejo de Suelos (N° 10.552), la que fue actualizada en 1991, y que en agosto de 2018 fue aprobado el nuevo decreto reglamentario 2149/18, en cuyo artículo declara a todos los suelos de la Provincia sujetos al uso y manejo conservacionista. En el artículo 15 aclara que las “Áreas de Conservación y Manejo de Suelos se clasificarán según el carácter en: áreas de conservación y manejo voluntario y áreas de conservación y manejo obligatorio.
Ineficiencias. Por otro lado, destacó que las lluvias son un factor muy importante, con caudales variables e irregulares, con extremos de 450 y 1300 mm. Y destacó que las tormentas ahora son más intensas, con excesos y sequías más frecuentes. “Así va a ser de ahora en más”, advirtió.
En esta línea explicó que del 20 al 30% de esa agua no se usa productivamente. De allí que se debe apuntar a un desarrollo integral, que debe atender al uso múltiple del territorio: “producción agropecuaria, asentamientos urbanos e industriales, recreación y estética. Regulación del clima y ciclo del agua (inundación, sequía, erosión), depósito y reciclado de residuos, satisfacer las necesidades humanas, mantener la funcionalidad del ecosistema”.
Pero el desarrollo integral y sostenible requiere una dimensión temporal: perdurabilidad de la capacidad productiva y del beneficio económico, en definitiva de la condiciones de trabajo. “Empleo y confort, inocuidad, mitigar excesos y deficiencias hídricas, recibir y reciclar nuestros desechos, de darnos una vista bella. En definitiva, que el campo sea un lugar para vivir, no solo para producir, y cada vez con mayor cantidad de gente”.
El especialista asegura que nuestra provincia es naturalmente rica y diversa. Y que muchas veces se piensa que estamos en la Pampa Húmeda, pero “sólo una partecita es así; el resto es el espinal y la región chaqueña, aunque con una amplia diversidad de potencial productivo”.
Autocrítica. En la parte final de su charla, el edafólogo recuerda que en los años 80 casi no se fertilizaba. “Hoy se fertiliza con Nitrógeno y con Fósforo, y se viene la fertilización con Potasio, Hay un tema que muchos no caen en la cuenta, y es que en nuestra zona llueven 1000 mm anuales. Imaginen que en los mejores suelos de la zona se hace un sólo cultivo, que aprovecha 600 mm de esa lluvia (a lo sumo). Los otros 400 escurren, erosionan y corren al río, o pasan en profundidad directo a la nata freática”.
Hacer un solo cultivo ocasiona que 200 mm vayan “en profundidad”. Y cada 70 mm que pasan hacia abajo la napa sube un metro. “Calculen que en las zonas donde se hace un sólo cultivo, el agua va una napa que no para de subir. Actualmente está a 50 cm., cuando históricamente estaba a10 metros. Y ahí se le empieza a echar la culpa al clima, a la política etc. Si uno tiene una rotación con pasturas, extraen agua hasta los 2 metros, pero una alfalfa extrae hasta los 5 metros, y si hay árboles, mejor. Entonces, ordenar un territorio implica no hacer un monocultivo, hacer pasturas, hacer forestación. Ese es el territorio que tenemos que soñar, y no sólo con canales”.
La pata ganadera. A su turno, el Ing. Agr. Roberto Gagliardi disertó sobre “Ambientes y biotipo en la producción de carne”. Sostuvo que la interacción genotipo-ambiente existe: “debemos conocer el real potencial genético de nuestros rodeos”, disparó. “Estamos en el siglo XXI: hay que modernizar la visión de la mejora de la rentabilidad en la que la genética es una herramienta muy potente”. Hizo referencia al uso de la información y la tecnología para la generación y procesamiento de datos. “La influencia de la genética se verifica a todos los niveles del sistema productivo, por eso los objetivos del trabajo en genética deben estar en consonancia con los objetivos de la empresa”. Y cerró citando a Edgar Morín: “se ha descubierto el código genético, pero es sólo el alfabeto. La genética es mucho más, es un discurso, o mejor, un parlamento”.
Replanteos productivos. El integrante de la rural esperancina y miembro de AAPRESID José Alonso, cerró analizando con Campolitoral los desafíos que se vienen a partir de todo esto. “Debemos ver cómo estamos produciendo, el uso de la radiación, y qué genética adaptar a ese ambiente y a ese clima. Tenemos una gran demanda social en el cuidado del ambiente”. A raíz de eso destacó que se unió al grupo de Agricultura Racional, “porque creemos que se puede hacer una agricultura distinta, potenciando el recurso suelo, mejorando la captura de carbono, y el trabajo nuestro como argentinos combatiendo el cambio climático”.
Y apeló a que ese cambio permita un menor uso de fitosanitarios, rompiendo viejos paradigmas, como el del barbecho o como el de dejar “descansar” a los suelos, “cosas que fueron ideadas hace miles de años, pero que ahora se pusieron en jaque”.
Alonso afirmó que la agricultura debe apuntar a capturar carbono, a reciclar nutrientes, a generar mayor cobertura verde, a transformar la energía solar, a una mayor captura de agua; eso contribuye a mejorarle el resultado de las empresas.
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