Nuestra casa se quema. Los incendios en la Amazonia y otras regiones confirman que estamos ante una emergencia planetaria, tal vez la mayor a la que nos enfrentamos, pero aún así nos cuesta aceptarlo y reaccionar. Nos acomodamos a todo muy fácilmente, es un gran defecto de los seres humanos. Pero ante un peligro de esta envergadura, lo primero que hay que hacer es tirar del freno de emergencia y parar la locomotora. Sí, de golpe.
Lo segundo sería pensar en lo que ha causado el problema para que no se repita en el futuro y, así, que el tren completo pueda llegar a su destino, aunque vaya más despacio y haga más paradas. Y el destino aquí es garantizar la vida en el planeta; la nuestra y la de las demás especies con quienes compartimos casa.
Los incendios en la Amazonia no son accidentales. A menudo, los bosques se están talando y quemando para seguir con la expansión agrícola y dar paso a los pastos y cultivos para alimentar el ganado. Salvar la Amazonia implicaría una reducción drástica del consumo de carne y otros derivados animales, además de reducir el desperdicio alimentario y una apuesta contundente por la agroecología, los productos locales y de temporada.
En toda América del Sur, los bosques están siendo destruidos para dar respuesta a una demanda cada vez mayor de piensos para la ganadería industrial que, a su vez, responde a un consumo desmesurado y una demanda creciente de carne barata en algunos países.
En nuestros platos está la cerilla que prende el fuego que da origen a estos devastadores incendios. Para muchos, importa más el dinero que se pueda ganar (y lo poco que cuesta un filete) que el incalculable valor para la humanidad de conservar ecosistemas forestales como la selva amazónica, el Cerrado o el Chaco. Su valor es intangible: regulan el clima y los ciclos del agua, albergan una enorme biodiversidad, comunidades indígenas que viven en armonía con la naturaleza, recursos genéticos que pueden ser la solución para muchas enfermedades y un largo, larguísimo etcétera.
Datos para entender por qué se quema la Amazonia. Bosques, incendios, deforestación, crisis climática, soja, ganadería industrial, carne… Todo está íntimamente relacionado y es importante tener algunos datos en mente para entender por qué la Amazonia y otros bosques se queman y cuál es la responsabilidad de España en ello:
A nivel mundial, la ganadería industrial es la principal impulsora de la deforestación. Se deforesta para generar pastos y producir soja. Alrededor del 90% de la soja producida en todo el mundo, en su mayoría transgénica, se utiliza para la alimentación animal. España es el segundo importador europeo de soja. Durante 2017, el 40% de las importaciones españolas de soja procedían de Brasil, el 32% de Argentina, el 16% de EE.UU. y el resto de otros países.
Los fabricantes de piensos españoles para la ganadería industrial no han importado ni un sola tonelada de soja considerada como “sostenible”, según los criterios del mismo sector. En España, la producción de carne y otros derivados animales procedentes de ganadería industrial, totalmente dependiente de la soja importada, no para de crecer. El 93,7% de la producción de carne de cerdo, el 94,2% de la carne de aves y el 80,6% de la leche y otros productos lácteos es ya industrial. Además, ya somos la cuarta potencia mundial productora de porcino.
Referencia: http://bit.ly/2Zwm0WP