A día de hoy, la mayoría de las explotaciones de vacuno de leche de España realizan la recría en la propia granja. La mayor parte de las veces, el argumento fundamental para no externalizar esta tarea es el coste que esto supone, aunque pocas veces existe una reflexión del porqué de este coste. Sin entrar a valorar datos económicos pormenorizadamente, es de lógica pensar que si el coste de externalizar la recría, pese a parecer alto, se asume en muchas ocasiones e incluso resulta rentable, es porque por una parte es dependiente de los resultados que se obtienen de la recría propia y porque esta fase productiva puede asociar grandes pérdidas económicas. Es decir, la percepción de lo que es caro o barato debería hacerse después de calcular los costes directos e indirectos que ocasiona realizar la recría en nuestras instalaciones, en base a nuestros índices productivos.
No siempre se es consciente del coste indirecto que conlleva una recría deficiente de nuestros animales en las explotaciones, pese a tener la falsa sensación de ahorro por no externalizar el servicio o bien por no ser asesorados adecuadamente en nuestras instalaciones. Es habitual tener veterinarios especializados en nutrición, en reproducción, en medicina, en calidad de leche e incluso en gestión, pero son muy pocas las veces que se demanda un asesoramiento específico en recría, que se destina una ubicación preferente a la recría y que se valoran índices productivos en esta etapa productiva. Sin embargo, no podemos olvidar que las terneras que componen la recría de nuestras explotaciones serán las vacas de un futuro próximo, y que todos los acontecimientos que tengan lugar durante la fase de recría, no sólo las pérdidas y tratamientos (costes directos), tendrán una repercusión en la fase adulta (costes indirectos).Una vez hecha esta reflexión en un plano económico, cuando se valora que existe una mejora posible, es cuando debemos tomar la decisión de si externalizar o mejorar las condiciones de manejo para obtener unos resultados adecuados. En el caso de que nuestra decisión sea mejorar el manejo propio, deberíamos empezar por mejorar el manejo de las primeras etapas.
El objetivo de diseñar un adecuado plan de manejo de las terneras en la explotación debería ser obtener animales sanos y fuertes en el momento del parto, así como proporcionarles las condiciones adecuadas para que esta salud se mantenga y la ternera se desarrolle de manera satisfactoria. El manejo adecuado de las terneras neonatas en una explotación implica la adopción de medidas dentro de la misma desde momentos anteriores al parto. Aunque todos los puntos del manejo integral de una granja están conectados desde el punto de vista de la medicina de la producción, intentaremos centrarnos en los estadios más importantes para el manejo del ternero en su primera fase.
De este modo, podemos diferenciar tres momentos cruciales: el primero, como hemos explicado, previo al nacimiento de la ternera, secado y preparto de la vaca; el segundo abarcaría el momento del parto y, por último, la primera etapa de las terneras propiamente dicha, es decir, los dos primeros meses de edad del ternero. No obstante, no podemos olvidarnos de la importancia de sucesos anteriores como la elección del momento de la cubrición, el semental utilizado para cubrir a la hembra, el alojamiento y condiciones de la vaca, etc.
CUIDADOS DE LA VACA: Periodo seco y preparto
El periodo seco tiene una gran importancia dentro del ciclo productivo de la vaca. La mayor parte de las medidas profilácticas encaminadas al control de la mortalidad de los terneros deben realizarse durante el último tercio de la gestación. Además, un correcto manejo durante el periodo seco reducirá la presencia de enfermedades en los momentos cercanos al parto y la mortalidad durante el mismo.
La importancia del periodo seco es doble: por un lado para el desarrollo del futuro ternero (en los últimos tres meses de la gestación el feto gana el 75 % del peso final) y por otro, para la recuperación de la ubre de la vaca y dar lugar a la siguiente lactación. Además, la ubre será la encargada de sintetizar el calostro que será el responsable de la transferencia de inmunidad al ternero y en el caso del ganado de carne, la leche del ternero, ya que en vacuno lechero es frecuente el uso de lactorreemplazantes.
Por todo ello vamos a revisar las diferentes estrategias de importancia a lo largo del último tercio de la gestación y periodo seco, evaluando las distintas acciones preventivas con las que podremos actuar sobre la futura salud del ternero.
Momento y duración del secado en vacas de aptitud láctea
El momento del secado debe establecerse en función de los días de gestación. Para proceder al secado del animal es fundamental contar con registros reproductivos que nos permitirán calcular la fecha prevista de parto, y en función de ello, la fecha en que deseamos secar al animal. Clásicamente se ha considerado que el periodo seco recomendado oscila entre 50-70 días, considerando que periodos secos demasiado cortos pueden ocasionar una merma en la producción y que en periodos secos prolongados, superiores a 70 días, un incremento de condición corporal, dando lugar a una menor producción y a una mayor incidencia de distocias, mortalidad perinatal y patologías metabólicas posparto (cetosis, hígado graso, desplazamiento de cuajar, etc.). En la actualidad y debido a las altas producciones que mantienen muchos animales llegada la fecha del secado, son cada vez más frecuentes los secados cortos, por debajo de estos 50 días. Muchos expertos consideran que la regeneración a nivel fisiológico e inmunitario de la glándula mamaria difícilmente puede llevarse a cabo en menos de dos meses, aunque hay cierta controversia sobre este tema cuando la recomendación parte de una base productiva o de rentabilidad. Lo cierto es que a la hora de determinar la duración del periodo seco de los animales hay que tener en cuenta que la mayor parte de los productos de secado actuales, máxime si el parto se adelanta, podrían dar lugar a la aparición de residuos antibióticos en la leche ordeñada durante el posparto, teniendo que desechar esta leche. Peor aún será cuando se decida utilizar esta leche no comercializable para alimentar a la recría. Por otro lado, hay que tener en cuenta que para la producción de calostro de calidad se considera necesario un mínimo de 35 días de periodo seco. Por tanto y desde la perspectiva del mejor manejo posible a la recría no se recomiendan los secados demasiado cortos.
Tipo y terapia de secado
El secado brusco es el método de elección y el recomendado por la mayor parte de los autores. En él las vacas dejan de ordeñarse de modo repentino e inmediatamente se separan del resto de animales en ordeño. No obstante, debe realizarse un seguimiento de los animales durante las dos semanas que siguen al secado con el fin de comprobar que la involución se produce correctamente. En el caso de vacas muy productoras, por encima de los 30-35 litros en el momento del secado, puede ser necesario un secado progresivo, especialmente en los meses de verano en los que el estrés por calor sumado a un secado brusco podría tener graves consecuencias sobre los animales. En estas condiciones de calor es importante la disponibilidad de agua durante las 24 horas por los animales.
Respecto a la aplicación de la terapia de secado, pese a haber mucha controversia con el tema y hasta que tengamos mejores herramientas para valorar el riesgo de mastitis en las vacas, en nuestra latitud se recomienda realizar una terapia colectiva en lugar de la terapia selectiva a aquellas vacas que han sufrido un proceso de mastitis clínica durante la lactación anterior o que presenten un elevado recuento celular. Esta decisión se ha respaldado tradicionalmente en que hay que tener en cuenta que la terapia de secado cumple también un propósito preventivo de nuevas infecciones mamarias pero dada la necesidad de uso responsable de antibióticos y la expresa ilegalidad de usar antibioterapia de manera preventiva, debemos ir pensando en que los próximos años sólo se justifique el uso de antibiótico en masa si tenemos una valoración de riesgo alta. No obstante, y a falta de las herramientas necesarias para valorar este riesgo de manera objetiva, los datos de que los animales no tratados desarrollan diez veces más nuevas infecciones durante el periodo seco que los animales tratados pesa en la decisión de secar a todo el colectivo.
Manejo de la vaca seca
El secado supone un gran estrés que debemos tratar de reducir en la mayor medida posible. Debido al efecto abortivo de los corticoides endógenos liberados ante situaciones estresantes, es de vital importancia que el animal se encuentre lo más tranquilo posible y en grupos pequeños. Las condiciones de alojamiento pueden ser diversas: en pastoreo, en cama caliente o en cubículos. El punto común en todos ellos será que los animales se encuentren en un ambiente bien ventilado, limpio y seco.
Respecto al alojamiento en estabulación o pastoreo, se recomienda la estabulación, ya que permite un mejor control de los animales y de la ingesta; si bien los animales deben disponer de una zona de ejercicio para evitar el incremento de la condición corporal (CC). La CC no debe variar durante el periodo seco, es en la cola de lactación cuando debemos prestar atención a su ajuste, con el objeto de lograr que la vaca llegue al secado con la CC deseada. Si las vacas llegan al parto con una CC excesiva la grasa retroperitoneal puede reducir el espacio de canal del parto favoreciendo la presentación de distocias.
Distribuiremos a los animales en base a los requerimientos nutricionales, al menos, en dos grupos. En el primer grupo incluiremos los animales en fase temprana y media del secado, con una ración con un alto contenido en fibra y un bajo contenido en energía. Respecto al agua, las vacas siempre deben disponer de agua a libre disposición. Con el fin de lograr un mayor ajuste de la ración, se recomienda que las vacas sean separadas a un lote o grupo preparto tres semanas antes de la fecha de parto prevista con una ración con menor cantidad de fibra y mayor concentrado, con el fin de compensar la menor ingesta, prevenir el balance energético negativo y poder cumplir con la elevada demanda energética durante la última fase de la gestación.
Vacunación de la vaca
Una estrategia de prevención muy eficaz frente a diversas enfermedades es la instauración de programas de vacunación durante el periodo seco, siempre en base a las necesidades concretas de cada explotación: rinotraqueitis infecciosa bovina (IBR), DVB, Clostridium spp, rotavirus, coronavirus y Escherichia coli, etc. Además de a la vaca seca, esta protección se ampliará al ternero mediante la transferencia de inmunidad pasiva a través del calostro. Las vacunas dirigidas a la prevención de las diarreas neonatales son especialmente interesantes en este periodo, ya que logramos una mayor concentración de anticuerpos calostrales específicos frente a éstos y con ello, una mejor respuesta del ternero en caso de infección. Lo que es cierto es que la vacunación por sí sola no será capaz de mejorar el estatus sanitario, es decir, aunque la vacunación sea correcta, si el manejo del calostro es deficiente en cantidad, tiempo o calidad no obtendremos ningún beneficio. Del mismo modo, el uso de vacunas de gran calidad no debe sustituir en ningún caso las correctas medidas de higiene, instalaciones, etc.
En las granjas en que se observa una mayor incidencia de enfermedades clostridiales, es especialmente interesante la vacunación de la vaca gestante con vacunas clostridiales polivalentes, proporcionando así inmunidad pasiva que protegerá al ternero durante las ocho-doce primeras semanas de vida.
En todos los casos, es fundamental respetar las indicaciones de los fabricantes acerca de la vía de administración, pautas de revacunación etc., para obtener buenos resultados. Es habitual ver en algunas granjas cómo el protocolo vacunal ha de adaptarse a otros acontecimientos en los que se ata al ganado, pudiendo esto favorecer un fracaso de transferencia de la inmunidad pasiva posterior al ternero.
CUIDADOS DEL NEONATO: Momento del parto
Se estima que entre el 57-58,8 % de la mortalidad de los terneros tiene lugar entre el parto y las primeras 24 horas de vida del neonato. Por tanto, es importante que los momentos cercanos al parto transcurran para la vaca en un lugar limpio y tranquilo. Para ello, lo ideal es una paridera individual, donde se reduce el estrés de la vaca, con buena visibilidad y ventilación, luz y agua, con cama limpia y abundante, suelo blando y no resbaladizo, con fácil acceso y una zona de amarre del animal por si hay que atender el parto.
Por otro lado y en pos de preservar la tranquilidad de la vaca, es importante ser capaces de decidir si el parto debe ser atendido o no. Por norma general, las vacas deben parir solas y se las debe molestar lo menos posible, ya que el estrés producido por nuestra presencia puede interferir con el normal desarrollo del parto.
En las 12-24 horas previas al parto, la dilatación de la vuelva es muy evidente (de 2-6 veces su tamaño normal), la ubre “se carga de leche” aumentando su tamaño y turgencia y la vaca se muestra intranquila y deja de comer. Pasadas estas horas, que en el caso de las novillas pueden ser incluso el doble, el animal eleva la cola, comienzan las contracciones uterinas, el feto se encaja en el canal del parto y comienza la dilatación del cérvix. Cuando llegados a este punto, pasan de tres a seis horas sin que el feto avance, se deberá valorar la atención del parto con una exploración. Otro indicio que nos indicará que es necesario intervenir es el tiempo transcurrido desde la ruptura de la bolsa amniótica. Transcurridas una hora en novillas o media hora en vacas sin contracciones o signos de avance del parto, debemos explorar al animal.
La atención del parto
Los partos siempre deben atenderse en óptimas condiciones de higiene, utilizando material destinado especialmente para este uso (cuerdas de partos, etc.) y previamente desinfectado.
Antes de explorar la vagina, es conveniente realizar el vaciado de las heces del recto y limpiar con agua y jabón la vulva y el periné de la vaca. Posteriormente se debe cubrir la zona con una solución desinfectante. Nunca deberá realizarse un trabajo de parto superior a 30-60 minutos sin resultados, para evitar mayores perjuicios de la vaca y el ternero. Es en este momento cuando se considera que el parto es distócico, es decir problemático y que requiere de la asistencia del veterinario. Las causas de distocia por las cuales una vaca no puede parir sola son muy diversas pero la desproporción materno-fetal (terneros grandes en relación a la madre), es una de las causas más frecuentes. Por este motivo, no se debe traccionar del ternero más de 5-10 minutos sin obtener avance del mismo o de lo contrario correremos el riesgo de encajarlo en el canal del parto, poniendo en peligro su vida y produciendo daños potencialmente irreversibles en la vaca. Por tanto, si no logramos que el ternero avance, será el momento de solicitar asistencia veterinaria.
Maniobras de resucitación
En el caso de los partos complicados, que requieren de intervención ya sea del veterinario o del ganadero, donde el ternero ha permanecido mucho tiempo en el canal del parto, será necesario realizar una serie de maniobras de resucitación o reanimación del recién nacido inmediatamente después del alumbramiento:
- Despejar las vías respiratorias superiores realizando un masaje fuerte desde la base del morro hacia los ollares.
- Vaciar la boca del ternero extrayendo la posible mucosidad y sacar la lengua.
- Colgar o sujetar al ternero por las patas traseras para facilitar por gravedad la salida de líquidos del pulmón. Esta maniobra no debe mantenerse más de un minuto.
- Realizar el masaje respiratorio, situando al ternero en decúbito lateral y elevando la pata delantera (que permanece arriba), moviéndola hacia adelante y hacia atrás, bajándola posteriormente, de modo que primero ampliamos el espacio torácico y después lo presionamos de manera enérgica. No debe realizarse con una fuerza excesiva que pudiera producir daños al ternero tales como fractura de costillas, etc. Esta maniobra puede realizarse hasta un máximo de cinco minutos, con una frecuencia aproximada de 15 veces por minuto.
- También podemos estimular al ternero vaciando un cubo de agua fría sobre la cabeza.
- Si el cordón umbilical no ha dejado de sangrar, presionaremos durante 30 segundos o bien utilizaremos una pinza o mosquito a unos 10 cm del ombligo.
- Finalmente colocaremos al ternero sobre el pecho en decúbito esternal, con las patas abiertas, para favorecer la respiración del animal.
CUIDADOS DEL TERNERO: Fase de ternero recién nacido
Tras la reanimación, podemos permitir que la vaca lama al ternero para secarlo y estimular su circulación, pero debemos estar atentos para separar al ternero rápidamente para evitar tanto que mame a la vaca como que permanezca demasiado tiempo en la paridera, donde existe una alta contaminación de patógenos. Si no se estimula este comportamiento maternal de la vaca, deberemos ser nosotros quienes la sustituyamos secando y frotando al ternero.
Alojamiento
Rápidamente, trasladaremos al ternero al sitio donde le alojaremos, lugar que debe estar bien protegido de las inclemencias del tiempo, ya que los terneros recién nacidos tienen escasa capacidad de termorregulación. También deben disponer de una zona al aire libre donde puedan recibir la luz solar, necesaria para la asimilación del calcio y la vitamina D, entre otros beneficios. Lo ideal es alojarlos en casetas individuales, previamente desinfectadas, limpias y con cama abundante. De esta manera se evita en gran medida el contagio de enfermedades. No debemos olvidar que aunque no se toquen, los animales deben verse para disminuir el estrés de los mismos, lo que irá a favor de su estatus inmunitario.
Examen del animal
En el momento del traslado a la caseta podemos aprovechar para realizar un breve examen del ternero donde valoraremos posibles malformaciones, fracturas producidas durante el parto (especialmente en las extremidades donde se han colocado las cuerdas), el estado del animal y los signos de vitalidad del mismo como el reflejo de succión, valorando así si precisa de atención veterinaria. Las malformaciones más importantes en este momento y las que debemos descartar son aquellas que resultan incompatibles con la vida del animal (hidrocefalias, atresia ani, etc.) y aquellas que impiden o dificultan la toma de alimento (paladar hendido, masas en la boca, labio leporino, etc.).
Desinfección del cordón umbilical
Es importante comprobar el estado del ombligo y limpiarlo con agua y jabón en el caso de encontrarse sucio. Esto es así porque es una vía de entrada importante para los patógenos, pudiendo dar lugar a futuras infecciones, bien del propio ombligo (onfalitis), bien generalizadas (septicemia), pudiendo producir desde poliartritis hasta la muerte del animal. Si existen restos de sangre es conveniente retirarla para que no sirva como medio de cultivo para los microorganismos. A continuación, se debe aplicar una solución de yodo al 5 % en el interior del cordón umbilical, para lo que no sirve el yodo de baño de pezones porque está demasiado diluido. Si en los días siguientes se observa la aparición de inflamación, calor o dolor del mismo, se debe recurrir al veterinario para descartar otros diagnósticos tales como las hernias umbilicales e instaurar, de ser necesario, el tratamiento antibiótico adecuado.
Encalostrado
Tras el nacimiento, el encalostrado del animal tendrá un papel fundamental para que el ternero sea inmunocompetente frente a las posibles infecciones. El ternero recién nacido no presenta anticuerpos maternos en el momento del nacimiento, debido al grosor de la placenta, de modo que se encuentra indefenso ante las infecciones, ya que tampoco es capaz de producir sus propias defensas hasta pasadas varias semanas.
En el encalostrado, la calidad, la cantidad, la forma de administración y el tiempo transcurrido desde el nacimiento hasta su toma, juegan un papel crucial para la correcta transferencia de la inmunidad pasiva que conferirá al ternero un estatus inmunológico adecuado.
Como norma general, debe extremarse la higiene durante todo el proceso del encalostrado y deben administrarse un mínimo de 2 litros en las primeras 2 horas de vida. Es conveniente alcanzara hasta los 5 litros en las primeras 6 h, y otros 2-5 litros en las siguientes 12 h. Esto es así porque el intestino del ternero sólo es capaz de asimilar las defensas del calostro durante las primeras 18-24 horas, disminuyendo esta absorción desde el nacimiento a medida que transcurre el tiempo. Pasado este periodo, sólo procura una protección de carácter local a nivel intestinal. Por tanto, es vital maximizar el consumo de calostro durante las primeras 6 horas de vida del ternero.
Además, el calostro debe provenir de madres sanas, con un periodo de secado suficiente, vacunadas correctamente, con más de un parto en la explotación para que cuenten con defensas ante los patógenos que circulan por la misma, ordeñadas antes de que transcurran 8 h posparto (las defensas vuelven a ser reabsorbidas a la sangre de la madre), en un ordeño limpio, evitando la contaminación fecal. Como indicio de calidad, a falta de densímetros o calostrímetros, cuanto más amarillo y espeso es el calostro mejor es su calidad. Otro dato es que la calidad es inversamente proporcional a su cantidad. No se deben mezclar o diluir calostros, ni tampoco suministrar calostro de madres positivas a paratuberculosis. Para estos últimos casos, así como para casos de cesárea, partos de novillas débiles, madres muertas durante el parto, etc. es recomendable contar con un banco de calostro, para lo cual conservaremos calostro en refrigeración o congelación.
La importancia de tener calostro de calidad siempre disponible se debe a las múltiples y beneficiosas funciones del mismo. No sólo permite la transferencia de inmunidad pasiva ya comentada, sino que además supone un importante aporte nutricional, estimula el tránsito intestinal mediante el aporte de sales de magnesio y favorece la termorregulación del animal por su alto aporte energético.
Su conservación es sencilla, tan sólo debemos envasar el calostro, preferiblemente en recipientes de 1,5-2 litros y mantenerlo a una temperatura inferior a los 4 ºC. El inconveniente principal es que su durabilidad es muy corta, se recomienda no exceder una semana, si bien lo ideal es utilizarlo en los tres días siguientes a la recogida. Por otro lado, el calostro congelado debe permanecer entre -8 y -15 ºC, pero este sistema aumenta el tiempo de conservación hasta los 4 meses sin que el calostro pierda cualidades. En ambos tipos de conservación, previo a su administración se debe calentar el mismo lentamente al baño María a una temperatura menor a 40 ºC, para que no se pierdan las propiedades inmunológicas del calostro.
Fase de ternero lactante
Entendemos por fase de ternero lactante aquel periodo en que el ternero se alimenta fundamentalmente de leche y además, sus preestómagos no están aún desarrollados para asimilar el alimento propio de un rumiante. En esta fase, tanto el tamaño como la funcionalidad del rumen y el abomaso están invertidas respecto a la fase adulta. Por ello, es importante prestar una especial atención a la alimentación durante este periodo.
Alimentación
Los terneros se alimentarán de leche o más correctamente de sustitutivos lácteos o lactorremplazantes durante los 2-3 meses siguientes al nacimiento. Lo más habitual es el uso inicial de lactoreemplazantes de arranque en polvo sin leche descremada, que a las pocas semanas se puede sustituir por lactorremplazantes sin contenido adicional de caseína, que abandonan antes el estómago debido a la escasa formación del cuajo y estimulan así que el ternero consuma otros alimentos. Lo fundamental es que los sustitutivos lácteos sean de buena calidad y que la cantidad de caseína, especialmente en la primera fase, sea suficiente.
En cuanto a la concentración y cantidad a administrar, ésta variará en función de la edad del ternero, aunque de manera orientativa deben consumir alrededor del 12 % de su peso vivo, con una media de 4-6 L/día y un mínimo de 2 tomas diarias. Nunca se debe administrar leche mamítica ni con residuos antibióticos a los terneros. Esta práctica se ha relacionado con una mayor tasa de enfermedad y mamitis posterior, así como casos de disbiosis o alteración de la flora intestinal, diarreas y retrasos en el crecimiento. Es importante también no forzar la administración de leche para no provocar que no se estimule la gotera esofágica y la leche no pase al abomaso sino al rumen e incluso al pulmón. La temperatura de administración es importante para la apetecibilidad y estimulación del ternero, siendo lo ideal entre 30-35 ºC.
Para que los preestómagos se desarrollen correctamente y el ternero pase de la fase de lactante a la de rumiante, a partir de la segunda semana de vida deben disponer de heno de muy buena calidad. Cuando éste comience a ingerir pequeñas cantidades de heno regularmente, se le puede ofrecer también un pienso de arranque. Es importante que los terneros dispongan de agua limpia a libre disposición desde la segunda semana de vida.
Alojamiento
En esta fase, al igual que en la anterior, las condiciones ideales serían las del alojamiento individual, en casetas móviles. Éstas deben contar con un espacio mínimo de 1,5 x 0,75 m.
Y deben facilitar el aislamiento de los animales pero con la existencia de contacto visual entre ellos. Es fundamental que se mantenga de manera regular un ambiente seco y limpio y que la ventilación sea apropiada.
Este tipo de habitáculos facilitan la limpieza y desinfección tras la salida de un ternero, para lo que se debe tener un 15 % de casetas vacías, permitiendo así realizar vacío sanitario de 2-3 días al trasladar los terneros, tras la desinfección y su secado al sol. Otra estrategia interesante es la reorientación o cambio de lugar de las casetas tras esta limpieza o al menos cada estación del año.
Manejo general
Por norma general, el manejo de los animales debe ser lo más repetitivo y regular posible. Los animales deben ser alimentados y encamados a la misma hora todos los días. Siempre se deben mantener unas óptimas condiciones de higiene con cubos limpios, agua limpia y fresca, heno y pienso apetecibles y abundante cama.
Otras operaciones de manejo propias de esta etapa como el descornado o la retirada de pezones supernumerarios, deben realizarse durante las 3-4 primeras semanas de vida. Cualquier pauta de profilaxis farmacológica o suplementaria como la administración de vitaminas y/o minerales, probióticos, antibióticos orales, antiparasitarios, etc. debe ser consultada a su veterinario, ya que no se deben administrar de manera injustificada, si no existe un riesgo real o una casuística anterior que lo justifique.
Por último, es importante aprovechar las oportunidades que se tienen al alimentar a los terneros para realizar una minuciosa vigilancia del estado de salud de estos, registrando si se alimenta adecuadamente, observando su comportamiento e incluso monitorizando las temperaturas rectales de los animales para detectar precozmente los casos de enfermedad.
Por tanto, hay que descartar aquellas estrategias de manejo obsoletas en las que se destinaba la menor atención y los peores emplazamientos a las terneras. Es importante recordar una vez más, que la salud de nuestras terneras de hoy marcará el futuro de nuestras vacas de mañana.
Conclusiones
Por tanto, el éxito de una buena recría no consiste en la administración de ningún tipo de producto ni existen remedios mágicos, sino que, como siempre, se basa en un buen manejo de los animales desde antes del nacimiento. Un buen manejo del secado de las madres, del preparto y del propio parto, y a continuación de todos los aspectos relacionados con el ternero, desde el alojamiento hasta la alimentación, nos dan la clave para tener terneras de alta producción en un futuro próximo. Si escatimamos en estas fases estaremos reduciendo el potencial de nuestras vacas y de nuestros negocios.
Fuente: Producción Animal