El término “estrés calórico” se ha empleado para indicar un estado en el que un animal está respondiendo a situaciones de temperatura anormalmente elevadas. Puede defi nirse como el punto en el que un animal no es capaz de disipar una cantidad sufi ciente de calor que le permita mantener el equilibrio térmico corporal.
Los animales homeotermos, entre los que se encuentran los mamíferos y las aves, son aquellos cuya temperatura corporal es constante y que, por lo tanto, disponen de un sistema de termorregulación eficiente.
Un animal puede intercambiar calor en el ambiente en el que se encuentra mediante evaporación, conducción, convección y radiación. La evaporación ocurre solo en una dirección (pérdida de calor) mientras que los restantes mecanismos pueden ser positivos o negativos (ganancia o pérdida de calor).
La evaporación es el principal mecanismo de defensa del que disponen los animales en situaciones de estrés calórico.
La capacidad de evaporación está muy relacionada con el nivel de humedad en el aire circundante (lo que supone una de las razones por las que la temperatura y la humedad se suelen valorar conjuntamente para medir el confort térmico de una granja).
Los animales pueden evaporar el agua a través de la piel (sudoración) y a través del tracto respiratorio (jadeo).
El jadeo es de particular importancia cuando la humedad aumenta junto con la temperatura ya que en condiciones de alta humedad se reduce la perdida de calor a través de la piel. Así, si el estrés térmico se acompaña de una elevada humedad ambiental, el efecto de la alta temperatura es más pronunciado debido a la menor disipación de calor por este mecanismo.
Fuente: Revista Ganadería