Idealmente la producción de alimentos para humanos que satisfagan las necesidades nutricionales de una creciente población global, debería aumentar, por lo menos, en la misma proporción en que incrementa el número de seres humanos.
Este ideal se cumple en algunos países pero ya promediado globalmente, estamos actualmente debajo de ese parámetro.
En tiempos de ‘paz’ tradicionalmente se ha considerado que la aplicación de los adelantes científicos a través de desarrollos tecnológicos, sería el factor, si no el principal, sí el más importante para lograr un incremento adecuado en la productividad de los recursos naturales: tierra, animales y humanos.
Sin embargo, la ecuación no es tan simple por varias razones; en primer lugar, la paz realmente es un estado del cual no hemos disfrutado por muchos siglos; segundo, los factores políticos, migratorios y religiosos cada vez inciden más, negativamente, en el aprovechamiento de los recursos arriba mencionados.
La globalización, supuestamente, debería reducir las diferencias en seguridad alimentarias entre regiones y países, pero desafortunadamente lo que ha y está sucediendo es lo contrario: la pobreza (capacidad adquisitiva para una alimentación adecuada) ha aumentado ‘dentro’ y ‘entre’ regiones y países.
La migración humana de países pobres hacia los del primer mundo por razones políticas y sociales, ponen presión sobre los recursos de los países destino, desde el punto de vista disponibilidad local de alimentos para los nuevos habitantes y sobre los servicios sociales básicos.
Ante este panorama el tan ansiado ideal de un mundo interrelacionado y unido para beneficio de todos sus habitantes, realmente se ha tornado en el de una tendencia de aislamiento, ultranacionalismo y fricciones que ya se reflejan en conflictos armados en muchas regiones. Ojalá los líderes políticos, sociales y religiosos que pueden ayudar a cambiar este oscuro escenario, tomen las decisiones correctas.
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Julio 27 de 2016
Fuente: Midia Digital