Los aditivos alimentarios para perros y gatos

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El interés creciente por la salud de las mascotas hace que los propietarios se preocupen por la composición de los alimentos que les compran. Hoy en día las etiquetas de dichos productos ofrecen una información detallada sobre su contenido, diferenciando ingredientes de aditivos. Estos últimos despiertan cierta suspicacia entre los consumidores.

El hombre ha usado aditivos desde tiempos inmemoriales, cuando gracias a la sal conservaba en buen estado el pescado y la carne; también añadían hierbas y especias para dar más sabor a los alimentos y con azúcar mantenían durante más tiempo las frutas. Más adelante, con la aparición de las nuevas tecnologías, se estableció una distinción entre aditivos naturales y artificiales. Esta clasificación hizo que de manera popular se asociara ‘natural’ con ‘sano’ y ‘artificial’ con ‘dañino’. De ahí esa especie de desconfianza que surge al hablar de aditivos.

No obstante, existe una reglamentación estricta que controla la incorporación de estas sustancias, que han de pasar por diferentes pruebas antes de poder utilizarse en cualquier producto alimenticio tanto si es para humanos como para animales. De hecho, estos aditivos que se utilizan en alimentos para mascotas son los que también están aprobados para la alimentación humana.

Distinción entre ingrediente y aditivo

Es importante establecer la diferencia entre ingrediente y aditivo. Un ingrediente es un componente esencial en la composición del alimento sin el cual el alimento no sería el mismo, por ejemplo, la harina en el pan. Por el contrario, y como su propio nombre indica, un aditivo no forma parte del alimento pero se añade al producto final con varios objetivos:

  • mejorar el aspecto y el sabor del producto,
  • impedir las alteraciones químicas y biológicas y evitar el deterioro del alimento después de su procesado,
  • mantener el valor nutritivo de los alimentos evitando la pérdida de nutrientes y reponiendo los que se pierden debido al procesado,
  • mejorar la consistencia y textura de los alimentos.
  • ¿Por qué utilizar aditivos?

    El fabricante debe garantizar que su producto es seguro, que está libre de contaminación y que sus nutrientes se mantendrán íntegros durante el almacenaje. En muchos casos el método de conservación ya impide la proliferación de microorganismos. Por ejemplo, en los alimentos secos la baja cantidad de agua evita la aparición de bacterias y otros patógenos; la esterilización por calor hace lo propio con los alimentos enlatados, etc. No obstante, a muchos alimentos se les tienen que añadir ciertas sustancias para ayudar a prolongar su vida útil. Por ejemplo, se añade ácido málico para evitar la proliferación de microbios.

    Algunos aditivos son esenciales. Por ejemplo, la grasa del alimento necesita antioxidantes para evitar que se enrancie. Igualmente, se necesitan antimicrobianos en algunos alimentos para evitar la proliferación de hongos o bacterias. La necesidad de otros aditivos es, sin embargo, cuestionable: a perros y gatos no les importa mucho el color de los alimentos, si se añade algún aditivo es para hacerlo más aceptable al comprador. De hecho, los consumidores esperan que los productos que compran tengan el mismo color que en la naturaleza: ¿alguien se comería un yogur de fresa que tuviera color gris? Sin duda la respuesta mayoritaria es ‘no’, sin embargo, ése es el color que tiene dicha fruta después de ser procesada.

    Clasificación de los aditivos alimentarios

    Los aditivos se clasifican según la función que realizan en los alimentos. Las principales categorías son:

    1. Colorantes: sustancias que se añaden para mejorar el aspecto del alimento. Por lo general se asocia un color a un alimento específico: naranja-zanahoria; marrón o rojizo-carne, etc. De la cochinilla se extrae un colorante natural.
    2. Conservantes: se utilizan para mantener las cualidades de los alimentos durante mucho tiempo.
    3. Antioxidantes: sustancias que ayudan a la conservación del alimento retrasando su deterioro, ranciedad o decoloración causados por los procesos de oxidación.
    4. Acidulantes: sustancias que proporcionan acidez al alimento haciendo de esta forma que se retrase el desarrollo de ciertos microorganismos; entre ellos encontramos los ácidos cítrico, málico y tartárico.
    5. Emulgentes y estabilizantes: sustancias que se añaden a las disoluciones para mantener mezclados componentes que de manera natural no se mezclarían como, por ejemplo, el agua y el aceite.
    6. Saborizantes: son sustancias que potencian el sabor de los alimentos de modo que resultan más atractivos para las mascotas. Flavonoides, ésteres, ácidos grasos y aminoácidos son ejemplos de estas sustancias.
    7. Espesantes: actúan sobre la textura del alimento haciendo que se forme un caldo o salsa espeso. Ejemplos de ello son la goma arábica y los alginatos.
    8. Edulcorantes: dan sabor dulce a los productos y también se utilizan como edulcorantes de mesa.
      1. Antioxidantes

        Parece ser que este grupo de aditivos es el que tiene peor fama, así que vamos a tratarlos con un poco más de detalle.

        Los antioxidantes se añaden a los alimentos principalmente para conservar las grasas, que constituyen uno de los nutrientes principales en los alimentos de las mascotas. En contacto con el aire las grasas se combinan con el oxígeno y se ‘oxidan’. Este proceso hace que la grasa se enrancie y que tenga un sabor y un olor desagradables, se altere el color y la textura y se pierdan algunas de sus vitaminas y ácidos grasos poliinsaturados. Además, los peróxidos o productos formados durante el proceso pueden ser perjudiciales para la salud de la mascota si llegara a consumirlos.

        Los fabricantes de alimentos, tanto de humanos como de animales, para evitar la oxidación de las grasas añaden antioxidantes principalmente del tipo de ‘agentes quelantes’, es decir, aquellos que no detienen la oxidación sino que la retrasan.

        Antioxidantes naturales

        Ciertos cereales y aceites vegetales contienen antioxidantes naturales.

        La vitamina E (o tocoferol) es, probablemente, el más abundante de este grupo. La función biológica de esta vitamina es similar a su uso como antioxidante comercial: proteger de la oxidación a las grasas insaturadas. Se encuentra en diferentes formas: alfa, delta y gamma.

        La vitamina C (ácido ascórbico) es otro antioxidante natural que se puede utilizar en alimentación animal. En el organismo la vitamina C, además, mejora la absorción intestinal del hierro de los alimentos. Son muchas las propiedades curativas que se le atribuyen (desde los resfriados hasta el cáncer) si bien para ello se tendrían que ingerir cantidades masivas de la sustancia. No se ha comprobado que dichas dosis sean realmente efectivas pero, al eliminarse por la orina, tampoco son dañinas, por lo que como antioxidante es inocua.

        El ácido cítrico es muy abundante en ciertas frutas, sobre todo los cítricos, de ahí su nombre. Es un producto normal del metabolismo de los organismos aerobios (produce la energía del ciclo de Krebs) por lo que resulta inocuo a cualquier dosis que se ingiera.

        Antioxidantes artificiales

        El hidroxianisol butilado (BHA), el hidroxitolueno butilato (BHT) y la etoxiquina son los aditivos artificiales que se usan con más frecuencia en la alimentación para mascotas. BHA y BHT se suelen utilizar conjuntamente y son bastante eficaces para proteger las grasas animales pero no tanto los aceites vegetales.

        El BHA se puede utilizar en muchos países aunque no en Japón y la tendencia mundial es a reducir el uso de ambos antioxidantes. La etoxiquina es más eficaz en su función de protección que los dos antioxidantes anteriores, por lo que se añade en menor cantidad a los alimentos.

        ¿Antioxidantes naturales o artificiales?

        Si existen antioxidantes naturales, ¿por qué entonces utilizar los artificiales? Por lo general el uso de los naturales está limitado por su baja disponibilidad y por el elevado coste que implica su aislamiento y preparación para uso comercial. Por otra parte, la cantidad de estos productos que debe añadirse para que su acción sea realmente eficaz es muy elevada, sólo son activos frente a determinados microorganismos y muchos de ellos no resisten la fase de procesado.

        Por todos estos motivos los antioxidantes naturales se suelen utilizar principalmente para complementar la actividad de los sintéticos.

        Aditivos: ¿sí o no?

        En primer lugar hay que subrayar que casi todos los productos pueden resultar tóxicos si se ingieren en cantidades desorbitadas y que no hay nada que esté absolutamente exento de riesgo. Además, es necesario incluir aditivos en los alimentos comerciales para evitar su degradación y aumentar el tiempo de conservación. Si a esto le añadimos que las cantidades de aditivos que se incluyen en los productos son minúsculas y que todos pasan estrictos controles alimentarios, se puede afirmar que no existen prácticamente riesgos de salud para el consumidor.

        Extraído de: María Villagrasa, Los aditivos en los alimentos para mascotas, Ateuves nº 22, págs. 12-15.

        Fuente: Ateuves