Una revisión científica ha analizado estudios que documentan casos de zoonosis inversa, o transmisión de enfermedades de persona a animal, que involucran patógenos virales, bacterianos, fúngicos y parásitos
No todas las mascotas enfrentan el mismo riesgo de zoonosis inversa, y los mamíferos tienen más probabilidades. No todas las mascotas enfrentan el mismo riesgo de zoonosis inversa, y los mamíferos tienen más probabilidades.
Desde que los humanos domesticaron animales, ha habido zoonosis; es decir, enfermedades infecciosas que saltan de los animales a los humanos. Episodios recientes de crisis de salud pública, como la del Covid-19, la gripe aviar o la gripe porcina han vuelto a poner las zoonosis en el centro de atención, generando dudas sobre cómo animales como mascotas, roedores, aves o ganado pueden enfermar a los humanos.
Sin embrago, los científicos recuerdan que la gente debería prestar atención a la transmisión de enfermedades en la dirección opuesta. Así lo defiende Benjamin Anderson, profesor asistente en la Facultad de Salud Pública y Profesiones de la Salud de la Universidad de Florida (UF) y miembro del Instituto de Patógenos Emergentes. Anderson también es miembro del Centro de Excelencia UF One Health.
En este sentido, junto a sus compañeros publicó una revisión exhaustiva de estudios que documentan casos de zoonosis inversa, o transmisión de enfermedades de persona a animal, que involucran patógenos virales, bacterianos, fúngicos y parásitos. El artículo advirtió que las mascotas, que comparten camas, besos y abrazos con los humanos, corren el riesgo de contraer enfermedades de sus propietarios. “Estamos empezando a ver muchos ejemplos de zoonosis inversa. Los animales de compañía son más susceptibles de lo que pensábamos anteriormente”, afirma.
¿QUÉ SON LAS ZOONOSIS INVERSAS?
Las diferencias en la biología de los animales y los humanos suelen dificultar la propagación de enfermedades infecciosas entre especies. Los virus, por ejemplo, deben unirse a receptores celulares específicos del huésped para reproducirse y continuar su ciclo de vida. “Por lo general, los virus que tendré como ser humano no encajarán en los receptores que tiene un perro o un gato”, explica Anderson.
Debido a la diversidad genética que puede tener una población viral, habrá diferentes cepas con distintos niveles de éxito para combatir el sistema inmunológico del huésped y entrar en las células del huésped. Aquellas variedades que pueden reproducirse más serán más prevalentes con el tiempo.
También existe la posibilidad de que un virus desarrolle una mutación que, por casualidad, le permita encajar en un nuevo receptor y cruzar la barrera de las especies. El riesgo de que esto suceda aumenta cada vez que el virus se transmite y se replica en presencia tanto de humanos como de animales, siendo especialmente vulnerables los hogares con mascotas. Minimizar la transmisión es importante, apunta Anderson, porque cada infección individual aumenta las probabilidades de que ocurra una mutación y surja una nueva cepa viral.
Aun así, la zoonosis inversa recibe poca atención por parte de los investigadores y los medios de comunicación populares. Esto se debe en parte a que es mucho más fácil rastrear los casos en los que las mascotas enferman a sus propietarios.
“Cuando ves a un humano en la clínica, puedes hacerle preguntas como si estuvo cerca de algún animal o si alguna de sus mascotas estaba enferma. Pero cuando tienes un animal que está enfermo, es posible que no siempre puedas conseguir ese tipo de información para vincularlo con un caso humano”, señala Anderson.
¿QUÉ TIPOS DE ZOONOSIS INVERSAS EXISTEN?
El hecho de que la gente no preste atención a las zoonosis inversas no significa que no estén sucediendo. El mayor impacto proviene de la influenza y los coronavirus, que son propensos a mutar porque su material genético se almacena en ARN, esencialmente la versión monocatenaria del ADN. La enzima que busca errores en la duplicación del ARN no es tan buena como las enzimas correctoras del ADN; como resultado, los virus de ARN tienen una tasa de error más alta y mutaciones más frecuentes. Por eso existen tantas cepas de influenza y coronavirus; esto hace que estos virus sean candidatos probables para transmitir enfermedades entre especies.
El artículo de Anderson describe varias enfermedades que se han transmitido de humanos a sus mascotas, incluida la gripe porcina, el norovirus humano, el dengue, el COVID-19 y la tuberculosis, así como varias infecciones virales, fúngicas, parasitarias y bacterianas menos conocidas. Si bien la gran mayoría de los casos involucraron perros y gatos, también se documentaron algunas transmisiones entre caballos, hurones y loros.
No todas las mascotas enfrentan el mismo riesgo de zoonosis inversa. Los mamíferos tienen más probabilidades que las aves o los reptiles de enfermarse a causa de sus propietarios porque comparten más similitudes genéticas con los humanos. Esto significa que los virus no tendrán que mutar tanto para cruzar la barrera de las especies. Los receptores en las células de un animal a veces dependen de si el animal pertenece a una especie de mamífero, reptil o ave. Por ejemplo, el receptor ACE2, al que se une el virus que causa el COVID-19, existe con variaciones menores en todos los mamíferos.
¿CUÁLES SON LOS IMPACTOS DE LAS ZOONOSIS INVERSAS?
Además de ser un riesgo para la salud de las mascotas, las zoonosis inversas pueden afectar posteriormente a los humanos al contribuir a la propagación de una enfermedad. La mayoría de los virus de la gripe estacional se unen a un receptor celular que se encuentra en humanos y cerdos y que también existe en una configuración ligeramente diferente en las aves. Esta circunstancia biológica única permite que los cerdos sean infectados por el virus de la influenza humana y aviar al mismo tiempo. Cuando eso sucede, los cerdos a veces pueden servir como reservorio de mezcla y producir nuevos virus que pueden causar pandemias.
Los animales domésticos como los cerdos pueden sustentar una población de patógenos y convertirse en reservorios amplificadores. En 2016, Anderson fue coautor de un artículo que estudiaba la propagación de los virus de la influenza entre las personas que trabajaban en la industria porcina. Durante las temporadas de gripe de 2009 a 2010 y de 2010 a 2011, cuando circulaba el virus de la gripe pandémica de 2009, los casos alcanzaron su punto máximo antes en las regiones con mayor producción porcina. Los investigadores creen que el virus de la gripe circulaba entre los cerdos, creando una oportunidad para brotes en la población humana.
“Primero tenemos que preguntarnos cómo llega el patógeno a esos animales”, remarca Anderson. “El patógeno no se desarrolla de la nada en los animales antes de extenderse repentinamente a los humanos. Si bien los patógenos ciertamente pueden pasar de animales a otros animales y pueden contraerse del medio ambiente, la exposición de los humanos también juega un papel importante. Es este constante intercambio de ida y vuelta que ocurre con el tiempo, lo que aumenta la probabilidad de que se produzca una mutación que permita al patógeno infectar a un nuevo huésped”, añade.
El seguimiento de la transmisión zoonósica puede resultar difícil porque los patógenos no siempre causan síntomas tras la infección y las pruebas de diagnóstico, incluso entre los casos sintomáticos, suelen ser limitadas. Esto significa que el movimiento de una enfermedad entre especies puede ocurrir sin que nadie se dé cuenta. Pero independientemente de si un animal está enfermo, siempre que sea portador de un patógeno, aumenta el movimiento general de la enfermedad en el ambiente, poniendo en riesgo la salud de otros seres vivos.
¿QUÉ PODEMOS HACER PARA LUCHAR CONTRA LAS ZOONOSIS INVERSAS?
Para ayudar a controlar la transmisión zoonósica y la transmisión zoonósica inversa, Anderson recomendó que las personas enfermas sean más cautelosas con sus mascotas, especialmente si saben que tienen Covid o gripe. Esto no tiene por qué suponer una cuarentena total, ya que estar separados de sus animales de compañía no siempre es posible o preferible.
Los fuertes vínculos entre humanos y animales conllevan una serie de beneficios para el bienestar emocional y mental que no deben descartarse. Anderson confía en que los propietarios aún pueden marcar una diferencia significativa al limitar las caricias y mantener los fluidos corporales lejos del alcance de las mascotas mientras están enfermos. En el día a día, las personas pueden limitar la propagación de enfermedades alimentando a los animales de compañía con una dieta saludable, proporcionándoles agua potable, manteniendo una sala de estar limpia y siguiendo un calendario de vacunación recomendado.
A nivel sistémico, una investigación más integrada puede reducir el impacto de las zoonosis inversas. Esto significa no sólo centrarse en los datos de salud humana para comprender una enfermedad, sino también incorporar la vigilancia animal. “Tenemos las herramientas de diagnóstico para rastrear muchos patógenos diferentes tanto en medicina humana como veterinaria, pero no siempre los recursos para verlos utilizados tan ampliamente como es necesario para comprender todas las tendencias epidemiológicas. En particular, necesitamos más pruebas entre animales”, indica Anderson. Ese tipo de datos podría respaldar la preparación para una pandemia al brindar a los científicos información importante sobre el movimiento de los patógenos.
“Creo que es importante saber no sólo acerca de los problemas de salud humana, sino también tener una imagen más completa de lo que realmente está sucediendo en el medio ambiente”, concluye el científico. https://www.animalshealth.es/mascotas/cientificos-senalan-zoonosis-inversas-mascotas-mas-comunes-se-pensaba