Dentro de las preocupaciones que giran en torno a los alimentos genéticamente modificados (GM), como causa de la desinformación, se encuentran las de creer que el ADN insertado mediante biotecnología en un alimento GM puede afectarnos negativamente, o si comer un animal alimentado con grano GM significa que la carne final en el plato también estará ‘modificada’.
Para responder este tipo de dudas, debemos partir por algo básico como lo es el ADN mismo, una molécula que comemos todos los días, ya que esta en cada uno de los alimentos que ingerimos.
Todo organismo vivo tiene ADN (Ácido Desoxirribonucleico) en sus células, una molécula que contiene la información genética que determina las características y funcionamiento del individuo en cuestión. Además, esta molécula transmite la información genética a su progenie, es decir, a la siguiente generación. Por otro lado, la estructura de esta molécula es de doble cadena, cada una formada por nucleótidos. Estos nucleótidos a su vez están conformados por un azúcar (desoxirribosa), un grupo fosfato y una base nitrogenada. Las bases nitrogenadas son cuatro: adenina (A), timina (T), citosina (C), y guanina (G), y siempre una A se enfrenta a una T y una C se enfrenta a una G en la doble cadena.
Para profundizar respecto a la estructura y funcionamiento del ADN, recomendamos leer nuestro artículo ‘El ADN, los Genes, y el Código Genético’, sin embargo, mantenga en consideración que la estructura de la molécula del ADN, la cual implica las 4 bases nitrogenadas (A-T-C-G), es global para todos los organismos vivos del planeta.
Después de repasar rápidamente la estructura del ADN, se debe recordar que desde que el ser humano existe se ha alimentado mediante caza de animales y recolección de raíces y frutos silvestres, y desde la revolución neolítica ocurrida hace unos 10 mil años, lo ha hecho con cultivos agrícolas y animales domesticados. Todos estos alimentos mencionados contienen ADN en sus células, ya que son organismos vivos.
Cuando ingerimos las verduras de una ensalada, la masa de un pastel, o la carne de un asado, estamos ingiriendo una serie de nutrientes como proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas, minerales, y además, el ADN presente en cada célula vegetal o animal dependiendo del alimento. Estas moléculas (incluyendo el ADN) son metabolizadas y ‘cortadas’ en moléculas de menor tamaño durante el proceso digestión que inicia en nuestra boca, pasa por el estómago, sigue en el intestino delgado y finaliza en el intestino grueso.
En este proceso de metabolización, por ejemplo, las proteínas son reducidas hacia sus ‘bloques’ menores de construcción conocidos como aminoácidos; lípidos como los triglicéridos son metabolizados hacia ácidos grasos; los carbohidratos complejos en glucosa; y el ADN en nucleótidos. Estos bloques básicos de construcción obtenidos en la digestión de alimentos, serán usados por nuestras propias células para obtener su energía y construir sus propias moléculas %u2013 lo cual incluye mantener la estructura de su propio ADN, mediante los nucleótidos obtenidos en la alimentación.
Transgénicos, tan seguros como los cultivos convencionales
Como explicamos detalladamente en nuestro artículo ‘¿Hay estudios de seguridad a largo plazo sobre consumo de alimentos transgénicos?’, existe amplia evidencia y revisiones de largo plazo sobre la seguridad de los alimentos GM, los cuales concluyen que son tan seguros como los alimentos convencionales.
Dada la explicación inicial sobre el ADN, se entiende que si consumimos, por ejemplo, un maíz o un alimento elaborado con soya, será metabolizado en nuestra digestión de la misma forma (y sin diferencias) si el maíz/soya fue producido por métodos de mejoramiento convencional, o si se le ha insertado un gen extra con ingeniería genética; ese nuevo gen, compuesto por las mismas 4 bases nitrogenadas (A,T,C,G) en todos los organismos, será metabolizado en la digestión de la misma forma que los otros miles de genes que componen el ADN de cada célula del alimento. No hay evidencia de que un gen insertado por técnicas de ingeniería genética tenga alguna diferencia en este sentido, o que pueda provocar un cambio negativo en el consumidor.
Lo mismo ocurre al consumir carne de un animal que fue alimentado con grano o pienso GM: el animal metaboliza los nutrientes de sus alimentos para ser usado en sus propias células, y posteriormente nuestro organismo metaboliza los nutrientes de la carne del animal para así obtener energía, proteínas, grasas… y ADN.
Los cultivos modificados por ingeniería genética son digeridos por los animales de la misma forma que los cultivos convencionales, Y si vamos más allá, la evidencia muestra fuertemente que la alimentación del ganado con pienso GM es equivalente a la que usa pienso convencional, en términos de composición de nutrientes, digestibilidad y valor alimenticio.
Una amplia revisión que abarcaba estudios por casi 20 años (con más de 100 mil millones de animales en total), además de la base de datos europea IPAFEED (con más de 3000 estudios), han demostrado sólidamente que no hay impactos negativos a la salud de los animales alimentados con pienso transgénico.
Cabe mencionar que el único estudio que sugería un traspaso de fragmentos grandes de ADN desde alimentos (convencionales, no transgénicos) hacia el sistema circulatorio humano, publicado en 2013, fue cuestionado seriamente por problemas de contaminación de muestras, falta de controles, selección sesgada de datos, y nadie ha confirmado los resultados del estudio.
Por otro lado, muchos estudios se han realizado para estudiar la posibilidad de que el ADN y proteínas de alimentos GM sean transferidas hacia los tejidos de animales de ganado, sin embargo, ningún fragmento de ADN o proteína intacta o inmunológicamente reactiva se ha detectado en los tejidos analizados %u2013 ni en la leche o huevos producidos por tales animales.
Fuente: Chile Bio