Comportamiento huraño en el gato

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Son felices hasta que llegan las visitas. En ese momento los encierran, los corretean, y ellos, por su parte, se enrabian, reclaman, se dedican como nunca a marcar su territorio con las garras y pueden rasguñar. Así son los gatos huraños; a ratos, todo un dolor de cabeza.

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Frente a estas situaciones, lo primero es descartar con un especialista cualquier problema médico, pues las conductas agresivas en los gatos pueden perfectamente ser respuesta a un dolor o a una enfermedad. Si no se asocia a nada clínico, hay que pensar entonces en problemas conductuales.

La doctora Denys Adauy, médico veterinaria del Centro Veterinario Padre Hurtado, comenta que es imposible explicarse las conductas de los gatos bajo los patrones del comportamiento humano. Sólo indagando en la naturaleza felina será posible comprender que esas actitudes un poco más hurañas o agresivas no son simples escenas de celos hacia el amo, sino que reacciones normales de un ser que siente invadido su territorio.

Hay que recordar que los felinos son individuos solitarios y asociales. Por lo tanto, “al ser autosuficientes -no necesitan de las personas para vivir- sus espacios se transforman en lugares clave”. En ese contexto, “si la única persona con la cual el animal encuentra tranquilidad es su dueño, entonces va a querer relacionarse sólo con él y probablemente va a elegir lugares para habitar donde él esté”.

Pero no es que tenga un amor incondicional por su dueño; lo que ocurre es que ve a esta persona como parte de su territorio. Entonces si se interfiere en su ambiente es factible que responda con agresividad, porque se sentirá amenazado.

Por ejemplo, al gato le molesta mucho que llegue un desconocido y que a partir de eso se altere su medio; que su amo se ponga ansioso, que lo encierren, que lo eche de sus habitaciones predilectas. Esa incomodidad puede hacerse mucho más evidente si se trata de una mascota extrovertida (los introvertidos, por el contrario, suelen esconderse) y si el nuevo visitante para colmo tampoco se muestra muy amistoso.

Cuando llega un recién nacido a casa hay que tener cuidado de entrar en pánico y empezar a impedirle al gato que se acerque a la pieza del menor o incluso a mirar la cuna, pues eso puede alterar su conducta. Si todo este proceso se asume con naturalidad, no habrá problemas, pues “un gato sano no va a agredir a una guagua; sólo lo hacen cuando ellos se sienten atacados”, aclara la veterinaria.

Si se le quiere hacer convivir con otros animales, estos conflictos se evitarán en la medida en que las nuevas mascotas no le quiten su territorio.

En países como Estados Unidos se realizan terapias conductuales para sociabilizar de nuevo a la mascota con el ambiente, cuyo tratamiento implica tanto el uso de fármacos como visitas periódicas del veterinario al hogar. En Chile, lamentablemente, todavía es una línea de trabajo incipiente.

Si no hay posibilidad de acceder a ella, a juicio de la profesional, lo esencial es tratar de adaptar a la gente a los espacios del felino, para que se sienta tranquilo. Esto es, no alterarle demasiado su vida (evitando cerrarle el paso hacia donde generalmente transita), desviándole la atención con juguetes y aplicando feromona F4 (se vende en tiendas) tanto en el entorno como en la persona que llega a la casa.

En algunos casos habrá que recurrir a tranquilizantes por un determinado período. Pero, sin duda, lo mejor siempre será partir por tratar de entender su especial forma de ser.

Fuente: http://www.conciencia-animal.cl/paginas/temas/temas.php?d=819