A pesar de que muchos animales pueden reconocerse en su reflejo, no sucede así con los canes. Un nuevo estudio indica que podrían hacerlo no a través de la vista sino del olfato, pero no todos los expertos están de acuerdo. Cuáles son las dos posturas.
No es muy difícil de comprobar con una simple prueba doméstica que los perros no parecen interesarse en absoluto por los espejos, a diferencia de los humanos. En general los ignoran o, como no los comprenden, les gruñen. Para los humanos, en cambio, los espejos son atrapantes porque esta es prácticamente la única manera de verse en vivo y en directo a través de una reflección que muestra cómo nos ven los otros. Para los perros, sin embargo, parece inútil. ¿Por qué?
Los científicos que estudian el comportamiento animal suelen usar espejos para descubrir si ellos pueden reconocerse a sí mismos, para ver si tienen algún sentido del ‘yo’. A uno de los mamíferos que mejor les va en esta prueba es a los chimpancés, que pueden notar si tienen alguna marca en su rostro, o aprovechan para examinar partes de su cuerpo que de otra manera no pueden ver, como el interior de la boca. Según apunta el New York Times, delfines, elefantes y urracas también pasan esta pruebas. Sin embargo, los perros no y es por eso que siguen siendo un enigma.
Alexandra Horowitz es una psicóloga del Barnard College, Estados Unidos, que estudió en profundidad el comportamiento de los perros y tiene en su haber varios libros al respecto y concluyó en un estudio reciente que los perros no necesitan de un espejo como los humanos para reconocerse, sino que lo hacen a través del olfato.
Aunque a algunos investigadores el estudio les parece interesante, señaló el New York Times, el primer científico en desarrollar la prueba de la marca en el espejo no cree que haya evidencias para sustentar la conclusión de la psicóloga. Pero la teoría de que los perros pueden verse en un ‘espejo de olor’ llama la atención. ‘Siempre había jugado con la idea de que debería haber un espejo olfativo’, señaló Horowitz, reconociendo que ‘podría ser espantoso para los humanos’.
Marc Bekoff, biólogo y especialista en comportamiento animal de la Universidad de Colorado fue el precursor de este tipo de investigaciones hace unos veinte años, con el que hoy se conoce como el estudio de la ‘nieve amarilla’. A través de ella descubrió que su perro, Jethro, reconocía su propio aroma ya que se interesaba más por la nieve marcada con orina de otro perro que la marcada con la suya, incluso si la habían movido a escondidas.
Horowitz llevó el estudio un poco más allá y colocó platos con distintos olores: la orina del perro, la orina de un perro desconocido y la orina del perro junto con otro aroma. Y, en algunas pruebas de control, no puso orina, solo el aroma añadido que resultaba extraño. De esta manera puso a prueba a 36 perros domésticos para ver cuánto tiempo le dedicaban a cada olor. En otras palabras, cuánto interés ponían en cada uno.
Los resultados del estudio publicado en Behavioral Processes arrojaron que los perros se vieron menos interesados en su propia orina, un poco interesados en la orina de otro perro y muy interesados en su propia orina alternada. La significación de estos datos es, sin embargo, ambigua. Según la autora del estudio esto demuestra que los perros reconocen su propio aroma y que no les parece interesante a menos que esté alterado. ‘No me parece que es precisamente paralela a la prueba de la marca en el espejo’, explicó Horowitz. En una prueba de olor, no se puede ‘usar el espejo para componer la imagen de cómo crees que deberías verte’.
Pero el científico que desarrolló la prueba de la marca en el espejo, Gordon Gallup, está en desacuerdo con Horowitz. ‘No me parece que los resultados sustenten las conclusiones’, dijo. Para él, la conciencia de uno mismo evaluada en la prueba de la marca en el espejo es ‘la capacidad de convertirse en objeto de nuestra atención’. Si se presenta un olor familiar y una versión modificada de ese mismo olor, explicó, eso aumentará la atención del perro. Para él, una prueba definitiva necesitaría tener un componente en el que el animal identifique la fuente y se remita a ella, tal como los chimpancés señalan la marca en sus propios rostros.
Laurie Santos, directora del Centro de Cognición Canina en Yale, Estados Unidos, opinó que el estudio era ‘una innovación realmente importante’. Dado que la prueba del espejo depende de la capacidad visual, muchos investigadores, incluido Gallup, se han interesado en extender la prueba a otros sentidos.
Frans de Waal, primatólogo de la Universidad Emory, dijo al NYT que es necesario ‘ir más allá de la prueba de la marca en el espejo como única fuente de información. Mi opinión es que todos los animales tienen algún nivel de conciencia en sí mismos, que es necesario, y que la prueba de la marca en el espejo es un tipo especial, tal vez extraordinario, de prueba, pero necesitamos más formas de hacer pruebas’.
Fuente: infobae