Una universidad estadounidense ha descubierto que sus niveles de felicidad, satisfacción y emociones positivas son más altos
‘!Puedes decir cualquier tontería a un perro, y éste te mirará de una manera que parecerá decir ‘¡Por Dios, tienes razón. Nunca se me hubiera ocurrido!”, afirmaba el escritor estadounidense Dave Barry. Y no se equivocaba. Numerosos estudios indican que tener una mascota disminuye el riesgo de sufrir depresión y nos ayuda a rebajar la ansiedad y sentirnos más queridos y escuchados, además de aportar otros beneficios psíquicos y físicos como convertirnos en personas más responsables y obligarnos a hacer ejercicio. ‘Acariciar a un animal durante unos minutos reduce la tensión arterial en los ancianos, la autoestima se potencia y las ganas de vivir son mayores en alguien que tiene una mascota… Su efecto catalizador es innegable’, asegura Manuel Lázaro, veterinario del C. V. Mirasierra de Madrid.
Según The Boston Consulting Group, en el 49,3% de los hogares españoles vive un animal doméstico, lo que supone más de 20 millones. Pero, ¿todas las especies nos ofrecen lo mismo? La ciencia dice que no. La eterna pelea entre perros y gatos se materializa en un estudio realizado por el Manhattanville College de Nueva York, que ha demostrado que los dueños de los canes son más felices que los de los felinos, además de ser menos propensos a la neurosis y capaces de concentrarse mejor. La investigación se realizó con 263 personas en las que se evaluaron cuatro parámetros: felicidad, satisfacción en la vida, emociones positivas y emociones negativas para ahondar en la relación con sus mascotas.
Los resultados revelaron que aquellos que tenían un animal en casa no presentaban diferencias significativas en cuanto a los niveles de felicidad, emociones positivas y negativas, frente a aquellas personas que no los tienen. Sin embargo, sí se sentían mucho más satisfechos con sus vidas. Según los investigadores, la explicación se podría encontrar en la regulación emocional que las mascotas provocan y la necesidad que se tiene de complacerlas.
La controversia surge en la segunda parte del estudio, cuando al evaluar a los diferentes dueños entre sí surgieron significativas diferencias en todos los parámetros. Y es que se descubrió que los niveles de felicidad de los dueños de los perros era más alta (23 décimas), así como los niveles de satisfacción personal (dos décimas). Asimismo, los niveles de emociones positivas de los amos caninos también fueron mayores (17 décimas) que los de los dueños de los gatos, quienes sólo lograron ganarles en el nivel de emociones negativas, superándoles en 26 décimas. La investigadora principal del estudio, Katherine Jacobs Bao, aseguró que ‘los amantes de los gatos fueron más introvertidos y menos amables, pero más abiertos de mente’ con respecto a los otros.
El veterinario encuentra una explicación en las diferentes formas de ser de ambas especies: ‘El perro muestra una mayor dependencia e interacción con el dueño, facilita las relaciones sociales al tener que pasear por la calle, y participa en actividades de ocio y deporte. Los dueños de gatos buscan en estos una mayor independencia y comodidad en su cuidado al no precisar el contacto con el exterior. Tal vez este estudio pudiera apuntar a una relación más completa y por ello satisfactoria al compartir muchos más momentos de su vida y de su ocio’, afirma Manuel Lázaro. Montse Suárez, psicóloga y educadora de perros de Psicología canina, está de acuerdo con él. ‘Los gatos, generalmente, son más selectivos con sus momentos de cariño. Ellos prefieren su espacio; los perros el nuestro. Se trata de descubrir cuál se adapta mejor a nuestra personalidad y estilo de vida’.
Vanessa Carballés es la dueña del centro clínico felino Gattos en Madrid, y como profesional y propietaria de ambos animales se muestra en desacuerdo con el estudio. ‘Dependerá de lo que una persona espere de su mascota. Los dueños de los perros esperamos que sea obediente, cariñoso, que no nos rompa nada… El del felino no tiene tantas expectativas’, asegura.
¿Quién quiere más al dueño?
Pero los canes no sólo convierten a sus dueños en personas más felices: ellos también lo son. El investigador Paul Zak, profesor y neurocientífico de la Universidad Claremont, y su equipo llegaron a esta conclusión al medir los niveles de oxitocina (llamada ‘hormona del amor’) de 10 gatos y 10 perros tras pasar un rato jugando con sus amos. ¿Cuál de ellos disfrutó más de la compañía humana? Los resultados fueron abrumadores: la presencia de dicha hormona se incrementó en los canes un 57,2% y apenas un 12% en los felinos, casi cinco veces menos.
Carballés encuentra una explicación a esto: ‘Para un perro su dueño es lo más importante, el jefe de la manada, y es normal que la liberación de oxitocina sea mayor. Además, es un animal más expresivo y es fácil saber si está feliz. El gato, en cambio, no es jerárquico, es solitario por naturaleza y para él lo principal es el territorio. En cualquier caso, tal vez se podría medir la oxitocina cuando estén ronroneando, que es cuando más a gusto están’, asegura. Para Lázaro, el amor ‘no es algo que se pueda explicar sólo de una forma puramente química’. Y es que, más allá de la ciencia, cada persona seguirá defendiendo a su mascota por encima de todo. ¿Usted cuál prefiere?
Fuente: http://www.elmundo.es/vida-sana/familia-y-co/2016/02/18/56bc7efd46163fd57b8b45ae.html