Estamos en una época en la que todo avanza a una velocidad que puede dar vértigo a algunas personas. En todos los ámbitos avanzamos tan deprisa que si estás un par de meses descolgado de la actualidad no te llegas a creer cómo han cambiado las cosas.
Uno de los campos que más deprisa está avanzando y que más quebraderos de cabeza trae es la investigación genética. Este tipo de estudio va unido, inevitablemente, a las leyes éticas y morales que supone la modificación y creación de especies nuevas ya que, no sabemos muy bien qué tipo de reacciones pueden llegar a provocar estos individuos en un medio natural y sin control alguno.
Si a esto unimos la utilización de algunos genes humanos en otras especies, las cuestiones ético-morales aumentan más y la barrera entre lo que está bien y lo que está mal se empieza a difuminar de una manera un tanto peligrosa.