Según un estudio reciente, deberíamos empezar a preocuparnos por el futuro de los perros. Al menos, de los perros domésticos: la calidad de su esperma cada vez es menor. Y lo que resulta más preocupante, el de los humanos también, y por los mismos motivos.
El estudio se ha centrado principalmente en el efecto de dos sustancias con las que, por desgracia, convivimos a diario. El primero es el dietilhexil ftalato (DEHP por sus siglas en inglés) y el segundo el PCB153, ambos se pueden considerar microplásticos. El problema es que uno es moderno y el otro es un producto antiguo.
Antiguo hasta el punto de que ya no se fabrica. El PCB153, así como otros PCBs, dejó de fabricarse precisamente porque distintos estudios demostraron su efecto nocivo sobre la salud: actúa como disruptor endocrino, provoca daños en el hígado, e incluso se relaciona con el desarrollo de cánceres.
Pero aun así, sigue presente en muchos hogares. Y su efecto es bioacumulativo, lo que quiere decir que los seres vivos lo absorbemos, pero no somos capaces de metabolizarlo. Por lo tanto, se acumula en los tejidos, amplificando el daño que causa.
En el caso del semen, falta de motilidad y espermatozoides vagos. Es decir, gametos con defectos que les dificultan nadar, o que simplemente no se desarrollan lo suficiente como para hacerlo de manera eficaz, lo que se traduce directamente en una fertilidad reducida.
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