Enfermedades emergentes en cerdos: 1 – ¿qué significa?

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Una enfermedad emergente puede ser tanto nunca antes vista o nueva en un país o región, aunque ya esté presente en otros lugares. (Primera parte de una serie de dos artículos).

Enfermedad emergente: ¿Qué significa?

La palabra ‘emerger’ es de origen latín (emergere) y significa surgir, aparecer, salir a la superficie. Hoy en día, cuando los eventos tienen una cobertura mediática tan amplia, también significa ‘salir a la luz’. Para las ciencias de la salud, el concepto detrás de este vocablo es novedoso per se y/o en su desarrollo (diseminación, severidad del impacto clínico) de acuerdo con WHO (Organización Mundial de la Salud).

Una enfermedad emergente es ‘una enfermedad que aparece en una población por primera vez o que pudo haber existido previamente, pero incrementa rápidamente su incidencia y rango geográfico’.

En cualquier caso, a pesar de que muchas enfermedades tienen una causa infecciosa, una enfermedad emergente necesita ser distinguida de una infección emergente. Cuando un patógeno se detecta, el término ‘patógeno de interés emergente’ también aparece. Esto puede estar relacionado a un nuevo descubrimiento, un incremento en la virulencia o el impacto clínico, nuevas especies animales involucradas, etc.

Una enfermedad emergente puede ser tanto ‘nueva realmente’ (nunca antes vista), como nueva en un país o región, aunque ya esté presente en otros lugares (Done, 2000). Por otra parte, ‘enfermedad re-emergente’ designa una enfermedad que desaparece temporalmente de un territorio y ataca nuevamente a la población anteriormente involucrada.

Razones para una enfermedad emergente o re-emergentes

El objetivo siempre ha sido material de debate tanto en medicina humana como veterinaria.

Autoridades internacionales como WHO o la OIE (Organización Internacional de la Salud Animal) han unido esfuerzos con el afán de solucionar problemas complejos, concluyendo que los animales deberían ser vistos como un bien público (o propiedad pública) y la expresión: ‘un mundo, una salud’ fue presentada en particular para mostrar la relación entre salud humana y animal, y la necesidad de cooperación.

Los factores de las enfermedades emergentes en humanos toman una definición general: ‘fuerzas específicas que provocan enfermedad y que operan en diferentes elementos en el proceso de emergencia’ (Kimball, 2008). La interacción de factores creados por el hombre fue esbozada por el autor. Muchos de esos aspectos también aplican a enfermedades animales y especialmente a los cerdos.

El rol de la traslación (movimiento)

En humanos, hay muchos reportes como la plaga de Atenas (430 a.c.), la peste negra (por varios siglos en Europa y Asia), la viruela (México, alrededor de 1520). Hablando de manera general, para cualquier especie, está claro que la movilización de individuos infecciosos (que diseminan el patógeno) es la causa principal de propagación de enfermedades en las especies involucradas o biológicamente relacionadas, y por tanto, el surgimiento de la enfermedad en poblaciones susceptibles.

Más allá de la movilización de especies animales per se, deberíamos estar pendientes de que el comercio internacional es tan amplio e intenso que el mundo se está convirtiendo en un poblado global.

Por ejemplo, millones de toneladas de granos (cereales, soya) y otros bienes, en ocasiones de origen animal, se mueven alrededor del globo cada año y con ellos inevitablemente se transportan hierbas, insectos, esporas, hongos, bacterias, virus, etc. La mayoría de estos pueden entrar a las granjas y entrar al tracto digestivo de los cerdos.

El rol de los cambios en el patógeno

Los microorganismos están constantemente sujetos a cambios evolucionarios naturales como mutaciones, recombinaciones e intercambio de genes. La corta duración de su ciclo de replicación les confiere la capacidad de alcanzar poblaciones de gran tamaño cuando las condiciones del medio son favorables.

Es también conocido que algunos virus (como los RNA) son más inestables debido a su usualmente alto nivel de sustitución de nucleótidos, pobre habilidad de corrección de errores en mutaciones y por tanto, una mayor capacidad de adaptación a nuevas situaciones.

En cuanto a las bacterias, además de las mutaciones, también se sabe que los genes pueden cambiar entre células, especialmente en el intestino. Los microorganismos se adaptan naturalmente al ambiente para sobrevivir, pero esos cambios naturales mencionados pueden incrementarse bajo ciertas condiciones, aumentando la presión ecológica sobre los patógenos.

El punto es, particularmente relevante en la producción de animales donde mantener grandes números de animales en un espacio restringido y cerrado es la regla común a veces mezclando animales de diferentes fuentes y estados de salud.

La evolución de bacterias resistentes en respuesta a la exposición a antibióticos es una ilustración de la adaptación de las bacterias a su medio (Acar and Moulin 2012). El uso de antibióticos actúa como presión selectiva para organismos resistentes. Cuando se refiere a la virulencia, debe recordarse que un microorganismo puede expresar virulencia o no dependiendo que tan cercano sea el medio al huésped.

Hay muchos ejemplos de carga genómica en patógenos virales que afectan a los cerdos.

El coronavirus respiratorio porcino es un mutante de una cepa altamente patógena de un virus TGE (gastroenteritis transmisible). La mutación implica un grupo de más de 200 aminoácidos que dan la codificación genética para una proteína de envoltura (Laude et al 1993).

De manera similar, se piensa que la enfermedad de Aujeszky es el resultado de una mutación en el virus (Pensaert 1999).

Otro ejemplo es el virus de PRRS que continuamente está cambiando como se puede ahora hacer evidente en secuenciación. Diferencias considerables pueden hallarse entre variantes.

Los virus están evolucionando por mutaciones aleatorias y por recombinación intragénica (Shi et al 2010, Darwich et al 2010). La evolución puede verse aumentada por el amplio uso de vacunas. Y por supuesto, otro caso obvio de permanente evolución está dado por los virus de la influenza.

El rol de la vida silvestre

El punto ha sido especialmente estudiado en humanos (Jones et al 2008). De acuerdo con este autor, 60% de 335 eventos infecciosos registrados en humanos en los últimos 60 años son causados por agentes zoonóticos, es decir, patógenos que pueden sobrevivir en animales y humanos. Dentro de estos eventos, un 72% tuvieron origen en vida silvestre.

Dado que la vida silvestre es un enorme reservorio para patógenos, la magnitud de una enfermedad emergente es a menudo determinada por amplificadores como vectores: insectos o garrapatas. El rol de los animales migratorios (como las aves) puede también incluirse aquí.

En cierto sentido, estos hechos hacen que el rol de la vida silvestre esté también relacionado a la migración del patógeno a una nueva población susceptible. Ejemplos en cerdos europeos son el surgimiento de brotes de brucelosis, tuberculosis e incluso Fiebre Porcina Clásica y enfermedad de Aujeszky que ocurren esporádicamente siguiendo un contacto directo o indirecto con cerdos salvajes como jabalíes infectados.

El rol de los humanos (factor socioeconómico)

Producción intensiva significa un uso con mayor presión sobre los recursos (instalaciones, individuos), acompañado de una tendencia a incrementar el tamaño de las unidades de producción y los movimientos a mayor escala (animales vivos, semen, ingredientes para alimentos, farmacéuticos).

Cuando este proceso creado por el hombre está especialmente encaminado a tener mayor beneficio en el menor tiempo, puede llevar a ignorar temporalmente o desviarse de algunas reglas de bioseguridad.

Eventos técnicos/económicos (cultivos pobres, altos precios) pueden resultar en el cambio súbito o interrupción del ambiente del cerdo (cambios en la dieta). Dentro de los problemas creados por el hombre, vienen las indeseadas consecuencias en relación a la tecnología ampliamente diseminada del uso de farmacéuticos, incluyendo biológicos.

El rol del calentamiento global

Es una realidad ahora aceptada por la comunidad científica a pesar de que las razones siguen en debate. Hay más consecuencias en enfermedades de animales, especialmente las que son transmitidas por vectores. La mayoría de los insectos hematófagos tienen una etapa acuática o semi-acuática en su ciclo de vida y, por tanto, son sensibles al clima.

Sin embargo, con todas las consideraciones, de acuerdo a muchos científicos, el calentamiento global puede impactar más en la distribución de la enfermedad que en su surgimiento propiamente (Gummow 2010).

Fuente: El Sitio Porcino