La fibra se está “redescubriendo” por sus múltiples beneficios: fisiológicos, sobre la salud intestinal y el medio ambiente. En producción animal, conocer la dinámica de los procesos digestivos y su relación con el consumo y la composición del pienso es fundamental para optimizar el rendimiento de los animales.
La fracción fibrosa de los piensos tiene un notable impacto sobre los procesos digestivos. Tradicionalmente asociada a una reducción de la densidad energética de las dietas y de la digestibilidad de los nutrientes, la fibra se está “redescubriendo” por sus múltiples beneficios en alimentación de porcino. En este sentido, la proporción de fibra en los piensos ya no es necesariamente sinónimo de peor calidad. Son conocidos los efectos positivos de la fibra sobre la sensación de saciedad en reproductoras, la salud intestinal y la reducción de las emisiones de amoniaco (NH3) a partir de los purines. Además, en un marco de mejora de la sostenibilidad y reducción de costes en ganadería, la incorporación de subproductos agroindustriales fibrosos es cada vez más frecuente en piensos de todas las edades.
Esta práctica puede, además, suponer una reducción de la huella de carbono de la carne porcina, al incorporar subproductos en sustitución de materias primas nobles en los piensos. Sin embargo, los efectos específicos de los diferentes tipos de fibra en el consumo voluntario, la digestión y el metabolismo pueden ser muy variables. A continuación, se describen algunos de estos beneficios y su relación con el tipo de fibra.