Un pequeño gran avance en la lucha contra la peste porcina africana

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La Peste Porcina Africana (PPA) es una enfermedad hemorrágica altamente infecciosa que afecta a cerdos domésticos y jabalíes europeos, provocando enormes pérdidas económicas en los países afectados. La PPA es una enfermedad de declaración obligatoria a la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y está provocada por el Virus de la Peste Porcina Africana (VPPA), virus de gran tamaño y complejidad contra el que aún no existe tratamiento ni vacuna eficaz.

La PPA entró en España en 1957 y no se erradicó hasta 1995, permitiendo la apertura de los mercados internacionales a nuestros productos porcinos y el despegue del sector. La PPA es endémica en África y en 2007 llegó de nuevo a Europa, concretamente a Georgia a través de productos porcinos infectados procedentes del continente africano. Desde que la PPA llegó al continente europeo se ha expandido de forma descontrolada afectando a países como Rusia, Lituania, Letonia, Estonia y Polonia. La situación está fuera de control y la necesidad de una vacuna frente a ella se hace cada vez más necesaria.

A diferencia de lo que ocurre actualmente en Europa, donde el virus circula principalmente entre los cerdos domésticos y los jabalíes, la situación en África resulta mucho más compleja. El cerdo doméstico europeo es el único huésped susceptible a la enfermedad en África y el virus se mantiene en un ciclo silvestre entre cerdos salvajes y garrapatas. Los suidos salvajes africanos pueden estar infectados de por vida sin mostrar signos de la enfermedad, siendo fundamentales en el ciclo, las garrapatas del género Ornithodoros, que facilitan la transmisión ente los suidos salvajes y también al cerdo doméstico. A día de hoy se considera que la PPA es el factor de riesgo más limitante para el crecimiento sostenido de una industria porcina en clara expansión en muchas zonas del continente africano, contribuyendo así a aumentar la pobreza en una de las áreas ya de por sí más castigadas del planeta.

El equipo liderado por el Dr. Fernando Rodríguez en el IRTA-CReSA se investiga para encontrar una vacuna que ayude a mejorar la situación actual de esta enfermedad porcina que, además, genera tantas perdidas económicas en los países que la padecen. Las instalaciones de bioseguridad de nivel 3 (BSL-3 ) disponibles en el IRTA-CReSA permiten trabajar de forma segura con el virus, además de poder vacunar e infectar animales, pues es un agente infeccioso con requerimientos de trabajo especialmente estrictos a nivel de la bioseguridad.

Un prototipo vacunal que abre esperanzas

En el trabajo publicado recientemente en la revista Journal of Virology, se han presentado los avances obtenidos durante la tesis doctoral de la Dr. Paula L. Monteagudo en el campo de las vacunas frente a la PPA. El trabajo fue realizado bajo la dirección del propio Dr. Fernando Rodríguez en el IRTA-CReSA y la Dra. María Luisa Salas en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de Madrid, con la colaboración inestimable del Boehringer Ingelheim Veterinary Research Center GmbH And Co. KG, Hannover, Germany.

En el artículo se describe como se modificó una cepa virulenta del VPPA aislada en Badajoz en 1971 (BA71), mediante la eliminación específica de un único gen, la hemaglutinina viral, transformándolo en un virus atenuado (BA71∆CD2) que puede utilizarse para vacunar y proteger a los cerdos, de forma experimental, tanto frente a la cepa virulenta de la que procede (virus parental), como frente a otras cepas del VPPA diferentes.

El hecho de que un virus atenuado confiera protección frente a la infección con el virus del que procede no es algo novedoso y hay numerosos trabajos publicados donde se consigue esta protección frente a estas cepas que denominamos como homólogas. Lo novedoso de este trabajo es que, utilizando una dosis adecuada del virus atenuado BA71∆CD2 se ha logrado proteger a los cerdos de una forma 100% efectiva frente a un virus coetáneo del BA71, el E75 (España 1975), que es un virus no homólogo o heterólogo.

Gracias a este estudio se sabe también que, la protección conferida es dependiente de la dosis utilizada y que la protección cruzada obtenida in vivo entre las diferentes cepas correlaciona con la habilidad que tiene el candidato vacunal BA71∆CD2 de inducir células T-CD8 capaces de reconocer ambas cepas, BA71 y E75 in vitro.

Con estos buenos resultados en la mano, se propuso avanzar un paso más y averiguar si el candidato vacunal BA71∆CD2 era capaz de proteger a los animales frente a una infección con la cepa que está actualmente circulando en Europa, la denominada Georgia 2007/01. Esta es una cepa mucho más distante filogenéticamente hablando de BA71 de lo que lo es E75, perteneciendo incluso a un genotipo diferente. Los resultados obtenidos de este experimento fueron impresionantes, pues todos los animales que recibieron la dosis adecuada de BA71∆CD2 sobrevivieron a la infección con la cepa heteróloga altamente virulenta Georgia 2007/01.

Los resultados aquí obtenidos van más allá de poder demostrar una protección frente a Georgia 2007/01, frente a la que ya comienzan a aparecer otros prototipos experimentales, sino que abren la posibilidad de poder proteger contra virus muy distintos con una sola vacuna, algo esencial, sobre todo pensando en aquellas zonas endémicas en las que hay muchos virus diferente circulando al mismo tiempo, como ocurre en muchas zonas del África subsahariana.

El hecho de que BA71∆CD2 se pueda producir en una línea celular estable (COS-1) en lugar de en macrófagos primarios como hasta ahora, abre además la posibilidad de una futura explotación comercial. La ausencia de la hemaglutinina del virus dificulta, por un lado, la transmisión por garrapata del BA71∆CD2, ya que esta proteína es un factor clave para ello y, por el otro, permite diferenciar a los animales vacunados de los infectados mediante un sencillo ensayo de inhibición de la hemaglutinación y/o de hemadsorción.

A pesar de los buenos resultados obtenidos, algunos de los animales vacunados mostraron ciertos niveles transitorios de virus en sangre y en secreciones nasales, impidiendo asegurar al 100% su inocuidad en campañas masivas de vacunación en el campo. Así pues, el reto principal se centra ahora en intentar mejorar la bioseguridad de la vacuna y, en paralelo, mejorar los métodos diagnósticos que hagan posible diferenciar con facilidad a los animales que han sido vacunados de los que se han infectado de forma natural.

Fuente: IRTA