Ante la demora en las negociaciones del TLCAN, Estados Unidos decidió imponer aranceles sobre el acero y aluminio, México respondió con impuestos sobre algunas de las exportaciones, pero no fue casualidad. En el caso de la carne de cerdo hubo una estrategia que no sólo puede ejercer presión para terminar con la tensión comercial, puede apoyar a la industria nacional.
Trump impuso aranceles al acero y aluminio mexicanos y México respondió con una serie de medidas, entre ellas, un impuesto de 20% a la carne de cerdo estadounidense. Los porcicultores mexicanos tienen una oportunidad para elevar su producción ante el encarecimiento de la carne proveniente de Estados Unidos, al tiempo, la industria puede tomar un bache comercial y convertirlo en una estrategia para diversificar a sus socios.
En Yucatán, la empresa Kekén, subsidiara del Grupo Kuo, enfocada a la producción, comercialización y exportación de carne de cerdo, inauguró en mayo la planta Sahé. Su capacidad de procesar carne de 2.5 millones de cerdos al año la convierte en la mayor en su tipo en México.
Kuo anunció en 2016 un plan de inversión por 350 millones de dólares que permitiría que el negocio porcícola de Kekén alcance ingresos de 1,000 millones de dólares en cinco años. Ésta es una de las empresas que puede verse beneficiada por la respuesta comercial de México a Trump, en este grupo se encuentran también las granjas Carroll y Gena Alimentos, que figuran como los criadores más grandes.