Un equipo de científicos asturianos trabaja en una solución para la tripanosomiasis, que afecta a los animales de los pastores y pequeños productores del continente
Hace unos 15 años, Keba Diouara llegó a la península ibérica cruzando el mar en patera. El viaje había empezado en la aldea de Koufadou, cerca de Tambacounda, en el interior Senegal. Su padre tenía ganado y, gracias a ello, su familia gozaba de una situación económica estable. Pero la mosca tsetsé les arrebató casi todo y Keba se vio empujado a poner su vida en manos de la mafia que le brindaba un pasaje a Europa.
“La nagana [flojera], que es como se conoce en África a la enfermedad del sueño cuando afecta al ganado, acabó con más de la mitad de las vacas que teníamos”, recuerda Keba. “Apenas daban leche porque cada vez estaban más delgadas. Hubo que sacrificar a muchas. La situación empeoraba con la época de lluvias y desde el Gobierno quemaban los matorrales para eliminar cualquier resto de la mosca, con lo que también quedábamos sin pastos”.
Casi un tercio de África está infestado por la enfermedad que transmite la mosca tsetsé: la tripanosomiasis. Una peste que llega a diezmar al ganado al causar tres millones de bajas pecuarias y 500.000 nuevos casos cada año, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Parte de este territorio son tierras fértiles sin cultivar, un desierto verde abandonado por las personas y el ganado. Conocida también como la enfermedad del sueño, es una de las más devastadoras del África subsahariana, y en humanos provoca hasta un 80% de muertes entre los infectados.
En animales, reduce la productividad de carne o leche de los que la sufren, ya que genera un estado de debilidad crónica en el ganado que reduce su fertilidad, le provoca abortos, impide que aumente de peso y lo debilita demasiado para ser utilizado para la labranza o el transporte. Es, por tanto un grave obstáculo para el desarrollo económico de las zonas rurales afectadas. Erradicar la mosca tsetsé, y con ella la enfermedad, permitiría a los campesinos africanos recuperar territorio y aumentar considerablemente la producción de comida.17