Han realizado importantes avances en la creación de una vacuna contra la tuberculosis estable a temperatura ambiente sin que presente pérdidas en su estructura y función Un equipo de científicos de la Universidad de Bath (Reino Unido) que trabaja en una nueva vacuna contra la tuberculosis (TB) ha logrado un gran paso adelante al demostrar que un antígeno de TB con potencial de usarse en vacunas y un nuevo adyuvante pueden protegerse del daño por calor con una novedosa técnica.
Su método evita que los componentes cruciales de la vacuna se echen a perder fuera de un refrigerador, lo que significa que es más probable crear una vacuna térmicamente estable que pueda administrarse de manera eficiente a áreas remotas de todo el mundo. Y es que, los investigadores explican que existe una necesidad urgente no solo de una nueva vacuna contra la tuberculosis, sino también de métodos para mantener las vacunas estables fuera de la ‘cadena de frío’, ya que hasta el 50% de las dosis de la vacuna se descartan antes de su uso debido a la exposición a temperaturas subóptimas.
De hecho, las vacunas termoestables han sido nombradas un área de investigación prioritaria en el Plan de Acción Global de Vacunas 2011-2020 de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El nuevo proceimiento ha sido bautizado como ‘ensilicación’, que “encoge” las proteínas de la vacuna usando capas de sílice que se acumulan formando una especie de armazón alrededor de las moléculas para que no se desenreden cuando se exponen a temperaturas que generalmente las descomponen.
El equipo de investigación de los departamentos de Biología, Bioquímica y Química demostró por primera vez que el antígeno TB ag85b y una vacuna fusionada con la proteína adyuvante Sbi, que por sí mismas son sensibles a la descomposición fuera de un medio refrigerado, resistían el daño por calor cuando se procesaban mediante el método de ‘ensilicación’. De hecho, demostraron que estas vacunas se mantenían en un estante a temperatura ambiente durante largos períodos de tiempo sin pérdida de estructura y función alguna, lo que permitiría facilitar su almacenamiento.
Los investigadores consdieran los resultados como “un gran paso adelante”, no solo en el desarrollo de vacunas antituberculosas térmicamente estables, sino también por el hecho de que dicho proceso podría ser aplicado a otros tipos diferentes de vacunas. El autor principal del estudio, el profesor Jean van den Elsen, afirma que se necesita “con urgencia” una nueva vacuna contra la tuberculosis para complementar o reemplazar a la vacuna BCG existente y reducir la cantidad de casos y muertes por tuberculosis, particularmente porque las infecciones resistentes a los medicamentos siguen siendo altas.
Por su parte, Asel Sartbaeva, que desarrolló el método conocido de ‘ensilicación’, ha señalado los resultados revelan el potencial del método en reducir los costes de las vacunas contra la tuberculosis que son incrementados hasta en un 80% por la necesidad de refrigeración.
Referencia:http://bit.ly/2LXssmL