Las bacterias se comportan como miembros de un ecosistema, ha descubierto un estudio. Cuando una infección es tratada con antibióticos, otros organismos resistentes se suman a la ofensiva para contener el efecto bactericida. Y así sucesivamente, generando un megabacteria resistente que complica el recurso a los tratamientos con antibióticos.
Las bacterias no son especies aisladas que actúan por su cuenta para propagar una infección, sino que se comportan como miembros de un ecosistema. Los hospitales se convierten así para estos microrganismos en el espacio natural en el que evolucionan para convertirse en resistentes a los antibióticos y sobrevivir en un paciente huésped.
Algunos microbios bacterianos se han vuelto resistentes a los antibióticos que se usan para tratarlos. A las bacterias que resisten el tratamiento con más de un antibiótico, se las llama organismos resistentes a múltiples medicamentos (MDRO, por sus siglas en inglés). Los MDRO afectan, principalmente, a las personas que están en hospitales y centros de atención de largo plazo. Sin embargo, ahora también se están esparciendo entre los niños y adultos saludables.
Lo que ha descubierto una investigación de la universidad de Michigan en Estados Unidos es que lo que se produce en el momento de una infección con MDRO es una red compleja de interacciones: cuando un paciente hospitalario se infecta con una bacteria resistente y es tratada con antibióticos, otras bacterias MDRO se suman a la ofensiva para contener el efecto bactericida.
Eso significa que la infección con un MDRO aumenta el riesgo de adquirir otro MDRO si el paciente es tratado con un cualquier antibiótico, porque este tratamiento aumenta las probabilidades de que el paciente sea colonizado por otro MDRO.
El proceso no se detiene aquí, ya que, este segundo MDRO incrementa el riesgo de ser colonizado más tarde por otro ORMM, como reacción al tratamiento con nuevos antibióticos, formando una especie de megabacteria compleja que es más difícil de tratar medicamente.
Los investigadores esperan que este descubrimiento dé a los médicos y a los pacientes más razones para evitar el uso generalizado de antibióticos, a menos que sean verdaderamente necesarios, según se informa en un comunicado de la citada universidad.
Estudio a largo plazo
Para llegar a esta conclusión los investigadores utilizaron datos de un estudio a largo plazo de pacientes de asilos. Cerca de dos tercios de los pacientes estudiados fueron tratados con uno o más de 50 antibióticos diferentes durante el periodo de estudio.
Todos los pacientes del estudio usaron un catéter urinario para vaciar la vejiga durante al menos tres días durante el periodo de estudio, lo que permitió a los investigadores analizar los patrones de las infecciones del tracto urinario que en los pacientes de asilos u hospitalizados con frecuencia provienen de bacterias que entran a la vejiga por el catéter.
Los hallazgos indican que la colonización de la piel, nariz y garganta de estos pacientes con organismos resistentes a múltiples medicamentos (MDRO) no fue aleatoria, sino que siguió el patrón descrito: por cada antibiótico específico, aumenta el riesgo de colonización por otro organismo resistente.
Para ser más específicos, el 40 por ciento de los 234 pacientes ancianos del estudio tuvieron más de un MDRO viviendo en su cuerpo. Los pacientes que tuvieron pares específicos de MDRO tuvieron más probabilidades de desarrollar una infección del tracto urinario relacionada con otro MDRO, como consecuencia del tratamiento antibiótico.
Los investigadores de la UM se centraron en dos de los MDRO más peligrosos: el enterococo resistente a la vancomicina (VRE) y el El Staphylococcus aureus resistente a la meticilina o SARM, así como en cuatro bacterias gram-negativas que desarrollaron resistencia a dos potentes antibióticos.
‘Tenemos que comprender cuáles son las prácticas clínicas que conducen a la propagación de los MDRO en las instalaciones médicas y parece ser, a diferencia de lo que se esperaba, que un factor clave es el uso de ciertos antibióticos contra un organismo individual, ya que este tratamiento podría implicar a otros organismos en circulación’, según el biólogo de sistemas Evan Snitkin, del Departamento de Microbiología e Inmunología de la Facultad de Medicina de la UM.
Los investigadores han creado un mapa de interacciones entre las bacterias y tipos de antibióticos, lo que podría ayudar al cuerpo médico a decidir cómo tratar a un paciente con un antibiótico específico. Pero esto llevará tiempo y requiere más investigación, indicaron los investigadores.
Fuente: Tendencias21