América Latina y el Caribe cumplió las dos metas internacionales del hambre. Al reducir su porcentaje y número total de personas subalimentadas a menos de la mitad, alcanzó tanto el Objetivo del Milenio 1C como la Cumbre Mundial de la Alimentación.
- La historia de éxito de la región es fruto del compromiso político de los países con la lucha contra el hambre al más alto nivel, en un contexto de estabilidad macroeconómica y política que sustentó este proceso.
- La región propuso no sólo reducir el hambre sino erradicarla por completo antes del 2025 a través de la Iniciativa América Latina y el Caribe sin Hambre. Este objetivo fue ratificado y adoptado en 2015 por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, a través de su Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre.
- El hambre aún afecta a más de 34 millones de personas, lo que exige aumentar y fortalecer los esfuerzos para lograr erradicarla durante las vidas de la generación actual.
- El enfoque de la lucha contra el hambre ha cambiado desde una mirada sectorial a un enfoque transversal e intersectorial. Esto ha permitido responder a las necesidades de la población tanto al corto como mediano plazo, abordando las diversas causas del hambre mediante la participación de todos los actores sociales.
- Gracias al crecimiento económico, un mayor gasto público en materia social y políticas públicas focalizadas en los más vulnerables, América Latina y el Caribe también ha reducido su pobreza y desigualdad.
- América Latina y el Caribe dispone de alimentos más que suficientes para alimentar a toda su población. El buen desempeño productivo y la diversidad de políticas que garantizan el acceso de los más vulnerables han contribuido a consolidar la seguridad alimentaria y nutricional, permitiendo a la región convertirse en un proveedor importante de alimentos a nivel global.
- América Latina y el Caribe no sólo debe enfrentar el hambre sino la obesidad y el sobrepeso crecientes. La ‘doble carga de la malnutrición’ es un fenómeno que requiere que los gobiernos apliquen las lecciones que han aprendido en su avance hacia el hambre cero.
Fuente: Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura