Cuando se encuentran materias primas que aseguran ofrecer %u201Ccalidad a un bajo precio%u201D o que son %u201Casequibles%u201D, se corre el riesgo de comprar productos adulterados y, debido a que estamos acostumbrados a evaluar únicamente el porcentaje de proteína (PC %), pasamos por alto otras características como la digestibilidad o el perfil de aminoácidos. La compra de materia prima %u201Cmás asequible%u201D incrementa nuestros costos en el largo plazo, ya que la calidad no es suficiente para calificar las evaluaciones nutricionales de eficiencia alimenticia en campo. Debemos estar atentos a estas situaciones que no sólo no ayudan, sino que perjudican.
Por: Lilia Marín Martínez*
La situación económica actual en nuestro país y las condiciones del mercado global han tenido efectos colaterales en muchos aspectos, y la comercialización de materias primas no es la excepción. Lo anterior ha generado la búsqueda de alternativas menos costosas que generen los resultados esperados para y por nuestros clientes, principalmente en relación con la eficiencia alimenticia, un punto clave ya que nuestros insumos pueden ocasionar problemas en los productos terminados.
Cuando se encuentran materias primas que aseguran ofrecer %u201Ccalidad a un bajo precio%u201D o que son %u201Casequibles%u201D, se corre el riesgo de comprar productos adulterados y, debido a que estamos acostumbrados a evaluar únicamente el porcentaje de proteína (PC %), pasamos por alto otras características como la digestibilidad o el perfil de aminoácidos. La compra de materia prima %u201Cmás asequible%u201D incrementa nuestros costos en el largo plazo, ya que la calidad no es suficiente para calificar las evaluaciones nutricionales de eficiencia alimenticia en campo. Debemos estar atentos a estas situaciones que no sólo no ayudan, sino que perjudican.
Está bien aprovechar estas oportunidades, pero es importante tener conciencia y, sobre todo, evaluar al proveedor, quien, en estos tiempos de crisis, es el más beneficiado. Es muy común encontrarnos con comercializadores que, sin conocer a fondo y sin evaluar sus productos, sólo buscan el bienestar de sus bolsillos. Es conveniente recordar que lo más importante es evaluar y certificar a sus proveedores, buscar negociaciones que generen beneficios para ambas partes, y ser más precavidos en relación con la calidad integral según el tipo de la materia prima.
En el caso de las proteínas de origen animal terrestre o marino, debemos evaluar los siguientes puntos: la frescura de la materia prima, la presencia de aminas biógenas, la presentación organoléptica (olor, color, textura y peso específico), el análisis bromatológico (humedad, proteína cruda, grasa, cenizas, fibra cruda y ELN), el tipo de productos adicionados (en caso de que aplique) y antioxidantes adicionados (reportados en partes por millón, PPM), y la ausencia de Salmonella. Sobre esto último, es importante señalar que, si la materia prima se vende en sacos Bigbags de 800 a 900 kg, 45 kg o a granel, se deberá llegar a un acuerdo bilateral para lograr certificar que el producto esté libre de bacterias patógenas.
Algo que también se debe tener presente en todo momento es solicitar la matriz nutricional, la cual debe incluir las certificaciones físicas, químicas y bacteriológicas, así como el perfil de aminoácidos, ácidos grasos, vitaminas y minerales. Lo más importante es no sustituir las materias primas por otras de bajo costo y de menor calidad, ya que podrían deteriorar la calidad del producto terminado.
*Estudió Ingeniería Química en la Universidad de Guadalajara, con especialidad en Nutrición, Producción de Alimentos para Mascotas y Acuicultura por T&M. Ha sido Jefe de Control de Calidad y Producción en Aceiteras y en Empresas de Alimentos Balanceados.Es Consultora Internacional y Nacional en Empresas de Productos Marinos, Aceites y Harinas de Pescado, Plantas de Rendimiento de subproductos de origen animal, entre otros. CEO de Proteínas Marinas y Agropecuarias S.A. de C.V. (PROTMAGRO) y de Marín Consultores Analíticos.
Fuente: Panorama Acuícola