¿Cómo evitar situaciones de riesgo entre niños y perros?

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¿Cómo evitar situaciones de riesgo entre niños y perros?

El Grupo de Especialidad en Medicina del Comportamiento Animal (GEMCA) de la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (Avepa) ha analizado en un artículo escrito por Carmen Mengíbar la relación entre los perros y los niños.

“A lo largo de la historia, los perros han desempeñado un papel muy importante en la sociedad, y concretamente, en relación con los niños. Los más pequeños disfrutan de la compañía de sus mascotas y establecen con ellos una relación única, que no se reproduce con ningún otro animal ni con ninguna otra persona”, defiende el artículo. Al igual que ocurre con las personas, el GEMCA explica que cada perro tiene su propia personalidad. “No cualquier perro puede convivir con niños, aquellos animales más pacientes, tranquilos y sociables son los más indicados para compartir juegos y aventuras con los más pequeños. En ningún caso un niño debe convivir con un perro que muestre excitabilidad, tenga miedos de las personas, haya mordido con anterioridad, etc”, advierten.

Dicho esto, los expertos señalan que la relación establecida entre un niño y su perro será de gran ayuda para su desarrollo. “Un perro puede participar en la educación de un niño, dándole ejemplo de expresividad mediante lenguaje no verbal, satisfacción con pequeñas cosas, aceptación de las normas de convivencia, capacidad de adaptación, fidelidad, etc”, afirman. Eso sí, recuerdan que es importante conocer cuál es la forma natural de relacionarse entre niños y perros, para así tomar las medidas necesarias y evitar situaciones de riesgo. Por ejemplo, advierten que los niños pequeños de 2 a 3 años se relacionan de forma natural con los perros golpeándolos, empujándolos y agarrándolos.

También piden tener en cuenta que los cachorros de 1 a 4 meses de edad tienden a perseguir cualquier cosa que se mueva y juegan mordiendo sin ser conscientes de su fuerza. Algo parecido a lo que ocurre con los niños de 3 a 4 años, que tienden a acariciar a los perros, pero sin controlar la fuerza.

EL PERRO, “UN COMPAÑERO IDEAL” PARA EL DESARROLLO DE LOS NIÑOS.

Por otro lado, los expertos en etología apuntan que los cambios que sufre el niño en relación con el perro se producen de forma paralela a los cambios que sufre en el desarrollo de sus relaciones personales con su entorno. “El perro es un compañero ideal de juegos y aventuras para los niños, les facilita la interacción con su entorno y mejora su consciencia corporal y social”, aseguran.

Asimismo, señalan que la convivencia de los niños con perros desde la infancia les ayuda en el aprendizaje del lenguaje, mejora el control de conductas agresivas, aumenta la autoestima del niño y su bienestar psicológico, y acelera el desarrollo psicomotor a través del juego. Además, el perro le aporta sensación de protección cuando los padres no están presentes, aumenta la capacidad de concentración del niño, reduce el estrés (acariciar a un animal disminuye la presión sanguínea, transmitiéndole al niño un sentimiento de tranquilidad), y ayuda a enseñar los valores como el respeto y a aceptar a los demás sin prejuicios.

“Educar a un niño sobre el cuidado de un animal favorece sus capacidades sociales en la etapa adulta. Siendo el niño el propietario y responsable de una mascota, mejora su capacidad para desarrollar diferentes habilidades (sociales, motrices, cognitivas, etc.), incrementa su sentido de responsabilidad, le incita a participar en las actividades que se realicen en el hogar, le favorece el desarrollo de empatía, etc”, añaden.

ABORDANDO LOS RIESGOS DE LA RELACIÓN ENTRE NIÑOS Y PERROS

Dicho esto, aseguran que “son numerosos los beneficios de las relaciones entre niños y perros, pero también existen riesgos que es necesario prevenir, como, por ejemplo, la agresividad canina dirigida a niños”. El artículo del GEMCA recuerda que los niños son las principales víctimas de las mordeduras de perro, siendo los menores de 7 años la población de riesgo, ya que carecen de una conciencia clara de las conductas que pueden molestar al perro.

Asimismo, indican que, por su estatura media, la cabeza del niño está al mismo nivel que la cabeza del perro, y los niños no son capaces de advertir a tiempo las señales de amenaza emitidas por el perro, y tampoco son capaces de defenderse durante un ataque. “La mayoría de los accidentes ocurren en el hogar por parte de perros conocidos por los niños”, apuntan, y explican que los episodios de agresiones caninas hacia niños que tienen lugar en el domicilio tienden a estar provocados por un juego inadecuado del niño con el perro, abrazarles, molestar al perro mientras come o duerme, pegarle, etc. “Para que la convivencia entre niño y perro sea positiva, es necesario establecer pautas que orienten a ambos sobre cómo relacionarse”, indican.

EDUCAR A LOS NIÑOS PARA QUE APRENDAN A RELACIONARSE CON PERROS

Para la autora del artículo, la prevención de las agresiones caninas se debe realizar de una forma multidisciplinar, y da una serie de herramientas para la prevención de las agresiones dirigidas a niños. La primera de las herramientas es fomentar la educación infantil para mejorar la comprensión de los niños y sus conocimientos sobre los perros, lo que reduce significativamente el riesgo de agresión. Los puntos clave que debería aprender el niño es a identificar el lenguaje canino, o a realizar (bajo supervisión de un adulto) los cuidados básicos a un perro (previamente seleccionado y entrenado para tal fin), como, por ejemplo: alimentación, cepillado, etc.

También recomiendan que los niños conozcan los objetos personales de un perro, como su plato o comedero, y así distinguirlos de los objetos personales de los miembros de la familia; y que se simulen (bajo supervisión de un adulto) interacciones seguras con un perro (previamente seleccionado y entrenado para tal fin). Además, instan a que los niños se acostumbren a observar conductas naturales del perro, como el juego o el descanso, y a actuar de forma correcta y segura ante diversas situaciones de conflicto, como un perro comiendo o gruñendo.

UNA LEGISLACIÓN DE TENENCIA QUE TENGA EN CUENTA LA RELACIÓN DE NIÑOS Y ANIMALES

Por otro lado, el GEMCA aconseja que los padres y propietarios de perros conozcan pautas y medidas a tomar para evitar situaciones de conflicto. Así, ven recomendable la supervisión de un adulto ante una posible interacción entre niños pequeños y perros, y que en aquellos casos en los que no sea posible, se establezcan medidas físicas de seguridad. Asimismo, llaman a alentar a los niños a solicitar ayuda de un adulto ante situaciones de conflicto y que les enseñen a respetar momentos de descanso del animal y a tratarlo con cariño, evitando sus zonas más sensibles, los gritos y los movimientos bruscos.

También ven oportuno que los adultos enseñen a los niños a que no hay que molestar al perro mientras come, y que no se debe interferir en el trabajo de perros guía, asistencia, entre otras lecciones. Por último, la autora considera que para mejorar la relación de los niños con los perros se debe fomentar la concienciación social por parte de las autoridades, sobre la gravedad del problema y las posibles soluciones administrativas y que se desarrolle una

legislación de tenencia de animales eficaz que tenga en cuenta todos los puntos expuestos. https://www.animalshealth.es/mascotas/como-evitar-situaciones-riesgo-ninos-perros

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